Areso-Bryan-Contrataque: ABC futbolístico para romper 12 años de sequía ante los dos gigantes
Más de 12 años hacía que Osasuna no ganaba al Barcelona en El Sadar; 14 lleva sin doblegar al Real Madrid. Arrasate no encontró la tecla en su ciclo exitoso; Vicente Moreno sí lo ha hecho a la primera, con una receta básica y muy efectiva de repliegue exhaustivo y transiciones de vértigo.
Corría febrero de 2012 cuando, sobre un Sadar semihelado, el Osasuna de Mendilibar superaba al Barça por 3-2 (dos de Lekic y uno de Raúl García). Hay que irse un año antes, a enero de 2011, para recordar la última victoria en Iruñea ante el Real Madrid (1-0, Camuñas). En estos últimos cinco años, el rock and roll de Jagoba Arrasate se demostró muy eficaz ante equipos similares o de menor nivel, pero insuficiente para derrotar a los colosos. La racha se ha roto de primeras con Vicente Moreno y un manual menos moderno, más «ochentero».
A cal y canto. La receta básica partía inevitablemente de cerrar los pasillos interiores que explota el Barcelona. Pablo Ibáñez puso las piernas del lesionado Moncayola y Torró lo agradeció enormemente. Moreno tiró de la veteranía de Juan Cruz ante el riesgo de que los culés encontraran alguna vía de agua en la banda de Abel Bretones, en el primer gran partido para el de Langreo. Dos retoques de cajón, acertadísimos.
La solvencia de Boyomo en sus cuatro primeros encuentros ha hecho que ni siquiera fueran necesarios tres centrales: el franco-camerunés volvió a estar muy bien colocado y físicamente sobrado junto a Catena. Dos hombres tranquilos ante todo, esté quien esté enfrente.
Las circulaciones de balón culés fueron estériles: 587 pases frente a 142 rojillos mucho más efectivos. Hubo que llegar al minuto 45 para ver algo similar a una ocasión por parte del Barça: un cabezazo de Koundé. Y solo en el primer cuarto de hora de la segunda parte Osasuna estuvo realmente sometido.
Recital de contrataques. Limitarse a defender a estos equipos acaba siendo apostar por que el jarrón se rompa al final. Había que salir al ataque y Osasuna lo tuvo claro por dos vías: balones largos a Budimir a la espalda de la defensa y cabalgadas por la banda derecha tras pivotar sobre el croata o Rubén García. La primera funcionó a medias; la segunda, 100%. Hansi Flick elogió las transiciones rojillas en su rueda de prensa.
Areso recibió libertad para hacer de «potro de Cascante» por el césped del Sadar, en un dibujo asimétrico en que Juan Cruz no percutía tanto por la otra banda. Completó un partido que le ha encumbrado a nivel estatal, desde la primera incursión en que él mismo pudo marcar hasta la jugada del penalti del 3-1, jugada determinante de un partido que estaba en el alambre.
Y el acierto de las dos B. Con posesión tan desigual, Osasuna y Barcelona empataron a disparos: diez cada uno. Pero los rojillos no solo acabaron dentro más veces, sino que el 5-2 ó el 6-2 estuvieron mucho más cerca que el 4-3, vistas las ocasiones de Areso o Ibáñez en la primera parte o Ruben Peña y Raúl en la segunda. Es lógico: Osasuna pudo atacar con más espacio, con mayor claridad.
Del acierto se encargaron Bryan Zaragoza y Ante Budimir. El andaluz destapó el tarro de las esencias con el 2-0, un regate de genio y ejecutado a velocidad de vértigo. Como Abde, hace dos años, basta encontrarlo tres-cuatro veces por partido para sacarle chispas.
Cuélguenlo en el Louvre.
— C. A. OSASUNA (@Osasuna) September 28, 2024
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Antes, de hecho, Bryan ya se había desembarazado con facilidad pasmosa de Koundé para poner un centro tenso y en el punto exacto para la cabeza de Budimir (1-0). El cisne de Zenica siempre llega a tiempo. Su segundo gol mostró además que ha limpiado la sombra en los once metros que le podía haber dejado aquel error grotesco ante el Valencia hace meses.
«Budi» fue despedido a lo grande por una grada que no deja de alucinar con su rendimiento. Ya mira por el retrovisor a grandes goleadores rojillos como Etxeberria e Irigibel, acaba de superar a Urban y podemos empezar a apostar por que alcanzará a Sabino Andonegi, el máximo goleador histórico en Primera.