Gisèle Pélicot, la mujer a la que su marido drogaba para que otros hombres la violaran estando inconsciente, declaró ayer en el juicio que se celebra en Avignon (sureste del Estado francés) contra 51 acusados que ha querido que el proceso sea público para que se sepa todo y ninguna otra mujer sufra una sumisión química.
«Para mí, el mal está hecho», señaló en su primera intervención ante el Tribunal de lo Criminal de Vaucluse antes de añadir que ha renunciado a que todo se hiciera a puerta cerrada «en nombre de todas esas mujeres que tal vez nunca serán reconocidas como víctimas». Según los periodistas presentes en la sala en la cuarta jornada del juicio, su voluntad es que con su testimonio «ninguna mujer sufra esta sumisión química».
Gisèle Pélicot, que tiene ahora 71 años, fue violada decenas de veces entre 2011 y 2020 por medio centenar de hombres con los que su marido, Dominique, contactó para que tuvieran relaciones sexuales con ella, que no era consciente de nada porque estaba bajo los efectos de ansiolíticos.
Todo se descubrió en setiembre de 2020 cuando Dominique Pélicot fue detenido por los vigilantes de un supermercado de la ciudad de Carpentras, en Vaucluse, por filmar bajo las faldas de varias mujeres, y cuando los policías fueron a analizar su material informático se toparon con miles de fotos y vídeos en los que aparecía su mujer inconsciente y se veían los abusos a los que era sometida.
«Durante 50 años, siempre apoyé a mi marido», señaló antes de puntualizar que su mundo «se hundió» el 2 de noviembre de 2020 cuando los convocaron a los dos en comisaría y le quisieron enseñar los archivos que le habían descubierto.
En total, se encontraron cerca de 4.000 fotografías y vídeos en los distintos ordenadores, memorias USB o discos duros de su marido. Las imágenes de unas 200 violaciones que sufrió en diez años, primero en la región parisina, pero sobre todo en Mazan, una pequeña ciudad de 6.000 habitantes en Vaucluse (sur), a donde la pareja se mudó en marzo de 2013.
«Una muñeca de trapo»
Ese día, sin embargo, se negó a ver los vídeos. No lo aceptó hasta mayo de 2024, cuando se acercaba el juicio, por consejo de su abogado.
Relató que en un primer momento le costó reconocerse, que se vio «inerte», «dormida» y que se dio cuenta de cómo abusaban de ella: «Violación no es la palabra correcta, es barbarie». «No son escenas de sexo, son escenas de violaciones. Hay dos o tres encima de mí y yo estoy inerte», relató la víctima antes de concluir que «me sacrificaron ante el altar del vicio».
En total, además de Dominique Pélicot, hay otros 50 hombres que han podido ser identificados y que están siendo juzgados por el delito de violación agravada, que está penado con hasta 20 años de cárcel.