Pello Guerra
Elkarrizketa
Maider Beloki
Concejala delegada de Cultura, Fiestas, Educación y Deporte del Ayuntamiento de Iruñea

«La derecha se esconde en los despachos para hacer cultura y nosotras salimos a la calle»

Organizar unos sanfermines en la mitad de tiempo ha sido el primer reto al que se ha enfrentado Maider Beloki en su regreso al Área de Cultura de Iruñea. Pese a las críticas de la derecha, defiende el resultado de ese esfuerzo, que forma parte de un modelo de cercanía, diverso y participativo.

La concejala delegada de Cultura de Iruñea, Maider Beloki, posa en las dependencias de su área, en la calle Descalzos.
La concejala delegada de Cultura de Iruñea, Maider Beloki, posa en las dependencias de su área, en la calle Descalzos. (Jagoba MANTEROLA/FOKU)

Una sonrisa y una flor en el pelo. Esa es la tarjeta de presentación de Maider Beloki, de nuevo concejala delegada de Cultura, Fiestas, Educación y Deporte del Ayuntamiento de Iruñea tras ostentar ese cargo en la legislatura 2015-19 y que se ha visto en la necesidad de organizar los sanfermines en tiempo récord, tras el cambio en la Alcaldía de la ciudad el pasado mes de diciembre.

En su regreso, busca dinamizar un área que la gestión de UPN había dejado «desinflada y con mucha inercia», y retomar los proyectos que frenó la derecha, como el centro de cultura contemporánea Hiriartea, y potenciar la cultura en todos los rincones de la ciudad siguiendo un modelo de cercanía, diverso y participativo.

Ya falta menos para los sanfermines y me imagino que en su área se vive con cierto frenesí las llegadas de las fiestas, sobre todo habiéndose hecho cargo de Cultura a finales de diciembre.

Lo lógico es entrar a gobernar en junio, con el cambio de gobierno, con los sanfermines ya organizados y ya comenzar en septiembre a trabajar en los siguientes. Este año, por la situación que hemos tenido, ha supuesto empezar en enero y con el tiempo muy justo, porque los plazos administrativos se dilatan mucho, ya que tienen un periodo de exposición, de adjudicación, de subsanación. Este año es especial en ese sentido, porque tenemos la mitad de tiempo para hacer unos sanfermines que cada año son iguales, pero a la vez mejores. En cualquier caso, fue llegar al Área de Cultura y fue con lo primero que nos pusimos sabiendo que los plazos iban muy ajustados. Las primeras decisiones que se tomaron en este área fueron en base a preparar unos sanfermines con la mitad de tiempo.

El pasado día 21 hizo pública la oferta de conciertos, que ya ha sido criticada por la derecha diciendo que es propia de un gaztetxe y que faltan conciertos de otra onda, tipo Camela o Ana Torroja. ¿Qué tiene que responder?

Ni en la oposición entramos a hablar concretamente de artistas, por respeto a los artistas, ni ahora tampoco voy a entrar a comentar algo sobre artistas que ensalza la derecha y que nosotros no traemos. Mi reflexión es que la derecha y la ultraderecha están en la estrategia política de la guerra cultural. Han volcado toda su materia gris en hacer esa guerra y esta es una más. Nosotras ni entraremos, ni nos preocupa, porque estamos muy seguras de lo que estamos programando. Es una programación que está gustando mucho. Es equilibrada, pensada, con líneas claras de grupos y de bandas y está todo justificadísimo, tanto en lo económico como en la oferta artística. La derecha seguirá con su guerra cultural con esto, con los toros, criticando a artistas, censurando. Desgraciadamente están ahí, pero nosotras seguimos nuestro camino y lo tenemos claro.

En general, ¿qué tipo de programación cultural han diseñado para los próximos sanfermines?

El área trabaja para que en sanfermines haya programación de calidad para todos los públicos y de manera accesible, y tenemos diferentes escenarios y espacios. Ya en la legislatura de 2015-19 trabajamos con mucho ahínco en la programación infantil, preadolescente y juvenil. En la infantil, creamos Birjolastu en torno al juego creativo y libre con materiales reciclados, que fue un parque pionero y que tuvo mucho éxito. Otro espacio es en torno al deporte, Kirolari, para una franja entre 10 y 12 años, y que funciona muy bien. Ambos son espacios consolidados que han sobrevivido a UPN cambiándole el nombre en castellano e inglés, porque les molestaba el euskara, pero la idea era buena. En la Plaza de la Libertad siempre ha habido un parque de juegos más clásicos y seguimos con el teatro de calle y títeres.

Hay también una línea más de folclore, con un escenario en Sarasate con bertsos, txistularis, dantzas, jotas, etcétera, que tiene su público. Y se refuerza la programación de música de calle que ya tiene de por sí la fiesta. Además, están los escenarios musicales, los de conciertos, con la Plaza del Castillo para los más masivos, la Plaza Compañía con música para descubrir y los Fueros, que hay djs. Y luego, la Plaza de la Cruz para público más adulto. Y este año queremos llevar a los barrios algo de programación dirigida a la tercera edad.

Beloki ha vuelto a hacerse cargo del Área de Cultura de Iruñea. (Jagoba MANTEROLA/FOKU)

Una vez pasadas las fiestas, ¿qué proyectos culturales a largo plazo tiene para la ciudad?
El acuerdo programático recoge el que para mí es el proyecto más necesario para Iruñea en estos momentos, sin perjuicio de que todo es necesario, tiene su importancia y hay que desarrollarlo. Me refiero al centro de cultura contemporánea en la Ciudadela. Es importante porque, en la parte festiva, con sanfermines y las fiestas de los barrios, esta ciudad tiene un capital enorme que hay que seguir desarrollando. Además, tiene buenas infraestructuras de bibliotecas, Civivox... , que son la puerta de entrada de la cultura en los barrios.

Pero le falta ese centro de referencia, de visualizar todo el capital que tenemos en torno a la cultura contemporánea. En ese sentido, en la legislatura 2015-19 comenzamos el proyecto de Hiriartea, que tuvo éxito y UPN se lo cargó, probablemente porque lo hicimos nosotras. No le encuentro otra justificación, porque todas las ciudades tienen en mayor o menor medida un centro de este estilo, en el que poder producir, exhibir, formar.

Cuando este centro se recogió en el acuerdo programático, me entró una gran emoción, porque fue muy duro ver cómo se cargaban algo que se montó y que era tan necesario para refrescar la ciudad, para ponerla en un mapa diferente, en otro circuito. Un centro en el que todos esos artistas que tenemos en Iruñea van a poder tener un espacio de referencia y que también lo va a ser a nivel turístico. Tiene todo para que sea un proyecto apoyado por la mayoría municipal y que arranque después del verano con líneas de programación muy definidas, con un presupuesto sólido y con actividades de mediación. Tiene una parte expositiva muy importante, pero luego hay otra de talleres, formativa, que hace de puente con públicos diferentes. Y también líneas de subvenciones, de ayudas a la creación para dar impulso a lo que tenemos en Iruñea y alrededores, que es un capital artístico muy importante. Todo eso tiene que contar con un sitio para que la ciudadanía lo disfrute, aprenda, se forme y se abra a ese mundo, y para que los artistas tengan un sitio de referencia para exhibir, formarse y crear.

¿Qué se ha encontrado en este área tras los cuatro años de gobierno de Enrique Maya y los meses que estuvo en el poder Cristina Ibarrola?

Un área desinflada. El Área de Cultura tiene que ser un área viva, con actividad, con gente entrando y saliendo, proponiendo, saturada de cosas, de proyectos, y me encontré un área sin mucha cosa encima de la mesa, con mucha inercia, que, en general, no es algo muy bueno y menos en cultura, que tiene que tener dinamismo. Era un área que no tenía directrices claras, no había proyectos nuevos, era seguir con lo básico, que, por supuesto, también hay que dar. Lo que sí hubo fue algún ‘fuego artificial’, pero que, en realidad, venía de Alcaldía, de la alcaldesa Ibarrola, como lo de los drones, pero no vino de un técnico de Cultura, de una Dirección de Cultura, que diga que esto es lo que necesita la ciudad. Venía con un criterio político de visibilizar a una persona, a una alcaldesa, a Cristina Ibarrola. Pero, al margen de eso, era un área apagada y con inercias.

En su regreso a esta tarea, ¿es muy diferente la Maider Beloki de 2015 que se hizo cargo de Cultura del Ayuntamiento de Iruñea por primera vez, de la de 2024?

La Maider Beloki que se hizo cargo del Área de Cultura en 2015 venía de otro mundo, aunque sí de la cultura. Venía de organizar festivales, de trabajar directamente en el tejido cultural y además en otra tierra, en Andalucía. Entonces tuve un doble reto: readaptarme a Iruñea después de 15 años y aprender a trabajar en un Ayuntamiento en un contexto político del gobierno del cambio, de un terremoto político. Hubo que aprender a marchas forzadas. A medida que ibas creando y haciendo, ibas aprendiendo y todo ello en medio de un maremoto, con el Régimen rabiando y los medios de comunicación encima. Después hemos pasado cuatro años de oposición en los que aprendimos mucho a ver el Ayuntamiento desde otro lado, a bucear en expedientes, a verte sin técnicos, sin juristas, a tener que buscarte la vida. Además vino una pandemia y todo eso nos marcó. La Maider que llega ahora lo hace con un conocimiento del Ayuntamiento más holístico después de gobernar en contextos complicados, de estar en la oposición y con nueve años de madurez personal, que eso también se nota. Es una Maider Beloki con más conocimiento y más completa en ese sentido.

Además de Hiriartea, que antes ha citado, ¿hay más proyectos que se quedaron en el tintero con la llegada de UPN a la Alcaldía en 2019 y que piensa recuperar, relanzar?

Hay que trabajar mucho en proyectos con la comunidad, vinculados a los civivox y al tejido cultural de cada barrio. Pueden ser proyectos en las fiestas de los barrios, generar dinámicas comunitarias en torno a la música, el teatro, a las artes plásticas... Un ejemplo es el festival Ibaiertzean, que se hizo durante tres ediciones y que es un caso claro de programa de ciudad en el que intervienen la comunidad, artistas de mucha calidad y donde el Ayuntamiento acompaña y pone recursos y deja hacer. Un programa que regenera espacios, porque iba vinculado al espacio urbano, a lugares que eran cerrados, oscuros, no transitables, no agradables. Se trata de mezclar la filosofía de hacer un programa de ciudad, contando con la comunidad del barrio, con los artista que intervienen y aprovechando un espacio deteriorado de un barrio, regenerándolo y que lo pueda usar la ciudadanía. Hay que trabajar en esa línea y, de hecho, hemos empezado a hacerlo. Se encuentra en estado embrionario, pero estamos trabajando en esa línea, en la que entran los civivox como elemento cultural que tienen los barrios.

¿Le parece que resulta complicado salirse, sustraerse, de un determinado modelo de actividad cultural con grandes conciertos y espectáculos muy concretos que van pasando de territorio en territorio?

Creo que hay que ordenar y saber por qué y para qué haces las cosas. Hay una parte que atraviesa la cultura y el deporte, que son los grandes eventos. Hay ciudades que lo tienen bien claro y saben que esos grandes eventos, además de traer un artista de renombre, generan un impulso económico, porque llenan hoteles, restaurantes... Esa es una parte y otra es la cultura de la ciudad y de los barrios, que no tiene ese objetivo. Si se ordena y hace bien, se puede llegar a todo. Lo que no puede ser es que el pez grande se coma al pequeño. Si cada uno tiene su dotación presupuestaria necesaria y sus objetivos, el grande no se va a comer al pequeño. Y estamos trabajando en esas dos líneas, porque si hay orden, se llega a todo.

¿Cómo es de diferente el modelo cultural de la derecha respecto del que quiere implantar desde su equipo?

La derecha no se come mucho la cabeza con la cultura. Me imagino que dentro de la derecha habrá gente que es muy ‘cultureta’, pero como estrategia política, no le dedica mucho esfuerzo, salvo a los elementos que puedan hacer su guerra cultural. Lo demás es ‘fuegos artificiales’, lo que luzca, lo que genere un titular, eso de «he traído a no sé quién». No le van a dedicar ni cariño ni tiempo a la cultura de los barrios, comunitaria, de proximidad y no la van a apoyar y la van a silenciar todo lo que puedan. Y, por supuesto, el euskara lo van a callar, silenciar y ocultar todo lo posible. Nosotras vamos hacia un modelo de cultura más cercano, participado y de diversidad. Más ordenado en el que se puede hacer todo, mientras sepas por qué y para qué lo haces, y es una forma de gestión más cercana, más directa con la ciudadanía, de acompañamiento, con una participación mucho mayor, con presencia de la diversidad y del euskara acorde a la realidad que tenemos y de mucha más cercanía. La derecha se esconde en los despachos para hacer cultura y nosotras salimos a la calle para hacerla.