Amaia  U. Lasagabaster
Kazetaria, kirol informazioan espezializatua / Periodista, especializada en información deportiva

Un juego de once contra once en el que importan las personas

Con motivo de Gloriosas Astea, el Alavés reunió a los entrenadores de los cinco principales equipos femeninos de fútbol vascos. Aznar, Domínguez, Esteban, Martín y Sánchez Vera departieron sobre su trabajo, sus carreras y el fútbol en general ante un atento auditorio.

El evento organizado por el Alavés reunió a numeroso público.
El evento organizado por el Alavés reunió a numeroso público. (Endika PORTILLO | FOKU)

Por cuarto año consecutivo, el Alavés ha organizado Gloriosas Astea. Culminará mañana con la disputa del encuentro que enfrentará a las albiazules con el Barcelona B en Mendizorrotza, pero, como ya es tradición, también ha ofrecido la posibilidad de escuchar a nombres relevantes dentro del fútbol femenino. Esta vez han sido los entrenadores de los cinco principales equipos vascos. David Aznar (Athletic), Josu Domínguez (Osasuna), Andrea Esteban (Alavés), Yerai Martín (Eibar) y José Luis Sánchez Vera (Real Sociedad) departieron ante un nutrido auditorio, que siguió con atención sus impresiones sobre los tres grandes protagonistas de su modalidad deportiva: las jugadoras, el balón y el banquillo.

Fútbol es fútbol

Un banquillo tradicionalmente despreciado por los profesionales, lamentaba el presentador del evento, recordando a aquel técnico que, al ser preguntado sobre si entrenaría a un equipo femenino, respondió «si no tengo otra cosa...».

Ese plantamiento sigue vigente, aunque las cosas van cambiando hasta el punto de que «a mí ahora me tendrían que hacer la pregunta a la inversa -aseguró Sánchez Vera-. Y diría que no. Y me alegra pensar así, que hace unos años sonaría raro. Pero mi apuesta hace tiempo fue por un camino y estoy tremendamente orgulloso de mi trabajo».

«Es que nosotros entrenamos a futbolistas. Mujeres, hombres, infantiles, juveniles, con discapacidad... Futbolistas», subrayó Domínguez.

Martin reconoció que su llegada al Eibar le produjo «cierto vértigo porque nunca había entrenado a un equipo femenino, pero como cualquier cambio te genera incertidumbre. Tampoco tenía experiencia en el fútbol senior ni en el profesional. Es el fútbol femenino el que me ha dado la oportunidad de dedicarme a esto de forma profesional».

No es una pregunta que se les plantee habitualmente a las entrenadoras porque, como lamentaba Esteban, «parece que solo podemos entrenar a equipos femeninos. Y las barreras realmente caerán el día que veamos a mujeres en banquillos masculinos». Por ahora también son minoría en su propio ámbito y eso les añade otra carga, al menos en el caso de la técnica alavesista. «Tú estudias para algo y con 18 años, si no tienes referentes, piensas ¿para qué estoy haciendo esto? Yo me lo tomo como una responsabilidad porque creo que puedo abrir camino a otras si lo hago bien».

El trabajo

Poco importa el sexo cuando llega el turno de la pizarra y por eso la diversidad de estilos la marca el gusto de los técnicos, enamorados algunos del fútbol elaborado en sus diferentes versiones, defensores otros del juego más directo. Pero todos amigos del balón, empezando por los entrenamientos. «Donde aprende la futbolista es vivenciando realidades de juego y para eso necesitamos el balón», recordaba Esteban.

«Cuando miras al parque, los chavales están jugando con un balón, no haciendo sentadillas», sonreía Aznar, aunque reconoció que «el fútbol es la suma de muchas cosas y por eso es tan importante rodearse de buenos profesionales en los diferentes ámbitos para dar un salto de calidad».

«El entrenamiento es el rato que hacemos cosas con la pelota, pero estamos hablando de alto rendimiento -coincidió Sánchez Vera- y eso implica gimnasio, balón parado, conocimiento del juego, vídeo, la parte emocional. Los entrenadores creemos mucho en la pelota y yo por mí estaría todo el día en el verde pero cada vez hay más detalles que hay que cuidar», insistió. A eso hay que añadirle la gestión del vestuario que, reconoció, fue lo que más preocupaba a Martín cuando aceptó la oferta del Eibar, «porque tu juego, las tareas... las tienes claras. Pero las futbolistas son personas y se tiene que generar un clima de trabajo, de confianza...». Generarlo y mantenerlo, sobre todo cuando las cosas van mal y a la futbolista hay que convencerle de que siga creyendo. Para eso «hay que trasladar el mensaje claro de que lo que haces en el día a día te acabará llevando a la victoria. Suelo pensar en los deportistas que se preparan durante cuatro años para competir en los Juegos Olímpicos sabiendo que no van a ganar. El deporte hace que nos superemos cada día intentando ser mejores y creo que hay que saber abstraerse de los resultados, que pueden depender de muchas circunstancias, y dar importancia al trabajo».

«Hay que aprender a disfrutar del camino», corroboró Domínguez, para el que buena parte del éxito pasa también por que «la gente que está contigo, vaya contigo a muerte. Por mi experiencia, a las futbolistas es más difícil ganártelas, pero una vez que has dado ese paso, van contigo a lo que les pidas».

Deportistas y personas

Futbolistas que cada vez son mejores. «Antes había menos jugadoras y el camino a la elite era más rápido y directo -explicó Sánchez Vera-. Ahora cada vez hay más jugadoras y más trabajo en la base y el acceso a los primeros equipos es cada vez más complejo, el salto es más exigente».

De ahí la importancia creciente que dan los clubes a la formación. «La sostenibilidad se debe al trabajo que se hace en la cantera. Lo que nos hace pensar en un futuro mejor es que se va invirtiendo cada vez más en la cantera, en infraestructuras, en personal profesional...», suscribía Aznar aunque incidió también en la importancia de no pensar en las jugadoras como productos elaborados y modelados en una fábrica, sino en niñas, jóvenes y mujeres, con las que «tenemos la responsabilidad de acompañarles, incluso cuando ya están en el primer equipo».

«Las plantillas en fútbol femenino son muy jóvenes -recordó Martín en este sentido- y hay que tener cuidado con las expectativas del club y de las jugadoras, tienen que ser realistas. Y es más importante el día a día, que empiecen a entrenar con el primer equipo, que aprendan de sus compañeras, que les cuenten, que vean..., más que la competición, que ya llegará de forma natural. Cuando debuten, que sea porque creemos que es para bien, para el equipo y también para ellas».

En este sentido, Aznar apuntó que el entrenador «tiene que trabajar con una doble mirada, buscando lo mejor para el equipo,zz pero también para cada jugadora. A todos los niveles, incluido el psicológico, que es importantísimo. Hay que dar importancia que merece a la salud mental y a al bienestar de futbolista jugadora». Y es que «al final -recordó Domínguez- lo que queda, lo que importa, son las personas»