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Los palestinos celebran el Aid al-Adha entre el luto, el hambre y las bombas

Los palestinos celebran la fiesta del Aid al-Adha en un ambiente de dolor por la muerte y la destrucción que los rodea, tanto en Gaza como en Cisjordania. La fecha en la que se comparten comida y regalos se vive en Gaza en medio del hambre y de bombardeos como el que mató a 28 personas más en Rafah.

Los gazatíes sacaron puestos de venta de dulces y ropa entre los edificios destruidos.
Los gazatíes sacaron puestos de venta de dulces y ropa entre los edificios destruidos. (Omar AL-QATAA | AFP)

El Aid al-Adha, que comienza hoy, la celebración del ‘Día del Sacrificio’ o ‘Día del Cordero’, que podría compararse a la Navidad cristiana o al día de Acción de Gracias estadounidense, en la que se ofrece comida especial a amigos y familiares, se hacen regalos y se reparten dulces a los niños, es este año una fecha de luto, dolor y hambre para los palestinos.

Aunque Gaza ya era un territorio empobrecido y bloqueado antes del 7 de octubre, los palestinos se apañaban para decorar sus casas, sacrificar algún cordero o cabra, sorprender a los niños con golosinas y encontrar una isla de felicidad.

Hoy el sentimiento general es de dolor. La hambruna se extiende por la Franja. Más de 82.000 niños padecen síntomas de desnutrición; 8.000 menores de cinco años padecen desnutrición aguda, y  1.600, desnutrición aguda grave. Al menos 40 personas han muerto ya por hambre.

La mayoría subsiste de la poca ayuda que llega. En Deir al Balah no han comido carne desde octubre. El propietario de un establo relata que no tiene ya reses. En su lugar, ha acogido a 80 desplazados de Rafah. Una cruel analogía de la Franja, convertida en matadero, y de los palestinos, reducidos por el racismo israelí a «animales no humanos».

Las bombas israelíes mataron ayer al menos a 28 personas más e hirieron a medio centenar en el ataque de drones contra tres viviendas en  los barrios de Shujaiya y Tuffah, en la ciudad de Gaza.

Las tropas terrestres también lanzaron ataques en Beit Hanun, al sur de la capital, en Jan Yunis y en Deir al Balah, donde miles de gazatíes se refugiaron tras la entrada del Ejército en Rafah.

Ocho soldados israelíes muertos

En una de estas incursiones murieron también ocho soldados israelíes, entre ellos un capitán, subcomandante del Batallón de Ingeniería 601. El Ejército confirmó «un grave incidente» durante una operación en Rafah, en la que fue la jornada con más bajas entre las filas de Israel desde enero, cuando murieron 21 militares al derrumbarse sobre ellos dos de los edificios que están destruyendo por toda la Franja.

Las brigadas al Qasam, el brazo armado de Hamas, señalaron que se trató de una emboscada contra un vehículo blindado de ingeniería de combate, con un proyectil que lo incendió, en el oeste de Rafah. Israel estudia si el vehículo transportaba minas.

Tampoco en Cisjordania pueden celebrar el Aid al-Adha como lo hacían incluso bajo la ocupación.

Israel congeló los permisos de trabajo para 80.000 palestinos de los más de 170.000 que trabajaban en Israel antes de octubre, lo que ha agudizado la pobreza en el territorio ocupado cortando unos ingresos vitales durante ocho meses.

Osama Abbud, dueño de una tienda de ropa en Ramalah, señaló a la agencia turca Anadolu que las ventas han disminuido en más del 70% en comparación con el año pasado. Los comerciantes en los mercados ganaderos padecen una demanda extremadamente débil, mientras que los habitantes afirman: «no nos queda alegría. Hay luto en todos los hogares».

Colonos y soldados han matado ya al menos a 547 personas desde octubre. Las operaciones casi diarias aterrorizan a la población y destruyen sus infraestructuras.

Ayer mismo, el Ejército israelí mató a otro palestino de 16 años durante una incursión en Beit Furik, en la que hirió a otros tres, uno de ellos con una bala en el pecho.

Igualmente, en Jerusalén Este la actividad es mínima en los mercados y, sobre todo, entre los vendedores de animales que se destinaban para el Día del Sacrificio.