Surne Bilbao Basket sigue presentando a sus jugadores y en las dos últimas jornadas ha sido el turno de dos jugadores llamados a darle consistencia, empaque y profundidad al grupo, a la espera de que su rendimiento les otorga más o menos minutos: el veterano de 30 años Muhammad-Ali Abdur-Rahkman por un lado y el joven de 21 Rubén Domínguez por el otro.
«Tenemos una buena química y eso ya es una victoria», declaraba Abdur-Rahkman el martes y Rubén Domínguez ha destacado que «lo más importante de este equipo es que es un grupo», un hecho que el director deportivo de Bilbao Basket, Rafa Pueyo, ha ido refrendando.
Los hombres de negro solo han jugado un partido de pretemporada y en él el reparto de minutos obedeció a esa condición de grupo sólido, ya que nadie jugó menos de 11 minutos –Rubén Domínguez y Abdur-Rahkman fueron los que menos jugaron– ni más de 25. Cuando se lance el balón al aire en la competición de verdad, cosa que sucederá en tres semanas, con la eliminatoria previa de la FIBA Europe Cup para el cuadro bilbaino, Jaume Ponsarnau seguramente será menos democrático y ahí los jugadores con un rol más secundario tendrán que conformarse con animar desde el banquillo, aparte de aprovechar al máximo sus minutos.
Presentado este miçercoles, Rubén Domínguez está en esta tesitura. Criado en las canteras de Unicaja y de Estudiantes, el escolta de Puerto Real, a pesar de ser una de las esperanzas del basket hispano en categorías inferiores –medalla de oro y MVP en el Eurobasket u16 de 2019, torneo que descubrió a un tal Victor Wembanyama–, sus años en la Liga LEB Oro no han sido nada fáciles. Con pocos minutos en Estudiantes, el jugador andaluz tuvo que ir cedido al TAU Castelló para poder disponer de minutos, importancia sobre el parqué y opción a equivocarse y corregir sus errores.
«Tiene un gran futuro pero también un gran presente», ha subrayado Rafa Pueyo, destacando no solo su capacidad anotadora, sino que «tiene el potencial de ser también un buen defensor, aunque durante su formación su talento en ataque, lo mismo el tiro exterior, que el uno contra uno o el juego de pick'n roll, ha eclipsado ese extremo».
Domínguez se ha definido, mientras tanto como «el pesado que pregunta a todo el mundo. Intento ser una esponja y aprender. Sé que no es fácil llegar hasta aquí, y lo sé porque nadie me lo ha regalado», ha explicado el escolta de 21 años y 1,95 metros de estatura.
Lo cierto es que la progresión de Rubén Domínguez se ha ralentizado, que no estancado, pero al menos regresa a la ACB –debutó con Estudiantes con 18 años– con 21 años y con la opción real de ir arañando minutos merced a sus virtudes ofensivas, esas que el propio jugador ha subrayado.
En el caso de Abdur-Rahkman, debutar en la Liga ACB con 30 años lo vuelve a uno más cauto y agradecido, luego de haber pasado por Polonia, Italia y Turquía. Había oído hablar de Bilbao y me gusta mucho y en el equipo hay muy buena química, tenemos el mismo objetivo y no creo que sea algo fingido, sino que se nota que es real. Queremos ser un equipo por encima de las individualidades y eso ya es una victoria en sí misma porque no todos los equipos lo tienen», apuntó.
Después de su estreno en Laredo, los hombres de negro hacen ahora las maletas, ya que viajan a Estonia. En su capital, Tallin, los pupilos de Jaume Ponsarnau disputarán una de las semifinales de la Epicbet Cup frente al Napoli Basket italiano, al tiempo que el conjunto local del Kalev Cramo se las verá con el Paris Basket entrenado por nombres tan conocidos como Tiago Splitter y Stefan Ivanovic –el hijo mayor de Dusko– y que prepara su asalto a la Euroliga, después de haberse llevado la Eurocup la pasada campaña, con el base TJ Short como estrella y el finés Tuomas Íisalo en el banquillo.