Diferentes tomas de posición ha deparado el juicio que ha comenzado este lunes en la Audiencia de Nafarroa contra los ocho acusados por los presuntos delitos de «asesinato en grado de tentativa», «lesiones» y «pertenencia a organización criminal», para los que la fiscal Ana Marcotegui solicitaba entre 5 y 37 años de prisión.
«¿Reconoce todos los hechos que constan en el escrito de acusación del ministerio fiscal íntegramente, desde el principio hasta el final?», les ha ido preguntando la fiscal uno a uno a los acusados, pregunta a la que cuatro de ellos, tres hombres y una mujer han respondido afirmativamente.
Sin embargo, los otros dos encausados que se han personado en la vista oral -de los ocho incriminados, dos están fugados- han rechazado el acuerdo con la Fiscalía y no han reconocido los hechos, por lo que se enfrentarán a las penas solicitadas en el juicio que se desarrolla a lo largo de esta semana.
Uno de ellos ha negado ser autor de los hechos delictivos que figuran en el escrito de acusación de la Fiscalía y el otro ha declarado que «lo único que puedo reconocer es que soy absolutamente inocente. Jamás he estado en Pamplona».
En la sesión de este lunes han declarado agentes de la Policía Municipal de Iruñea y han corroborado la versión de la fiscal Marcotegui, en una intervención en la que han detallado las líneas de investigación que siguieron para dar con los autores.
Los hechos juzgados
En su escrito de acusación, la fiscal señala que varios de los acusados, miembros de la organización criminal de los ‘Serafín’ de Zaragoza, se trasladaron el 23 de julio de 2023 desde la capital aragonesa a Iruñea para cumplir un encargo de matar a dos individuos.
Esas dos personas que debían matar habían protagonizado un incidente violento en el barrio pamplonés de Sanduzelai contra el padre de otros dos procesados, en el que le agredieron y le causaron lesiones de diversa consideración, el fin de semana del 17 y 18 de julio de 2021.
Los hijos de la víctima decidieron vengarse y, así, se pusieron en contacto con uno de los procesados, que lideraba una banda criminal y que tenía contactos con otras bandas hermanadas, para que enviasen a varios miembros para matar a los agresores.
El día del asesinato frustrado, uno de los acusados se citó con los agresores de su padre en un establecimiento del citado barrio, y fue entonces cuando las personas trasladadas desde Zaragoza, encapuchadas y con machetes, se abalanzaron sobre los dos hombres que les habían encargado matar.
Uno de las víctimas de intento de asesinato salió huyendo, por lo que los atacantes se centraron en la otra, que cayó al suelo y recibió varias heridas por arma blanca, mientras uno de los acusados les jaleaba diciéndoles «Mátalo, mátalo».