Urtzi Urrutikoetxea

Biden se enfrenta a las mayores protestas estudiantiles del siglo XXI, por Gaza

Las protestas en solidaridad con el pueblo palestino comenzaron hace meses, pero el protagonismo alcanzado por las acampadas en las universidades de EEUU ha recordado las multitudinarias manifestaciones estudiantiles de hace medio siglo contra la guerra de Vietnam o el apartheid en Sudáfrica.

Manifestantes propalestinos, frente a un cordón policial, tras ser expulsados de la bibiloteca de la Universidad de Portland, en Oregon.
Manifestantes propalestinos, frente a un cordón policial, tras ser expulsados de la bibiloteca de la Universidad de Portland, en Oregon. (John RUDOFF | AFP)

Este sábado volverán las marchas, en el aniversario de la masacre de Kent State de 1970, en la que la Guardia Nacional mató a tiros a cuatro estudiantes desarmados e hirió a nueve más que protestaban en contra de extender la guerra de Vietnam a Camboya.

Aunque las acampadas y protestas de los últimos días no son tan multitudinarias como aquellas (se calcula que cuatro millones de estudiantes siguieron el paro contra la guerra en 1970), sí se consideran las más activas en lo que llevamos de siglo XXI. Y nunca falta la canción “Ohio” de Neil Young, en recuerdo a los cuatro estudiantes muertos en Kent State.

Tras la muerte del afamado escritor Paul Auster esta semana, en las redes sociales se ha difundido su imagen de estudiante durante una acampada de protesta en 1968 en la universidad de Columbia.

En los últimos años no han faltado importantes manifestaciones por diferentes motivos, desde la guerra de Irak hasta las marchas contra la brutalidad policial tras la muerte de George Floyd, o a favor del derecho al aborto después de que el Tribunal Supremo revocara este derecho. Pero la gran mayoría de las marchas, al menos las más importantes, han ocurrido fuera de las universidades.


Este sábado volverán las marchas, en el aniversario de la masacre de Kent State de 1970, en la que la Guardia Nacional mató a tiros a cuatro estudiantes

 

Lo mismo ha sucedido con la guerra de Gaza: ha habido multitudinarias manifestaciones en la mayoría de las ciudades del país, y tampoco han faltado concentraciones en más de un campus universitario. Pero es evidente que el foco de atención de las últimas semanas se ha centrado en las protestas estudiantiles.

Como suele ocurrir, no falta quien rechaza cualquier comparación con protestas históricas para deslegitimar las acampadas actuales; la nostalgia hace romantizar las marchas del pasado hasta borrar los posibles errores o contradicciones que hubiera entonces, mientras se intenta poner el foco en esos mismos detalles inherentes a toda acción más o menos espontánea de protesta.

2.200 detenidos

Ha habido protestas en más de 50 universidades, y más de 2.200 personas han sido arrestadas. Al menos una ceremonia de graduación se ha cancelado. En al menos 30 campus ha habido contraprotestas proisraelíes, pero en la gran mayoría no ha habido ningún incidente.

Las excepciones han sido los desalojos y detenciones en Columbia, Carolina del Norte o Texas, o el ataque de activistas sionistas contra el campamento de la UCLA (Universidad de California). En la mayoría de los casos, la actuación policial es la que ha tensionado el ambiente.

En la madrugada del martes al miércoles más de cien proisraelíes atacaron la acampada en la UCLA, lanzando cohetes, barras de metal y gases lacrimógenos contra los acampados en solidaridad con los palestinos en Gaza.
El ataque se produjo horas después de que las autoridades académicas publicaran una declaración en la que se decía que la acampada solidaria era ilegal; la nota amenazaba a las personas relacionadas con la Universidad (estudiantes o trabajadores) que participaran en la misma con acciones disciplinarias que podrían llegar a la expulsión.

Al igual que en la universidad de Columbia en Nueva York o la de UCLA en el otro extremo del país, en la George Washington University de la capital estadounidense también se ha instalado un campamento de protesta contra la guerra en Gaza.

También las autoridades universitarias reclamaron su desalojo. Pero la Policía de Washington rechazó hacerlo. Solo tras casi una semana de acampada, retiraron las barricadas, pero sin reprimir la protesta en sí: «en el Distrito de Columbia permitimos que la gente tenga libertad de expresión, y eso es lo que estamos viendo ahora mismo. No ha habido violencia, ni actuaciones violentas o enfrentamientos», aseguró la jefa de la Policía, Pamela Smith.

Atención mediática

Los organizadores de las acampadas saben bien que la atención mediática que están recibiendo es importante para difundir el mensaje y extender las protestas, pero también es un arma de doble filo. Aún más en un año electoral como este y con un país tan polarizado.

Por ello, muchos activistas están redoblando esfuerzos para que oportunistas y provocadores de distintos signos no se infiltren para, por un lado, no dar excusas a la Policía y, por otro, y quizás más importante, no consigan la imagen que desde distintos sectores se está buscando para despreciar las protestas y calificarlas de antisemitas.

Una estudiante sostiene un cartel en apoyo a Palestina.

 

El campamento de GWU en Washington, por ejemplo, expulsó a un individuo conocido por difundir mensajes de conspiración y odio. «Esta persona está fuera del campamento, mostrando carteles antisemitas y afirmando falsamente que está a favor de las demandas de justicia en y para Palestina.

 

Biden sabe que los manifestantes no le apoyarán, pero depende en gran medida de él mismo que se queden en casa o voten por él

 

Los estudiantes del campamento, de distintos orígenes y religiones, han rechazado claramente toda forma de odio y supremacía, y a este individuo se le ha dejado claro que no es bienvenido». Y sin embargo, «oportunistas del odio, fuera de los campamentos, han sido utilizados por medios de derecha, a pesar del rechazo mostrado por los valientes estudiantes acampados en George Washington», asegura el escrito de los acampados.

El miércoles, la congresista de ultraderecha Lauren Boebert, que se enfrenta a la reelección este mes de noviembre, se presentó en la acampada de la capital. Aunque su objetivo era también captar la atención que de otro modo no podría conseguir, también terminó por dejar en evidencia su ignorancia, al afirmar que, si la Universidad no hace nada (para terminar con la acampada), «pueden decirle adiós a la financiación federal». Lo cierto es que la George Washington es una universidad privada que no recibe financiación pública.

Joe Biden también ha habado por primera vez sobre las acampadas, intentando hilar fino: sabe que los manifestantes no le apoyarán, pero depende en gran medida de él mismo que finalmente se queden en casa o voten por él.

Así, Biden intentó trazar una línea entre el derecho a la protesta pacífica, «y las actuaciones violentas». Rechazó, eso sí, las exigencias de varios dirigentes republicanos de enviar a la Guardia Nacional a reprimir las protestas.