«El 7-O es otro capítulo de la lucha contra la ocupación y el despojo»
El periodista palestino Mohammed Omer, autor de importantes libros que denuncian las décadas de masacres en la Franja de Gaza, reflexiona en una entrevista realizada por el periodista brasileño Raphael Sanz para la revista «Forum» y reproducida por GARA sobre la vida bajo la ocupación israelí.
A sus 40 años, el periodista palestino Mohammed Omer viaja por el mundo para hablar de sus libros, que retratan la vida cotidiana en Palestina, especialmente en la Franja de Gaza bajo la ocupación colonial y los ataques militares del Estado de Israel. “Shell Shocked: On The Ground Under Israel’s Gaza Assault” (En estado de shock: Viviendo bajo ataque israelí), aún sin traducir al castellano, cuenta las historias de varios residentes de Gaza durante los bombardeos de 2014. Sus nombres, historias, pasiones y tragedias trasladan al lector a un lugar más cercano a esa cruel realidad, devolviendo la humanidad a almas que de otro modo se perderían en las estadísticas.
En este entrevista, Omer reflexiona sobre su vida y obra, explica aspectos de la cuestión palestina, habla de la escalada de violencia en el último año y recuerda que la experiencia palestina también está marcada por pasiones, placeres y relaciones humanas y culturales complejas. Este será el tema de su próximo libro, “On the Pleausures of Living in Gaza” (Sobre los placeres de vivir en Gaza).
En «Shell Shocked: On The Ground Under Israel’s Gaza Assault», usted describe una serie de bombardeos y ataques en Gaza en 2014 de una manera que coloca al lector dentro de esa comunidad, al mostrar los nombres y las historias de las personas, sus hogares y sus rutinas alteradas. ¿Cómo fue su infancia en Gaza y qué aprendió al enfrentarse a la realidad de la ocupación colonial?
Nací y crecí en Gaza, donde pasé mi infancia y juventud, en una familia de refugiados que se vio obligada a huir de Yibna, ahora ocupada por colonos israelíes. Donde quiera que vaya en el mundo, esta profunda conexión con la experiencia palestina, incluidas las tragedias que azotan Gaza, viaja conmigo. Mi comprensión y defensa de la causa palestina tiene sus raíces en una conciencia histórica y cultural más amplia, moldeada por el sufrimiento colectivo y la resiliencia de mi pueblo.
La destrucción de Gaza, como de gran parte de Palestina, es el emblema del proyecto colonial más amplio que buscaba desplazar y borrar nuestra identidad palestina. Al crecer como palestino, se es consciente de los esfuerzos persistentes para negarnos nuestra tierra, nuestros derechos y nuestra propia existencia. La realidad del colonialismo nos enseña desde temprana edad la importancia de la memoria, la Historia y las historias que nos conectan con nuestra tierra y entre nosotros.
Las historias son importantes y deben transmitirse de generación en generación, como verán en mi próximo libro “Sobre los placeres de vivir en Gaza”, que es todo lo contrario de “En estado de shock”. En él se aprende la resiliencia, no solo como una necesidad para sobrevivir, sino como una forma de resistencia. Aprendes la importancia de la dignidad, de mantener tu identidad y de comprender que, pese a los intentos de fragmentar nuestras comunidades, estamos unidos por una historia compartida y un futuro colectivo. Las historias de las personas (familias, niños y barrios enteros) no son solo historias de sufrimiento, sino de una firmeza que se niega a permitir que las fuerzas del colonialismo dicten nuestro destino.
La vida en Gaza, sin la constante amenaza de masacre, podría ser una vida de creatividad extraordinaria, productividad y paz. El pueblo de Gaza, como todos los palestinos, tiene derecho a vivir con dignidad, a tener acceso a la educación, a la atención sanitaria y a las oportunidades. Sin el asedio y los bombardeos, Gaza podría florecer como centro de cultura e innovación. El potencial del pueblo palestino ha sido sofocado por décadas de ocupación, pero sigue siendo fuerte, esperando el día en que pueda realizarse plenamente.
En cada historia de pérdida, hay también una historia de resiliencia, y es esta dualidad la que da forma a la experiencia palestina. Aprendemos a resistir, no solo con armas o palabras, sino con el acto mismo de existir, de recordar y negarnos a ser borrados. Ésta, quizás, sea la lección más profunda que uno aprende cuando enfrenta la realidad de la vida bajo ocupación.
Once meses de ofensiva tras el 7 de octubre. ¿Cómo ha vivido este tiempo?
Los últimos once meses han sido un periodo de profunda angustia y reflexión para todos los que tienen a Palestina en sus corazones. Aunque no estoy físicamente en Gaza ni en Cisjordania, el dolor de mi pueblo resuena profundamente en mí, como lo hace en todos los palestinos de la diáspora. Los acontecimientos desarrollados desde el 7 de octubre representan otro capítulo más en la larga y trágica historia de nuestra lucha: una lucha contra la ocupación, el despojo y el ataque continuo a nuestra dignidad y humanidad.
Para mí, estos meses han sido un tiempo de intensa tristeza por la pérdida de seres queridos y familiares, pero también de compromiso renovado. Es imposible separar mi vida del destino de mi pueblo; Su sufrimiento es mi sufrimiento, su resiliencia es mi resiliencia. En tiempos como estos, el impacto emocional es incalculable. Las imágenes de destrucción, las historias de vidas destruidas y el conocimiento de que esto es parte de un intento deliberado y continuo de borrar nuestra presencia pesan en mi corazón.
Pero también refuerzan la importancia de mi trabajo y mi voz. La causa palestina siempre ha sido más que una lucha nacional; es una causa moral y ética, una lucha por la justicia que resuena en los pueblos oprimidos del mundo. En estos momentos oscuros, mi vida está consumida por la necesidad de transmitir la verdad de nuestra situación, combatir la narrativa dominante que busca deshumanizarnos y abogar por el reconocimiento de nuestros derechos en el escenario global.
¿Qué es Hamas y qué pasó en Palestina, especialmente en Gaza, donde Fatah y otras organizaciones parecen haber perdido influencia?
El movimiento de resistencia islámica Hamas fue fundado en 1987 durante la Primera Intifada, un levantamiento popular contra la ocupación israelí. Surgió no solo como un grupo de resistencia armada, sino también como un movimiento social y político. Hamas tiene una importante base de apoyo en Gaza y en el resto de territorios palestinos, en gran parte porque comenzó brindando servicios sociales, educación y atención médica esenciales en áreas donde a menudo falta esa infraestructura debido a la ocupación.
La ideología política de Hamas tiene sus raíces en una forma de nacionalismo islámico, que lo distingue de los movimientos puramente religiosos. Aunque Hamas comparte algunos valores religiosos, está impulsado principalmente por la lucha de liberación nacional contra la ocupación israelí más que por una agenda más amplia de propagación de cualquier otra doctrina.
La caída de la influencia de Fatah y otras organizaciones en Gaza puede atribuirse a varios factores. Fatah, históricamente la fuerza dominante en la política palestina, ha enfrentado críticas por corrupción, ineficacia [para mejorar las vidas de los palestinos] y por su manejo de las negociaciones de paz con Israel. Los Acuerdos de Oslo, que Fatah apoyó en 1993, no han llevado a la consecución de las aspiraciones palestinas de tener un Estado, lo que ha causado frustración entre los palestinos. En cambio, Hamas se ha posicionado como una fuerza más intransigente frente a la ocupación, lo que le ha valido un apoyo significativo, sobre todo en Gaza.
Es importante comprender que la política palestina es compleja y que la situación en Gaza refleja la dinámica más amplia de ocupación, resistencia y lucha por la autodeterminación. Si bien las tácticas de Hamas, en particular su uso de la violencia, son controvertidas y condenadas por muchos, incluso dentro de la comunidad palestina, su ascenso al poder en Gaza es reflejo de frustraciones profundamente arraigadas con el actual statu quo y la ocupación.
¿Qué explica la operación «Tormenta de Al-Aqsa»?
La “Tormenta de Al-Aqsa” [ataques del 7 de octubre] fue una operación militar a gran escala lanzada por Hamas el 7 de octubre de 2023, aunque esta fecha no marca el comienzo de nada, sino solo otra etapa en la larga historia de opresión y ocupación. Las motivaciones detrás de esta operación son complejas y multifacéticas. Es importante comprender que Hamas, como parte del movimiento de resistencia palestino más amplio, a menudo actúa en respuesta a las continuas provocaciones e injusticias que enfrentan los palestinos bajo la ocupación israelí, particularmente en relación a sitios sensibles como la Mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén.
Una posible explicación a la operación puede estar relacionada con el aumento de las tensiones en la Mezquita de Al-Aqsa y el acoso a los prisioneros palestinos, que había ido en aumento en las últimas semanas de septiembre y, más aún, en la primera semana de octubre, cuando acciones israelíes -como restricciones a los fieles palestinos y visitas de colonos israelíes- aumentaron la ira y la frustración entre los palestinos. Al-Aqsa es un símbolo de la identidad nacional y religiosa palestina, y cualquier amenaza percibida a menudo desencadena una resistencia generalizada.
¿Qué pasa ahora tras la muerte de Ismail Haniyeh en Irán?
Haniyeh fue una figura central de Hamas y una voz moderada de la razón, si se mira quién le sucede en la línea de liderazgo, especialmente tras las divisiones internas del movimiento entre las facciones de Gaza y Cisjordania. Su asesinato conduce a un período de inestabilidad, en el que se elige nuevo líder a quien pasó 24 años en una prisión israelí y es conocido por ser de línea dura. Esto es probablemente lo que Israel quiere. No querían a Haniyeh, quien estaba cada vez más cerca de aceptar la solución de dos Estados. No preveo ninguna guerra regional como resultado de este asesinato. Después de todo, Haniyeh es solo uno de los muchos a lo largo de la historia de Fatah, Hamas y el FPLP [Frente Popular para la Liberación de Palestina] que fueron asesinados, pero la historia nunca termina ahí.