Ramon Sola
Aktualitateko erredaktore burua / Redactor jefe de actualidad

Cinco preguntas en el aire tras la incursión de Puigdemont

El inesperado desenlace del retorno de Puigdemont a Catalunya deja un enfrentamiento recrudecido entre Junts y ERC, una crisis potente en los Mossos y una calma tensa algo sospechosa en los tribunales españoles.

Puigdemont, antes de escabullirse desde el Arc de Triomf.
Puigdemont, antes de escabullirse desde el Arc de Triomf. (David Zorrakino | Europa Press)

Pasados dos días del anunciado «retorno del exilio» de Carles Puigdemont, ni siquiera puede afirmarse que tal expresión sea ajustada a la realidad. Y que el protagonista ha vuelto a Waterloo, donde este sábado se han agolpan periodistas esperando obtener alguna imagen suya que confirmar el nuevo (o más bien anterior) escenario. Unas imágenes de TV3 han corroborado por la noche que efectivamente está ahí.

Solventada esta cuestión, los interrogantes que quedan son decenas pero a día de hoy pueden resumirse en estos cinco:

¿Marcha improvisada o premeditada?

Las incertidumbres de la víspera eran muchas pero nadie parecía contar con la posibilidad de que Puigdemont solo estuviera unas horas en Catalunya y luego volviera a cruzar la frontera. Las únicas dos opciones aparentes eran que hubiera resistencia o no ante una detención segura.

La cuestión a resolver ahora es si hubo premeditación en esta nueva fuga o se improvisó al no encontrar un escenario de detención que Puigdemont y su entorno consideraran conveniente o aceptable. En su mensaje en vídeo este sábado, afirma que decidió volver a Waterloo al comprobar in situ que los Mossos no le iban a permitir llegar al Parlament para participar en el debate de investidura, ni siquiera entrar al Parc de la Ciutadella que lo rodea. E insiste en que él nunca se va a «entregar».

Desde círculos oficiales, por contra, se filtran detalles que apuntan a un plan preconcebido, bien con la intención de llegar a toda costa al Parlament o bien para tratar efectivamente de regresar a Waterloo sin arresto. Uno de ellos es que en la comitiva que acompañó a Puigdemont había numerosas personas con gorros de paja para intentar despistar a las imágenes aéreas con drones de los Mossos.

¿Los Mossos no pudieron? ¿Y la Policía española?

El jefe de los Mossos d’Esquadra, Eduard Sallent, no admite más culpa que haber confiado en Puigdemont, cuyo comportamiento tilda de «inapropiado». Los memes se han cebado con lo que se entiende como una chapuza operativa, pero también hay quienes observan elementos de relajación o inhibición.

Si bien puede ser comprensible que se escabullera en la confusión del momento y el lugar (había miles de personas en el Arc de Triomf), no lo es tanto que lograra pasar la muga dada la distancia que hay desde Barcelona y con una Operación Jaula activada y luego desactivada. Aquí hay que reparar en otro aspecto importante: el control de fronteras compete a la Policía española, no a la autonómica, y el Ministerio del Interior no aclara si implantó controles (testigos aseguran que no).

Curiosamente parece que será el que fue jefe de los Mossos con Puigdemont, Josep Lluís Trapero, quien tendrá que resolver la situación, que ha creado gran convulsión en el cuerpo. El nuevo president, Salvador Illa, avanzó en campaña que lo recuperaría como responsable.

¿Se pueden derivar nuevas imputaciones?

No hay que olvidar en ningún momento que es la resistencia del Supremo español a cumplir la ley de amnistía la que ha desencadenado esta diabólica situación, al insistir en no anular a Puigdemont la acusación de «malversación». El tema ahora es, ¿podría esta nueva marcha al exilio generar nuevas actuaciones delictivas en su contra, complicando aún más la situación?

‘La Vanguardia’, tras analizar el caso, concluye que no es posible. Con todo, sobra decir que los tribunales españoles son muy dados en retorcer las leyes contra la disidencia política, «construir imputaciones» en palabras de un ministro de Justicia. De momento, el juez Llarena ya ha pedido informes sobre lo ocurrido tanto a la Generalitat como al Gobierno español.

Colateralmente, en Catalunya preocupa la situación de Jordi Turull en el caso de que se confirme una citación como presunto colaborador en la huida. El indulto concedido en 2021 llevaba pareja la condición de no volver a delinquir en seis años.

¿Cómo queda ahora el retorno del exilio?

La recreación de cómo será el retorno de Puigdemont a Catalunya entra también en una dimensión desconocida. Hasta ahora la previsión general era que lo hiciera gracias a la aplicación de la amnistía, en un momento aún imposible de predecir dados los obstáculos judiciales en su contra, pero «a lo grande», sin medias tintas.

Lo ocurrido el jueves nubla esta parte. Por un lado, puede entenderse que con esa presencia en Barcelona el president del 1-O ya ha vuelto. Por otro, las segundas partes suelen tener menos impacto que las primeras. Puigdemont ya ha gastado esa bala.

¿Cuál es la estrategia de Puigdemont?

Ni en el mensaje escrito del viernes ni en el del vídeo de este sábado Carles Puigdemont ha sido especialmente explícito sobre su estrategia a futuro, más allá de cargar primero contra los Mossos y la Conselleria de Interior y ahora contra «las renuncias y la opción de acomodarse de algunos».

En la parte final del segundo mensaje sí parece marcar un camino, al unir su acción del jueves con la necesidad de que se multipliquen los actos personales y colectivos que sirvan para «descolocar al Estado español» y «no desbaratar el capital político y las enseñanzas del 1 de Octubre».