En medio del genocidio de Gaza y el drama olvidado de la destrucción masiva en Cisjordania que lleva a cabo Israel, la resistencia palestina se enfrenta a una amenaza más, la propia Autoridad Palestina (AP) presidida por Mahmud Abbas, que lleva dos semanas con una operación en la ciudad de Jenin, al norte de Cisjordania, y que justifica con el objetivo de «erradicar la sedición y el caos».
Las fuerzas de la AP están atacando a grupos y líderes de la resistencia, sobre todo los encuadrados en el conocido como Batallón Jenin. El arresto de varios combatientes palestinos a principios de mes se convirtió en el detonante de estos sucesos. El Batallón Jenin capturó varios vehículos de la AP como moneda de cambio para exigir su liberación. Los enfrentamientos fueron en aumento y después de cinco días de asedio al campo de refugiados, las fuerzas de la AP lo asaltaron, intercambiando disparos con combatientes del Batallón.
En estos choques, mataron al líder de las brigadas Al-Quds (Yihad Islámica) en la ciudad, Yazid Gaisa, al que los servicios secretos israelíes llevaban intentando r desde hacía cuatro años.
También mataron al joven Rahbi Shalabi, de 19 años, e hirieron a un familiar suyo de 16, un hecho sobre el que la propia Autoridad Palestina asumió su responsabilidad.
El Batallón Jenin acusa a la AP de estar llevando a cabo el trabajo que habitualmente desempeña la ocupación para acabar con la resistencia de estos grupos en el campo de refugiados, y que 15 meses de operaciones militares diarias por parte del Ejército de Israel no han conseguido.
«Un programa nacional que excluye la lucha armada es una traición, y la agenda política de la Autoridad se ha llevado a cabo durante 30 años sin resultados», denunció el comandante del Batallón, que señaló que las fuerzas de la AP «exigieron el desarme y declararon que no permitirían ninguna lucha contra Israel».
Hamas considera la operación «un crimen nacional contra los combatientes de la resistencia», a la que califica como «un escudo firme para el pueblo frente a los crímenes de la ocupación y los colonos» y pidió «que las armas sean dirigidas contra la ocupación».
Para los palestinos bajo la ocupación en Cisjordania, Jenin y su campo de refugiados es uno de los lugares clave de la resistencia. Con una alta tasa de pobreza y desempleo, alberga uno de los 19 campamentos de refugiados en Cisjordania, que ha sido un bastión para los grupos armados que se oponen a la ocupación de Israel durante décadas. El pasado mes de agosto Israel lanzó una operación de 10 días en el campamento, simultánea a otros puntos de Cisjordania, en la que mató a decenas de personas.
Durante los ataques a lo largo de los años, las fuerzas israelíes han destruido barrios enteros, alegando que albergan combatientes, y han castigado a los civiles que viven allí matándolos, arrestándolos o destruyendo sus viviendas.
El Batallón Jenin incluye a combatientes de las Brigadas de Mártires de Al-Aqsa (Fatah), Brigadas al-Quds (Yihad Islámica) y las Brigadas Ezzedine al-Qassam (Hamas), de forma similar a la Guarida de los Leones en Nablús o al Batallón Tulkarem.
Acabar con estos focos de resistencia es fundamental para el cada vez más declarado objetivo de Israel de anexión del 60% de Cisjordania.
La operación llega en un momento en el que, además de la aniquilación en Gaza, en Cisjordania las fuerzas armadas y los colonos israelíes han desatado una violencia brutal que ha matado a al menos 814 personas desde el 7 de octubre de 2023.
La operación de la AP ha aumentado el rechazo generalizado de la población palestina a esta entidad y a su presidente, apoyados en cambio por las potencias occidentales. La corrupción, la ineficacia de su gestión y el desgobierno en Cisjordania le han hecho perder la credibilidad, pero los palestinos le reprochan sobre todo la colaboración con Israel.
Los acuerdos de Oslo que permitieron su creación establecieron su colaboración con Israel en materia de seguridad, algo que la AP ha dicho suspender en múltiples ocasiones, pero que en realidad siempre ha mantenido.
Expulsiones masivas en Al-Bureij, en Gaza
El Ejército israelí ordenó ayer a los residentes en varios bloques de Al-Bureij, en el centro de la Franja de Gaza, desplazarse al sur hacia la denominada «zona humanitaria» en Al-Mawasi, un área en la playa ya abarrotada con cerca de un millón de desplazados y también atacada en varias ocasiones. Al-Mawasi se ha convertido en un enjambre de tiendas de campaña donde miles de gazatíes comparten un único retrete, carecen de agua potable y electricidad, y están expuestos a la lluvia y al frío, además de a enfermedades que no dejan de propagarse.
Israel sigue añadiendo cada día decenas de muertos en su siniestra operación. Mató al menos a otros 38 palestinos e hirió a más de 200 en las últimas horas, a los que se sumaron las víctimas en nuevos bombardeos en Yabalia, ciudad de Gaza y Nuseirat, escenario de las últimas masacres. Cazas israelíes también atacaron tres casas cerca del asediado hospital Kamal Adwan, causando varios muertos y heridos. La UCI quedó fuera de servicio al ser incendiada, lo que obligó al personal médico a evacuar a los pacientes conectados a ventiladores. El centro sufre falta de agua desde que un ataque destruyera hace 8 días el sistema de suministro y ha sido atacado directamente en cuatro ocasiones este mes.