Cinco pelis imprescindibles ante las elecciones de EEUU
Desde ‘El mensajero del miedo’ a ‘El hombre del año’, comedias y dramas, imágenes y personajes inolvidables de la gran pantalla que han representado este momento políticamente tan trascendente.
Estamos preparando ya las palomitas, como en un cine, o mejor que en un cine. Llegan las elecciones norteamericanas y finalmente se sabrá quién escribe el final de esta película: ¿presidenta Kamala Harris o presidente Donald Trump?
Palomitas, sí, no por casualidad. Toda la campaña se ha ido desplegando como un guión, con golpes de efecto como el retiro imprevisto de Joe Biden y los atentados contra Trump, además de los encontronazos en debates y mítines.
Estados Unidos, tierra de cine, a veces anticipación de la realidad más que representación básica de la misma. Tema, las elecciones. Desarrollo, depende de muchas cosas, de la sensibilidad de los directores o de los actores. Hemos elegido cinco pelis (hay muchas más en realidad) para preparar mentalmente este decisivo martes.
‘El mensajero del miedo’ (1962)
Lobos solitarios que preparan atentados y luego se olvidan de todo; la importancia de la guerra, cualquier guerra, para crear personajes sólidos; una cierta dosis de teorias de la conspiración y la anticipación de la realidad... Todo esto es ‘El mensajero del miedo’ (‘The Manchurian Candidate’), obra maestra del género fantapolitico/psicológico, dirigida por John Frankenheimer.
Estrenada justo una semana después de la crisis de los misiles entre Estados Unidos y Cuba, refleja perfectamente el sentimiento paranoico que permeaba la sociedad americana durante la Guerra Fría, con la caza de brujas contra los comunistas.
Dos hombres vuelven de la Guerra de Corea: Raymond Shaw (Laurence Harvey) y Bennett Marco (Frank Sinatra), ambos sufriendo tremendas pesadillas sobre lo ocurrido durante el conflicto. Sin embargo, el primero es un ‘Manchurian Candidate’, a quien los comunistas han provocado, a través de un «lavado de cerebro», un instinto para matar en determinadas situaciones, olvidándose enseguida de sus hechos.
La manera utilizada para catalizar este instinto homicida es un juego de cartas, el solitario, más precisamente con la Dama de Diamantes, símbolo que encontramos también en el cartel publicitario de la película.
‘El mensajero del miedo’ culmina con un momento clave en unas elecciones presidenciales estadounidenses. Y, como a veces pasa con el cine, la peli de Frankenheimer resultó anticipatoria de la realidad. Exactamente un año después de su estreno un tal Lee Harley Oswald, que antes había vivido en la Unión Soviética, mataría en Dallas al presidente de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy.
De hecho, era un perfecto ‘Manchurian Candidate’. Y como Oswald, también Sirhan Sirhan, que mataría en 1968 da Robert Kennedy, hermano de JFK, cuando estaba ganando las primarias del Partido Demócrata. Aunque, según Donald Trump, Joe Biden también era un ‘Manchurian Candidate’ pilotado por China.
‘Todos los hombres del presidente’ (1976)
Un gran clásico del cine americano, del cine de los 70 (la era de los jóvenes cineastas autónomos como Alan J. Pakula) y del cine militante, se podría decir.
La historia es conocida, la investigación periodistica llamada Watergate, con la cual ‘The Washington Post’ descubriría los tentáculos de la corrupción perpetrada por la Administración de Richard Nixon para ser reelegido en 1972. Una investigación que provocaría las dimisiónes del propio presidente de Estados Unidos en 1974.
Los protagonistas de esta búsqueda casi desesperada de informaciones son dos periodistas tan conectados entre ellos que llegan a tener una sola vida propia: Bob Woodward (interpretado por Robert Redford), todavía protagonista hoy día gracias a libros sobre Donald Trump, por ejemplo, y Carl Bernstein (Dustin Hoffman).
Son los ‘Woodstein’, esa síntesis creada por Ben Bradlee, director de ‘The Washington Post’, que consigue lo que al inicio de la película parece imposible: encontrar las pruebas de la corrupción y de los engaños de la Administración Nixon. Esta culminó en el caso del hotel Watergate, sede de los demócratas, donde algunos simpatizantes del Partido Republicano habían entrado a robar unos documentos y colocar aparatos para espionaje.
En su obra, Pakula nos propone la visión, casi paso a paso, de la investigación. Es como si nosotros también estuviéramos con los Woodstein investigando, preguntando y encontrando fuentes inesperadas como el mítico ‘Garganta Profunda’, que de vez en cuando se topa con Woodward en un garaje oscuro.
A medio camino entre el thriller y el documental, ‘Todos los hombres del presidente’ tiene un final impactante y muy eficaz: las maquinas de escribir del ‘The Washington Post’ que poco a poco ahogan la voz de Richard Nixon durante su discurso para la reelección en 1973.
‘Bienvenido mister Chance’ (1979)
Un jardinero analfabeto de unos 50 años tiene que salir de casa por primera vez en su vida; su dueño ha muerto y la inmobiliaria quiere vender el enorme piso cuanto antes. Nadie sabe quién es aquel hombre llamado Chance, que ha alimentado sus conocimientos sobre la vida real a través de las imagenes de la televisión que consume de manera compulsiva y actúa simplemente replicándolas.
En una Washington caótica que es totalmente ajena a sus ritmos, el jardinero es atropellado por el coche de la mujer de una «eminencia gris» del presidente de Estados Unidos. Invita a Chance (que en inglés significa tanto «oportunidad» como «casualidad») a su mega-villa para ser cuidado allá junto a su marido, que padece una grave enfermedad.
Las maneras educadas y un vocabulario basado solamente en el mundo de la jardinería con todas sus obviedades («En primer lugar hay primavera y verano, luego vienen el otoño y el invierno, pero después vuelven primavera y verano») encantan totalmente a Ben Rand, el consejero privado del presidente, y sobre todo a su mujer Eve, que se enamora de Chance.
En un crescendo de absurdos, el jardinero se convierte él mismo en «consejero del consejero», sin hacer nada especial realmente sino solamente repitiendo las mismas frases obvias que el entorno transforma en leyes cargadas de sabiduría. «I understand», «Entiendo», matiza siempre Chance, en realidad sin entender nada. Cada frase sobre los árboles o el crecimiento de las plantas suena a ingeniosa metáfora pero en realidad son el punto de vista simple de un hombre que no ha salido nunca de las cuatro paredes de su casa.
El final, inevitable, es que Chance se convierte en candidato a la presidencia de Estados Unidos, sobre todo por no tener antecedentes (y es que nadie sabe de dónde viene). Esta opción se plantea durante el funeral de Ben Rand mientras que el jardinero, totalmente desinteresado en el asunto, hasta camina sobre las aguas de un pequeño lago. «La vida es un estado mental», enuncia el presidente de Estados Unidos en la oración.
Peter Sellers, hasta 1979 conocido por sus actuaciones cómicas en la saga de ‘La Pantera Rosa’ o en ‘Teléfono rojo’ y ‘Lolita’, interpreta a Chance Gardener (su profesión se convierte en apellido) y nos regala con ello su último gran personaje antes de morir, homenajeando el estilo minimalista de su ídolo Stan Laurel. Pocas frases, repetitivas, una completa ingenuidad transformada por los demás en pura inteligencia.
No les importará mucho, pero mi tesis doctoral en la universidad versó sobre esta peli, que es muy rara de encontrar y casi de culto... y mi profesor de Teorías y Técnicas de los Medios de Comunicación casi se puso a llorar porque no se lo esperaba.
‘Dave, presidente por un día’ (1993)
«Avisadme solo si hay alguna guerra». Esta es la orden del presidente de Estados Unidos, William Harrison Mitchell, a sus colaboradores, mientras se va con su amante para una cita imprescindible. Pero el país no se puede parar y, como ya había ocurrido otra vez los servicios secretos, EEUU van en busca de una persona que se parezca tanto al presidente como para poder sustituirle durante un día. Lo encuentran en Dave Kovic, un hombre tranquilo que tiene una oficina de empleo y que es la copia clavada de Mitchell.
El objetivo es que Kovic haga un par de discursos públicos antes de volver a su vida normal, pero desafortunadamente el presidente padece un derrame cerebral durante una cita romántica con su amante y tiene que ser ingresado.
Así que ahora Kovic tiene que quedarse no solamente por un día, sino a largo plazo, y entender cómo la figura de «mister president» en realidad es la de muñeco en las manos de otras entidades prácticamente todopoderosas. Sin embargo, sus actos políticos y el trato que mantiene con las personas de su entorno resultan mucho más bonitos que los del verdadero presidente... incluso con la Primera Dama.
Enorme Kevin Kline interpretando a Mitchell y Kovic, el presidente y su doble; sobre todo a Kovic, al estar «el otro» ingresado casi desde el principio. La pelicula de 1993 dirigida por Ivan Reitman, maestro de estas historias grotescas (‘Cazafantasmas’, ‘Los gemelos golpean dos veces’, ‘Junior’) está inspirada inevitablemente en los rumores que hablaban de los posibles dobles de algún dictador tipo Saddam Hussein, que hace 30 años era el enemigo público numero uno de Estados Unidos.
‘El hombre del año’ (2006)
Es curioso cómo la tendencia de los cineastas estadounidenses cuando proponen una película sobre las elecciones o la figura del presidente USA es considerar a esa figura como algo que realmente cualquiera podría ejercer. Desde los dibujos animados de Betty Boop o de Bugs Bunny, parece que el concepto de «hombre más poderoso del planeta», como se le ha definido, sea algo ridículo o que al menos no merezca tanta consideración.
Luego, claro, ha habido grandes retratos cinematograficos de ciertos presidentes (‘Lincoln’ con Daniel Day-Lewis, por ejemplo) pero en general parece que que los directores de Hollywood necesiten desahogarse contra esta figura. Este es un hilo conductor que tiene una de sus máximas representaciones en esta peli, con Robin Williams, el inolvidable Robin Williams.
Interpreta a un actor cómico que, cabalgando sobre la vox populi, las opiniones del público, se postula a la presidencia como independiente y gana, derrotando tanto a los republicanos como a los demócratas.
No es la mejor versión ni de Robin Williams ni del cineasta Barry Levinson, que ya había dirigido al actor en ‘Good morning, Vietnam’. La peli se pierde un poco entre comedia en la primera parte y una segunda más estancada y los personajes no están muy bien desarrollados... Algunas frases se han quedado en la memoria, eso es cierto: «Los políticos son como los pañales: hay que cambiarlos a menudo y siempre por la misma razón».
En cualquier caso, resulta evidente, la imagen del presidente de Estados Unidos en la gran pantalla es que casi cualquiera puede llegar ahí.