Amaia  U. Lasagabaster
Kazetaria, kirol informazioan espezializatua / Periodista, especializada en información deportiva

Un debut en rojo para 20 años de camino en txuri-urdin

Con una goleada al Amara Berri echó a andar la Real femenina hace 20 años. Un largo camino que le ha llevado a asentarse en la elite, estrenar su palmarés, debutar en Europa y desarrollar una amplia estructura. Cuatro protagonistas directos de sus principales hitos repasan la historia txuri-urdin.

El primer equipo de la Real, que vistió de rojo en su enfrentamiento inaugural con el Amara Berri hace hoy veinte años.
El primer equipo de la Real, que vistió de rojo en su enfrentamiento inaugural con el Amara Berri hace hoy veinte años. (Gari GARAIALDE | FOKU)

Se cumplen veinte años de aquel domingo 19 de septiembre en el que la Real echó a andar. La gestación comenzó antes, claro, con el trabajo de los pioneros Oiartzun, Añorga o Eibartarrak, la posterior apuesta conjunta del fútbol guipuzcoano, las pruebas en Zubieta a decenas de futbolistas y los últimos preparativos en aquel verano de 2004 que incluyeron un primer derbi contra el Athletic en favor de Kilometroak. Pero fue en Martutene, con un partido entre Amara Berri y una Real vestida de rojo, donde arrancó hace dos décadas el camino oficial de un equipo que hoy en día ya es una estructura profesionalizada y asentada en la elite.

Esta tarde, las niñas del equipo cadete, con el que la pasada temporada se añadió un peldaño más a la escalera propia del club, irán en taxi a Zubieta, donde cuentan con profesores, preparadores físicos, nutricionistas, psicólogos y un sinfín de profesionales que contribuyen a su pleno desarrollo deportivo y personal. Lujos de los que apenas llegaron a disfrutar en el final de sus carreras las más afortunadas de la veintena de futbolistas que dio nombre a aquella primera Real.

«Nos movía la ilusión»

Gurutze del Ama no solo puede presumir de haber disputado el primer partido oficial del equipo donostiarra. La centrocampista –que dos años se convertiría en la primera goleadora en la historia de la selección– lució el brazalete de capitana y además marcó uno de los once goles que celebró la Real. «No me acuerdo muy bien –reconoce–. ¡Son muchos años! Sí me acuerdo que las camisetas eran rojas. Nos mirábamos y se nos hacía todo raro. Muchas nos conocíamos pero nunca habíamos jugado todas juntas en un equipo. Fue como si necesitásemos un poco de tiempo para darnos cuenta».

Pronto se acostumbraron. A jugar y a ganar, lo que les llevó en dos años a Primera. «La primera temporada fue un poco rollo porque ganábamos todos los partidos de calle. Y en el segundo el ascenso fue un tanto agridulce porque no lo conseguimos en el campo, pero también nos habían robado un poco a la cara...».

Era septiembre de 2006 cuando la Real comenzó su andadura en la elite... aunque no se extendía a todos los ámbitos. «En exigencia sí, casi desde el primer momento, pero la vuelta no venía», lamenta, aunque en sus ocho años como txuri-urdin la cosa evolucionara. «Pero profesionales no éramos aunque tuviéramos un contrato», explica. «Nos metíamos unas palizas en el autobús –recuerda–... Íbamos a Huelva, jugar, vuelta y al día siguiente a clase. Yo estudiaba en Gasteiz, cogía el autobús de línea a Donostia y allí otro a Zubieta para entrenar cuando todavía no teníamos taxis. Pero lo hacíamos todo tan contentas porque nos movía la ilusión».

Era otro fútbol, no forzosamente peor que el actual. «En algunas cosas sí y en otras no. Yo pude irme al extranjero a hacer un máster –en Finlandia, tras lo que volvió a la Real– y seguramente esas cosas no las haría hoy. Pero es verdad que el fútbol necesitaba crecer y que le ha costado, pero que ahora sí parece que ha pegado el bombazo y va para arriba... Pero también creo que se está empezando a parecer demasiado al fútbol masculino desde categorías inferiores y no sé hasta qué punto me gusta. Pero bueno, es otro fútbol».

A la Copa

«Que si es otro», coincide Javier Garmendia, que dirigió a las donostiarras entre 2008 y 2010, aunque en su caso ve «para bien todos los cambios» que ha experimentado la Real. «Se ha adaptado a la competición en la que está. Todo el mundo se adapta, mejora. Si quieres estar ahí, tú también tienes que hacerlo. Por ejemplo, nosotros éramos tres en el staff, Garbiñe, Tximist y yo, y ahora ves un montón de gente trabajando para el equipo, para preparar los partidos, para que las futbolistas estén bien cuidadas...».

Esa es la parte que más le congratula «porque lo que hacían nuestras jugadoras era brutal, extraordinario, la dedicación que tenían... Gente que trabajaba o estudiaba, luego venía a entrenar, el fin de semana partido, viaje... No eran profesionales porque jugaban por afición, pero la dedicación era de elite y la exigencia tremenda. Pero el ambiente era bueno porque a todos nos gustaba el fútbol y la Real y porque sabíamos que estábamos en una categoría de elite».

Javi Garmendia dirige a las txuri-urdines desde el banquillo. (Imanol OTEGI/FOKU)

El esfuerzo dio resultados y la Real se clasificó por primera vez para disputar la Copa. «Nos hizo una ilusión tremenda, era un gran éxito, lo celebramos mucho», explica, aunque luego las guipuzcoanas cayeron a la primera contra el Torrejón.  «Faltó poco –recuerda el técnico–. Y fue un primer paso que había que dar».

No hay vuelta de honor por los Campos Elíseos sin las veinte etapas anteriores y, en ese sentido, Garmendia da por buena la marcha de la Real. «En la vida lo importante es ir dando pasos firmes aunque sean pequeños y no subiendo escaleras de tres en tres porque te puedes caer. Y en ese sentido a la Real le veo muy bien. Me da la sensación de que hace las cosas con sensatez y criterio. Cuando estuvimos nosotros ya se daban pasos adelante y si miras ahora cómo ha evolucionado en estos años... Luego llegarán los resultados o no porque los rivales también trabajan para mejorar, pero si tú vas haciendo lo que está en tu mano, siempre vas a avanzar como se ha hecho hasta ahora».

Exigencia y respaldo

Quién le iba a decir a Garmendia que una década después de aquella primera clasificación, la Copa volvería a ser motivo de celebración para la Real. El título que conquistó el 11 de mayo de 2019 tuvo entre sus artífices a Cristina «Chini» Pizarro, que considera aquel logro consecuencia y causa. «Ambas. Se empezó a trabajar mejor, las jugadoras vimos que podíamos dar más y mejoraron los resultados. Y a raíz de esa Copa se dan más pasos y te acercas a los de arriba, otra final, Europa... A la jugadora le exiges, pero se tiene que sentir respaldada por el club».

La llegada a Zubieta de Chini –hoy directora deportiva de la sección femenina del Leganés tras colgar las botas la pasada primavera– supuso un cambio de política en el club, que hasta entonces se había nutrido exclusivamente de futbolistas vascas. Había pasado antes por dos clubes con mucha tradición en el fútbol femenino, Atlético de Madrid y Rayo Vallecano, y descubrió, sobre todo, «un club muy familiar, en el que jugadoras, cuerpo técnico, afición... me hicieron sentirme en casa en seguida. Y sigue siendo mi segunda casa, vengo prácticamente todos los veranos y los fines de semana que puedo».

Chini celebra con la afición en Anoeta la clasificación para la final de Copa de 2019. (Juan Carlos RUIZ/FOKU)

También se encontró «unas instalaciones espectaculares para trabajar. Y una estructura hecha pero que tenía todavía mucho margen de mejora. Sin tirar la casa por la ventana ha ido avanzando paso a paso hasta llegar al punto que está ahora». Un punto en el que debe recordar que exigencia y respaldo deben ir de la mano. «El club, el cuerpo técnico y las jugadoras se tienen que poner unos objetivos que sean reales y esforzase en ello. No vamos a pensar en una Liga porque a día de hoy es muy difícil, pero sí en estar compitiendo entre los cuatro primeros, intentar llegar a Champions, finales de Copa... Es posible si se hace la apuesta».

El sueño de una niña guipuzcoana

Lo ha comprobado la propia Real a la que, después de aquella noche mágica de Granada, las mejoras implementadas en Zubieta le han permitido disputar otra final de Copa y participar por primera vez la Champions League tras alcanzar la mejor clasificación de su historia, un segundo puesto solo por detrás del Barcelona, además de los billetes para la Supercopa correspondientes.

Protagonista directa de todas esas alegrías y alguna pena es Ane Etxezarreta, que cumple su décima temporada en el primer equipo txuri-urdin. Tenía solo 9 años cuando la Real se puso de largo y su primer recuerdo se remonta al amistoso que disputó en Asti con el Athletic. «Me llevaron mis padres y fuimos con muchísima ilusión. Fue muy bonito».

Poco imaginaba que una década después ella misma debutaría con la camiseta blanquiazul –«acabábamos de subir a Primera con el Oiartzun cuando me llamaron y la ilusión fue increíble», recuerda– y que otra década después seguiría defendiendo el escudo de la Real. Todo ello le produce «orgullo, porque he cumplido un sueño que tenía desde niña y porque además no ha sido solo llegar; con esfuerzo y sacrificio he conseguido mantenerme aquí. También siento la responsabilidad de representar algo importante y la de esforzarme al máximo para dar el nivel acorde a la categoría, al club y al equipo. Lo siento no solo como guipuzcoana, sino también como futbolista profesional. Y por supuesto siento muchísima ilusión, sigue siendo grandísima».

Ane Etxezarreta cumple su décima temporada en la Real. (Gorka RUBIO/FOKU)

La beasaindarra ha tenido la fortuna de unirse al camino cuando las primeras etapas ya se habían recorrido, aunque ahora también quedan mejoras por realizar –por ejemplo en los desplazamientos, para los que las futbolistas querrían un mayor uso del avión para evitar horas de carretera–, de la misma manera que las condiciones que conoció a su llegada a Zubieta tampoco eran las actuales. «Ha habido cambios a todos los niveles. Cuando yo empecé, por ejemplo, entrenábamos solo por la tarde y casi no teníamos tiempo para tratamientos, ejercicios de prevención... Poco a poco se empezaron a meter sesiones matinales y ahora ya entrenamos de mañana, comemos en Zubieta... Y desde hace años ha aumentado el trabajo de gimnasio, que es muy necesario, la prevención, la calidad y el tiempo de la readaptación tras una lesión, que era muy necesario... Tenemos mucho más tiempo y medios para cuidar y mejorar nuestro rendimiento. Se trabaja más en todos los ámbitos y eso nos ha hecho mejorar física, táctica y técnicamente».