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El mínimo acuerdo sobre financiación en la COP29 enfurece al Sur Global

La conferencia climática de Bakú acabó ayer, d emadrugada, con un pacto descafeinado que queda muy lejos de las demandas del Sur Global sobre financiación para hacer frente a un cambio climático del que no son responsables.

Activistas climáticos piden que los países ricos paguen durante la conferencia climática celebrada en Bakú.
Activistas climáticos piden que los países ricos paguen durante la conferencia climática celebrada en Bakú. (Elmar MUSTAFAYEV | DPA - Europa Press)

Difícilmente puede calificarse de mínimos el acuerdo alcanzado en la prórroga de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada durante las dos últimas semanas en Bakú. Ni el secretario general de la ONU, António Guterres, encontró la forma de enorgullecerse del desenlace: «Esperaba un resultado más ambicioso, tanto en financiación como en mitigación, para hacer frente a la magnitud del gran reto al que nos enfrentamos». Con todo, a modo de consuelo, consideró que «el acuerdo alcanzado proporciona una base sobre la que construir».

No opinan lo mismo los países del Sur Global. Tan pronto como Mukhtar Babayev, presidente de la COP29 y ministro de Ecología y Recursos Naturales de Azerbaiyán -además veterano de la industria petrolera- anunció el acuerdo final sobre la financiación, llegaron las protestas de numerosas delegaciones.

El primero en tomar la palabra fue el embajador cubano, Carlos Valdés, que pidió a los países ricos que «salden su deuda ecológica con la humanidad». «Salden su deuda climática y no nos hagan responsables de las consecuencias de sus insostenibles patrones de producción y consumo», añadió el isleño. El negociador jefe boliviano, Diego Pacheco, consideró que el acuerdo «es un insulto a la demanda de los países en desarrollo».

El keniano Ali Mohamed se mostró «extremadamente decepcionado» con un acuerdo «demasiado pequeño, demasiado tardío», mientras que Evans Njewa, representante de Malaui y del bloque de Países Menos Desarrollados, lamentó que «este objetivo no es lo que esperábamos conseguir». «Después de años de discusiones, no es ambicioso para nosotros», concluyó.

El acuerdo establece que los países ricos deben aportar 300.000 millones de dólares anuales para hacer frente a la crisis climática, una cifra muy por debajo de los 1,3 billones que pedían los países del Sur Global y de los propios cálculos del Grupo de Especialistas Independientes sobre Financiación Climática al que la ONU encargó una estimación de las necesidades financieras.

Calcularon el coste de la transición y adaptación climática en 2,4 billones de dólares anuales, de los cuales 1,4 podrían proceder de los propios países afectados, faltando un billón a aportar por los ricos.

En la recta final de las negociaciones, los países del Sur Global se plantaron y abandonaron la sala, exigiendo un compromiso mínimo de 500.000 millones que tampoco se consiguió.

La Unión Europea, por contra, se mostró satisfecha con el pacto alcanzado. Al menos la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que reivindicó en un mensaje en X que el pacto «marca una nueva era». La opinión no fue plenamente compartida en el continente, sin embargo. La ministra de Transición Ecológica francesa, Agnès Pannier-Runacher, sin ir más lejos, tildó el acuerdo de «decepcionante» y consideró que «no está a la altura de los retos».

Saldo decepcionante

Además del descafeinado acuerdo sobre financiación, hubo avances que favorecen la consolidación de los mercados de carbono, que permiten a países y empresas comprar derechos de emisión -una práctica cuestionada cada vez por más especialistas-.

Además, a diferencia del año anterior, cuando las discusiones en Dubai se salvaron -también in extremis- con una etérea declaración sobre el final de los combustibles fósiles, en esta ocasión ni siquiera se ha incorporado mención alguna al respecto.