Las dos jornadas del curso ‘Humanizar la prisión’ han constatado las bondades del régimen abierto, incluso para los responsables penitenciarios. Desde la directora de la cárcel de Basauri a Arrats Elkartea lo han remarcado este martes, pero con un matiz crudo pero real por parte de esta última: «Hay personas que prefieren estar en prisión porque lo encuentran un ‘espacio amigable’ frente a la mierda de sociedad exterior».
Este curso de verano de la UPV/EHU, ‘Humanizar la prisión, esperanza y reto para el modelo penitenciario vasco’, ha incluido en su segunda jornada sendos análisis del cumplimiento de condena en régimen cerrado y en abierto, además otro panel sobre «el tránsito a la libertad» y un informe sobre la «vivencia del personal penitenciario en tiempos de ETA».
La cuestión del régimen abierto adquiría especial atención por el impulso que Lakua le ha dado tras la asunción de la competencia en 2021. En la mesa se han sentado para abordarlo la directora de la cárcel de Basauri, Vicenta Alonso; el técnico jurídico del Servicio de Gestión Penitenciaria del Gobierno Vasco, Javier Prado; Amaia Aguirregabiria, de Arrats Elkartea, que coordina recursos para penados; y Rosa María Martínez Casado, de la Direcció General d’Afers Penitenciaris de la Generalitat, que ha traído a Donostia el ejemplo catalán.
A la directora de Basauri le ha correspondido el papel de moderadora, por lo que no ha podido aportar demasiado de su amplia experiencia, pero sí ha dejado claro que hay que apostar por este régimen abierto frente al modelo clásico cerrado, de celda pura y dura: «Se constata un mejor ajuste personal y social, y también un menor índice de reincidencia», ha certificado.
Vicenta Alonso, directora de Basauri: «En régimen abierto se constata un mejor ajuste personal y social, y también un menor índice de reincidencia»
Vicenta Alonso ha destacado que ese proceso cuenta con un «tutelaje institucional». Y ha asegurado que en la CAV está funcionando positivamente por dos factores: «La implicación institucional y la existencia de un amplio tejido social destinado a colaborar. Porque esto solo se consigue con la implicación social», ha subrayado. La directora lo ha ligado con la afirmación posterior de que los presos y presas «son personas que retornarán a la comunidad, y de todas y todos nosotros depende cómo. Se trata de que tengan una nueva vida sin nuevos delitos y nuevas victimizaciones».
El sistema de Lakua
‘Donde viven los monstruos’ ha sido el título, algo provocador, de la ponencia de Javier Prado, que ha querido aludir con ello a la percepción de gran parte de la sociedad sobre los presos y presas. Ha recordado las bases que aprobó el Parlamento de Gasteiz en abril de 2021 para el ejercicio de la competencia por parte de Lakua, donde se definía la red de recursos que hace falta para «la acogida de las personas privadas de libertad» cuando empiezan a transitar hacia la calle. Se partía de una realidad previa sustentada sobre todo en entidades de carácter religioso. El sistema se ha ido conformando luego con pisos y centros de día: «Hay diferentes modelos, algunos se parecen más a una vivienda compartida, otras a un minihospital…», ha detallado
El técnico del Servicio de Gestión Penitenciaria de Lakua ha remarcado que se trata de un proceso «muy integrado», con muchos agentes intervinientes, desde los profesionales de la prisión (educadores, sicólogos, administrativos…) a los servicios públicos (Osakidetza, servicios sociales…) pasando por el llamado tercer sector, las asociaciones que aportan experiencia y recursos.
En este momento hay plazas residenciales estables (75 en total para los tres herrialdes) y otras para permisos. ¿Y qué pasa después? También ha dado datos: casi la mitad sale del sistema por haber concluido la condena y en torno al 30% justo por lo contrario: se produce una regresión de grado.
Los testimonios de Arrats
Amaia Aguirregabiria, desde Arrats Elkartea, ha explicado cómo funcionan los centros de día, admitiendo de entrada que «nos ha costado a todos entenderlo, porque en Gipuzkoa al menos lo que se entendía era que un centro de día era un sitio al que ibas a ‘hacer cajitas’». «No somos el club de ganchillo de Portugalete, dicho con todo el respeto si es que existe», ha resumido.
Para hacer más explícita y directa la aportación de Arrats, ha emitido unos audios con testimonios de personas presas sobre qué les ha aportado estar en Arrats. Aquí van unos pequeños extractos de diferentes voces: «He aprendido mucho y me han tratado con respeto»; «Me llevo bien con todos, estoy encantada, a mí me ha salvado la vida Arrats»; «No sé si lo hubiera conseguido yo solo, estar aquí me ha dado seguridad, te sientes ayudado»; «Me ha aportado tener algo que hacer, una responsabilidad, me han ofrecido terapia sicológica que me ha sido imprescindible»; «Me ha ayudado muchísimo el tema de la convivencia con los compañeros, la vida diaria con tanta gente»; «Tendría que haber menos cárcel y más centros como estos»; «Si tuviera alguien del Gobierno Vasco delante, le diría que se pongan las pilas, que no vale con la teoría, hace falta llevarlo a la práctica»…
Amaia Aguirregabiria (Arrats Elkartea): «Hay personas que prefieren estar en prisión porque se ha convertido para ellas en un ‘ambiente amigable’; esto es una tragedia social»
Aguirregabiria ha retomado la palabra después para un aviso importante, una cuestión previa imprescindible: «Trabajamos con personas que vienen de la exclusión, por lo que cuando se habla de reinserción… en realidad nunca han estado insertadas». Y ha pasado a explicar una realidad que ha impactado al auditorio: «Hay personas que prefieren estar en prisión porque se ha convertido para ellas en un ‘ambiente amigable’» dadas las dificultades que encuentran en el exterior, «en esta mierda de sociedad que hemos creado. Esto es una tragedia social», ha concluido.
De hecho, ha afirmado que las personas que pasan a tercer grado casi siempre «tienen un bajón» que «suele producirse al mes o mes y medio», cuando perciben lo complejo que es el camino de retorno a la calle en lo que atañe a empleo, vivienda…
Como balance, la representante de Arrats Elkartea ha saludado que tras la transferencia a la CAV «hay un modelo asentado» pero ha demandado profundizar en él y dotar de condiciones más dignas a estos centros, apuntando que no se puede poner en riesgo su supervivencia ni basarlo todo en la vocación de quienes los atienden.
El modelo catalán
Rosa María Martínez lleva más de 33 años trabajando en ejecución penal y 15 de ellos concretamente en el modelo abierto. Ha explicado que en Catalunya hay cuatro «centros abiertos», uno por provincia, para las nueve cárceles existentes (y es que solo en Barcelona hay seis penales). «Acercar a estas personas a su territorio es fundamental», ha apuntado.
Se cuenta también con centros educativos especiales, comunidades terapéuticas… ‘Obertalidad’ es un neologismo con el que en Catalunya se remarca la apuesta por el régimen abierto. Tiene tres pilares: el aumento de clasificaciones en tercer grado, las estrategias progresivas de aproximación a la comunidad y el incremento de los recursos externos.
«Medio abierto es también cumplimiento de condena, este es nuestro mantra», ha remarcado Martinez ante las habituales interpretaciones distorsionadas. «Evidentemente las características son diferentes, pero tenemos que insistir en ello, y no solo ante los medios de comunicación sino ante nosotros mismos».
Rosa María Martínez, desde Catalunya: «Dos meses en régimen cerrado ya pueden tener mucho impacto: quedarte sin trabajo, sin pareja, sin poder pagar el alquiler...»
A partir de ahí, no ha mostrado dudas de que «el medio abierto es lo mejor para la reinserción». En ello ha coincidido con el resto, y también con lo admitido la víspera por el hasta ahora responsable de la política de Lakua en esta materia, Jaime Tapia, y el secretario general de Instituciones Penitenciarias, Angel Luis Ortiz.
Según sus datos, las personas que cumplen condena en régimen cerrado reinciden en el 26% de los casos; en las de régimen abierto, esto cae al 10%. Así las cosas, Martínez ha abogado por impulsar la opción de que las penas se cumplan desde el inicio en régimen abierto porque «dos meses en régimen cerrado ya pueden tener mucho impacto: te puedes quedar sin trabajo, sin pareja, sin poder pagar el alquiler…» Y si no se consigue tanto, ha pedido al menos hacer ese inicio de camino a la calle «cuanto toca», que por ley es habitualmente desde el primer cuarto de la condena.