Tras sus últimas campañas en Galápagos y Bermudas para destacar la importancia de las reservas marinas y denunciar el impacto de la pesca industrial en los océanos, el buque de Greenpreace Arctic Sunirse, se encuentra actualmente en aguas de Euskal Herria para, entre otras cuestiones, celebrar este sábado el Día Mundial de los Océanos y demandar la ratificación inmediata del Tratado Global de los Océanos, lo que todavía ningún país de Europa ha hecho.
En concreto, el Arctic Sunrise se encuentra este fin de semana atracado en el muelle del Itsasmuseum de Bilbo. Para acercar a la sociedad el trabajo que hacen a bordo del barco, han organizado visitas guiadas este fin de semana, de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00. Además, también habrá talleres sobre consumo de pescado sostenible y prácticas de campañas ecologistas, así como diferentes charlas. Los conciertos del sábado a las 20.30 pondrán la guinda a estas jornadas. En este enlace se puede ver el programa completo.
La oficial tercera del barco, Adriana Angulo, ha explicado este viernes a los medios los entresijos del barco, como el pequeño helipuerto que sirve ahora como plataforma principal de cubierta, las lanchas en las que realizan las acciones, el puente de mando o la amplia bodega principal acondicionada para los trabajos científicos y reivindicativos y acomodar la vida de los alrededor de 30 tripulantes en sus largas campañas mar adentro.
Sorprende especialmente este último espacio por su amplitud. Visto el barco por fuera, es difícil imaginar algo así. En él, además de una espaciosa sala, se encuentran los camarotes con 28 literas, diferentes oficinas, lugares de almacenaje, la cocina e incluso una pequeña sauna donde los activistas entran rápido en calor después de las acciones en aguas del Ártico.
Curiosamente, este barco era antiguamente un rompehielos utilizado en la caza de focas en las heladas aguas del Ártico. De hecho, la organización ecologista realizó durante las décadas de los 70 y 80 diferentes campañas contra este tipo de barcos, incluido el ahora llamado Arctic Sunrise. Fue en 1995 cuando Greenpeace consiguió, con algunas artimañas, comprar el navío y transformarlo en una herramienta para la defensa del medio ambiente.
Uno de sus momentos más difíciles lo vivió en septiembre de 2013, cuando, durante una protesta contra una plataforma petrolera en el Ártico, fue detenido por las autoridades rusas y su tripulación fue arrestada. Los tripulantes, conocidos como los «Arctic 30», fueron acusados inicialmente de piratería y luego de vandalismo, lo que generó una protesta internacional y una campaña global para su liberación. Finalmente, fueron liberados tras varios meses de detención. En 2023 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que fueron detenidos de forma arbitraria.
En 2014 también se vio involucrado en un incidente en las Canarias con la Armada Española. Greenpeace llevó a cabo una protesta contra unas polémicas prospecciones que Repsol estaba realizando en la zona y, cuando las lanchas rápidas de la Armada intentaron impedir la protesta, embistieron a otra de Greenpeace provocando que una activista italiana cayera al agua y resultase herida por las hélices.
Tratado Global de los Océanos y elecciones europeas
En su reciente regreso a Europa, el Arctic Sunrise se centrará en las próximas semanas en la protección de los mares ratificando el Tratado Global de los Océanos. Se trata de un acuerdo logrado hace un año por los estados miembros de la ONU para proteger la alta mar, pero que hasta el momento solo ha sido ratificado por seis países (Chile, Palau, Belice, Seychelles, Mónaco y Micronesia), si bien Bélgica y el Estado francés se podrían sumar pronto.
Tal y como ha explicado la directora ejecutiva de Greenpeace, Eva Saldaña, se necesita que al menos 60 países lo ratifiquen antes de junio de 2025 para que pueda entrar en vigor y poder declarar así los primeros santuarios oceánicos que permitan proteger al menos el 30% de las aguas internacionales para 2030.
Por otro lado, también ha advertido de la importancia de acudir a votar el domingo en las elecciones al Parlamento europeo «desde la perspectiva de la conservación del medio ambiente y desde una visión ecosocial».
«Es un momento especial en Europa, ya que se platean políticas muy regresivas respecto a la agenda verde y a la agenda social, debido a la influencia de partidos de ultraderecha y por ello cada voto es crucial no solo a nivel político, sino por la supervivencia de los océanos y del planeta, ha sentenciado», ha señalado.