En la noche del domingo a este lunes se han encadenado numerosos ataques a supuestos objetivos de las Fuerzas de Seguridad pakistaníes: desde bloqueos de las carreteras principales hasta el asedio a un cuartel del Ejército pakistaní, pasando por el asalto a una comisaría de policía, así como numerosos intercambios de fuego en distintos puntos del territorio.
Si bien fuentes oficiales apuntan a al menos 38 muertos, el BLA (Ejército de Liberación Baluche) eleva la cifra hasta 126 en un comunicado emitido durante la mañana de este lunes. En el mismo, se reivindica la autoría de la cadena de ataques como parte de la llamada ‘Operación Herof’ («tormenta» en baluchi).
El asalto al cuartel de Bela (a 500 kilómetros al sur de Quetta, la capital provincial) ha durado unas 18 horas y se ha saldado con 64 militares muertos, siempre según informaciones del BLA. Según dichas fuentes, habría sido llevado a cabo por la Brigada Majeed, una célula formada en 2018 que se caracteriza por ataques suicidas, muchos de ellos contra objetivos chinos vinculados a la construcción del puerto de aguas profundas de Gwadar y al corredor energético y comercial que Pekín pretende levantar desde su territorio hasta el Índico. La Brigada Majeed también se desmarca del resto de grupos insurgentes baluches por incluir mujeres entre sus cuadros. Fuentes del BLA apuntan a que uno de los dos «mártires» de la operación habría sido precisamente una mujer.
En cuanto el bloqueo de las carreteras, este se ha producido tras un llamamiento del BLA a que la gente se mantuviera alejada de la autopista que conecta Baluchistán con la provincia de Punyab. A través de una serie de checkpoints móviles, los guerrilleros han parado el tráfico y han extraído supuestos «agentes de paisano». 62 de ellos habrían sido ejecutados. No es la primera vez que el BLA recurre a esta estrategia, ni tampoco el único grupo insurgente baluche que lo hace. El BLF (Frente de Liberación Baluche) también ha conducido acciones de este tipo en el pasado: se da el alto a vehículos privados y autobuses, se pide la documentación y se retiene o ejecuta a aquellos que, según los insurgentes, pertenecen a las fuerzas de seguridad o colaboran de alguna manera con el aparato pakistaní, desde altos funcionarios a trabajadores de la construcción en zonas tan sensibles como Gwadar.
Agravios
Con una superficie equivalente a la del Estado francés y un subsuelo rico en recursos, la tierra de los baluches permanece dividida entre las fronteras de Irán, Pakistán y Afganistán, países en los que ocupan las provincias más castigadas por la pobreza y el subdesarrollo. Que la sorpresiva acción se ejecute precisamente en estas fechas tiene un alto valor simbólico. Fue el 26 de agosto de 2006 cuando Nawab Akbar Khan Bugti, líder tribal de la tribu de los Bugtis así como uno de los dirigentes históricos baluches, fue asesinado tras ser bombardeada su base en las montañas por la fuerza aérea pakistaní. Aquel fue uno de los desencadenantes de un nuevo repunte insurgente en Baluchistán desde que Pakistán se anexionara por la fuerza el territorio, en marzo de 1948.
El ataque también se produce a los pocos días de que Pakistán sofocara con violencia en Gwadar una de las mayores manifestaciones en la historia de este pueblo. Decenas de miles acudieron desde todo el territorio a la localidad costera tras la convocatoria lanzada por Mahrang Baloch, una médica de 31 años que se ha convertido en el rostro más visible de la resistencia civil baluche.
Con una economía colapsada y altamente dependiente de la inversión china, acciones armadas como esta última vuelven a poner en entredicho la capacidad de Islamabad de garantizar los intereses de Pekín a orillas del Índico. En la primavera de 2023, China ofreció a Pakistán un paquete de medidas para aumentar la seguridad que incluían el despliegue de sus propias agencias de seguridad en la zona y entrenamiento para las fuerzas pakistaníes, así como la «bunkerización» de sus instalaciones en el puerto de Gwadar. Fue en marzo de este año cuando se completó la construcción de un muro que impide la libre circulación a la ciudad costera.
La insurgencia sigue hostigando al Ejército pakistaní en su cuartel de Nushki, una localidad próxima a la frontera afgana.