NAIZ
Berlín

Las medidas migratorias dividen al Gobierno alemán y alejan a la oposición

El Gobierno alemán se mostraba dividido un día después de anunciar que extenderá los controles fronterizos para impedir la entrada de migrantes y refugiados. La oposición dio por terminado el diálogo con el Ejecutivo, que ha acabado asumiendo las tesis de la extrema derecha tras su avance electoral.

Un policía alemán detiene un camión en la frontera con Polonia.
Un policía alemán detiene un camión en la frontera con Polonia. (Frank HAMMERSCHMIDT | DPA)

La ministra alemana de Interior, la socialdemócrata Nancy Faeser, se reunió ayer en Berlín con los líderes del principal grupo parlamentario de la oposición, compuesto por la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), y los responsables de los estados federados para debatir sobre medidas para controlar la inmigración irregular.

El Gobierno alemán ordenó la víspera ampliar los controles de pasaporte en los 37.000 kilómetros de frontera terrestre, a partir del lunes y durante seis meses, para tratar de limitar la llegada de migrantes en situación irregular y mejorar la vigilancia frente a potenciales amenazas islamistas.

El anuncio ha agrietado al Ejecutivo del canciller Olaf Scholz, cuya titular de Exteriores, la ecologista Annalena Baerbock, rechazó de forma tajante esa posibilidad.

«Las acciones en solitario no son una solución. El terrorismo no se combate con histeria y el terrorismo solo se combate de forma conjunta, en Europa», afirmó Baerbock en rueda de prensa en Berlín. Y alertó sobre la necesidad de «no dejarse dividir» a pesar del empuje de fuerzas políticas como la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).

Para Baerbock, defensora del pacto europeo de migración ante los desafíos que plantea la inmigración, la solución para limitar la llegada de migrantes y solicitantes de asilo a Alemania no puede pasar por rechazarlos de forma sumaria en la frontera, una opción que plantea dudas desde el punto de vista legal.

La extrema derecha, ganadora hace dos semanas en las elecciones regionales en Turingia y segunda en Sajonia, ha hecho de la mano dura contra la inmigración uno de sus principales caballos de batalla, y el avance electoral de la AfD ha llevado al Ejecutivo ha hacer suyas las tesis ultraderechistas y a tomar medidas urgentes, que presentará al Parlamento y que pretende consensuar con la oposición para evitar un nuevo castigo del electorado.

La reunión de ayer de Faeser con los líderes de la oposición y los länder es la segunda que convoca Interior tras el atentado islamista de Solingen que dejó tres muertos y tras el que el Gobierno prometió medidas, incluida una reducción de las trabas para las deportaciones. Y tuvo lugar el día en el que organizaciones como el Consejo de Migración alertaron de que las ideas de la ministra son parte de una «estrategia peligrosa» que atenta contra la legislación europea.

El líder de la CDU, Friedrich Merz, dio ayer por terminado el diálogo con el Gobierno sobre política migratoria debido a diferencias entre las partes, al haber rechazado el Ejecutivo una de las demandas clave planteada por la CDU sobre el rechazo de migrantes en las fronteras de Alemania desde países vecinos.

Desde 2023 y 2015

En octubre de 2023, Alemania comenzó a aplicar controles en las fronteras con Suiza, República Checa y Polonia para controlar la inmigración, y con Austria, en septiembre de 2015. Viena adelantó que no acogerá a las personas devueltas por Berlín. «No hay margen de maniobra», dijo Gerhard Karner, su ministro de Interior.

Por su parte, el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, consideró «inaceptable» el anuncio de Berlín, que achacó a la política interna alemana, y aseguró que pedirá a otros países afectados por los nuevos controles que «realicen consultas urgentes en la Unión Europea», al tiempo que reclamó «que haya presión polaca y de otros países».