![Manifestantes pro-regreso a la UE emplazan a los laboristas a abrir el debate.](/media/asset_publics/resources/001/201/731/article_main_landscape/brexit.jpg)
Por mucho que la política británica trata de barrer el tema bajo la alfombra, el espectro del Brexit reaparece constantemente, pero casi nunca desde la óptica del retorno a la UE (el llamado aquí 'Breturn').
Tan solo los liberaldemócratas, tercer partido en el Parlamento, han alzado la voz tímidamente en las últimas semanas para abogar por negociar una unión aduanera. Eso quedaría lejos de un regreso de pleno derecho al bloque, pero supone la propuesta más audaz en un escenario de extrema precaución.
Frente a este posicionamiento, la pujanza de Reform UK, el partido nacionalista de Nigel Farage, atenaza a las formaciones tradicionales, laboristas y conservadores, que temen que cualquier cesión a la Unión Europea propulse a la ultraderecha en los próximos comicios.
Si algo hay claro en los sentimientos sobre el Brexit es que la ciudadanía sigue agotada de un asunto que abrió profundas heridas.
Eso explica que, incluso si los británicos se sienten defraudados por el rumbo del país tras el Brexit, la mayoría apuesta por estrechar vínculos sin volver al bloque.
Más de seis de cada diez consideran que la salida de la UE ha sido más bien un fracaso, por solo uno de cada diez que la ven como un éxito, y una gran mayoría prefiere como socio comercial prioritario a los Veintisiete sobre Estados Unidos, según sondeos de la casa demoscópica YouGov.
Los encuestados por YouGov se decantan por buscar una relación más cercana, como propugna el Gobierno laborista de Keir Starmer, más que por una adhesión a la unión aduanera o la vuelta al mercado único.
Voces en el desierto
Apenas unas cuantas organizaciones, que nacieron a raíz del referéndum de 2016 donde el Reino Unido votó por la salida, mantienen viva la llama de un eventual regreso a la UE.
Sue Wilson preside una de ellas, Bremain in Spain, que agrupa a británicos residentes en el Estado español: «La ciudadanía merece entender el razonamiento detrás de la posición del Gobierno. Adivino que será por el temor a romper las promesas de su programa electoral, a perder su integridad y aparecer como iguales al anterior Gobierno (conservador)».
Wilson también apunta al «temor de abrir las viejas y divisivas heridas del Brexit», y aunque asegura entender esa lógica, señala que es insostenible cuando tantos ciudadanos han cambiado de opinión tras presenciar el «caos» que ha generado.
El primer ministro ha optado por el llamado «reseteo» de las relaciones, que contempla una serie de medidas que a ojos de muchos expertos tendrían como mucho un impacto marginal sobre el crecimiento de la economía británica.
John Springford, analista del Centro para la Reforma Europea, calculó en un estudio reciente que si se llega a un acuerdo sobre los planes que Londres y Bruselas han puesto sobre la mesa, eso supondría a lo sumo elevar el PIB británico entre un 0,3 % y un 0,7 % sobre lo previsto.
Y eso suponiendo que Starmer acceda a la principal propuesta de la UE, la de un programa de movilidad juvenil que facilite el flujo de menores de 30 años entre ambos lados del canal de la Mancha, algo que hoy por hoy parece muy lejano.
Para Springford, el alcance de las medidas que impulsa el Reino Unido es «bastante pequeño», y solo un nuevo acuerdo en reglas veterinarias y fitosanitarias, como desea Starmer, tendría un impacto significativo en los intercambios comerciales.
Trump como factor en la ecuación
A más largo plazo, el analista observa algún factor que puede llevar a replantear el marco de la relación con los socios comunitarios: «El cambio demográfico apunta a que la ciudadanía británica se está volviendo menos hostil a la UE, porque quienes votaron por la salida eran de mayor edad».
A su juicio, probablemente ahora no sea el momento de recuperar ese debate, pues quizá los británicos no estén preparados para aceptar las concesiones que implicaría, aunque parte de la respuesta la tendrá cómo evoluciona la relación del Reino Unido con Donald Trump al frente de EE.UU., sobre todo si este persiste con su vena aislacionista.
Disiente con él Lisa Burton, vicepresidenta de Bremain in Spain, quien cree que si los partidos políticos británicos lanzasen una campaña positiva en favor de volver a la UE, el apoyo sería mayoritario.
Para Burton, haría falta ofrecer una argumentación a nivel emocional, que recordase la historia compartida con Europa y la importancia de los lazos culturales, y el 'Breturn' se convertiría en algo más que un sueño.
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