Xole Aramendi
Erredaktorea, kulturan espezializatua
Elkarrizketa
Miguel Goikoetxandia
Dramaturgo y director de escena de Iluna Producciones

«Es una historia sobre la búsqueda de una generación que se vio truncada por la Guerra Civil»

La nueva producción de Iluna verá la luz este viernes. Con la Guerra del 36 como transfondo, la obra hace referencia a Lorca «en representación de una vida truncada» y a la comunidad gitana, «perseguida por ambos bandos». Tras su exitosa ‘Ezkaba’, han querido hacer un montaje más luminoso.

Miguel Goikoetxandia (primero por la derecha) y sus compañeros en una escena del montaje.
Miguel Goikoetxandia (primero por la derecha) y sus compañeros en una escena del montaje. (Ion MARTINKORENA)

José quiere conocer mundo. Marina sueña con conocer a Lorca. Ambos se embarcan, de la mano, en una aventura cuyo destino es Barcelona. Su deseo es participar en la Olimpiada Popular de 1936. Son los son los protagonistas de ‘El hombre aro y la chica que buscaba a Lorca’, obra que Iluna Producciones estrena este viernes en el Teatro Gayarre de Iruñea.

«Después de un montaje como ‘Ezkaba’, que era de una atmósfera tan densa como las propias piedras del penal, de un gris constante que envolvía todo, queríamos hacer un montaje que tuviera esa emotividad, esa hondura, pero que tuviera mucho más colorido, fuese más luminoso», cuenta a NAIZ el autor y actor Miguel Goikoetxandia, fundador de la compañía.

No obstante, la trama deriva en una situación que no lo es tanto. «Es una historia de la amistad con mayúsculas. También es la historia sobre la búsqueda de una generación que se vio truncada por la Guerra Civil. Es una obra que aborda los grises, como ‘Ezkaba’, pero yo creo que es más amable de ver, aunque el gris siempre está presente», explica. 

Expectativas truncadas

Al igual que otras obras anteriores, su eje central es la memoria histórica. «En este caso nos centramos en la figura de los jóvenes. Contamos cómo fue la vida de dos personas que quieren abandonar su pueblo y su historia, su modelo familiar y social, para tratar de encontrar una vida mejor y lanzarse a la aventura. Hemos creado los personajes en representación de todas las expectativas de juventud que tenían muchas personas en aquel momento. En otros montajes hemos abordado distintas facetas de memoria histórica sobre la Guerra Civil, y hasta ahora no habíamos hablado de todas esas vidas truncadas, todas esas expectativas truncadas. En el montaje se ve la pérdida que supuso para una generación o muchas generaciones la Guerra Civil».

La Olimpiada Popular de Barcelona fue la respuesta antifascista a la Olimpiada de Berlín. «Para los dos protagonistas es la excusa para poder desarrollar un viaje, para salir de un entorno donde no se sentían conformes, de un entorno hostil», señala Goikoetxandia.

Sobre el escenario desfilan personajes que eran reales, aunque la historia está ficcionada. El punto de partida es una anécdota real. «En la Olimpiada Popular de Barcelona había una representación de los deportes oficiales, pero también había una presentación de juegos nuevos, de inventos. Allí se presentó el hombre aro, que caminaba dentro de un aro. Encontró una forma de transporte nueva; fue un invento real», cuenta.

Jose y Marina emprenden un viaje casi iniciático para encontrarse a sí mismos, todo aquello que les gustaba, desde la idea de realizar un viaje, una aventura. «Son dos personas muy jóvenes, muy inocentes, con muchas ganas de descubrir, de vivir, de iniciar un camino. Se encuentran con un entorno en el que, por un lado encuentran aquello que les gusta y quieren convivir, pero un entorno hostil como es el previo a la Guerra Civil y el de la propia guerra», señala Goikoetxandia.

Lorca y la comunidad gitana

La obra hace referencia a Federico García Lorca y también a la comunidad gitana. «A Lorca lo tratamos más desde la pasión que desde la erudición, aunque hayamos investigado mucho. Desde la pasión personal mía y de la compañía hacia su figura. Lo hemos elegido por ser la figura representativa de probablemente la mayor autoridad artística que existía en España y una de las figuras más importantes de la literatura en ese siglo, y también como representación también de una vida truncada, de una forma absurda», explica.

«A Lorca lo matan teniendo ya los billetes para ir a México. Es una situación de odio absurda, de una persona que iba a salir del país y que muere en la Granada de la que tanto había hablado, que tanto había defendido. Era su mejor embajador. Muere sabiendo que se iba a ir, que no iba a molestar, por decirlo así; es una representación de esas vidas perdidas», continúa.

Jose es gitano. «No queremos hacer un relato minucioso de lo que fue la persecución a los gitanos. Queríamos contar la historia de una persona en concreto. De esta manera se le da el lugar que merece y se destaca un pueblo que fue más oprimido que otros. La persecución se dio desde los dos bandos. Hay una frase que decía uno de los gitanos que combatieron, es que si ganaban unos les iban a fusilar y si ganaban los otros tampoco iban a tener una buena vida. Por el nomadismo, por su forma de vida, se podían asociar más con los anarquistas, pero ellos realmente no estaban representados en un bando o en otro. Se les veía muchas veces como maleantes», recuerda.

La persecución se dio desde los dos bandos. Hay una frase que decía uno de los gitanos que combatieron, es que si ganaban unos les iban a fusilar y si ganaban los otros tampoco iban a tener una buena vida

‘Ezkaba’

‘Ezkaba’ ha sido un punto de inflexión en el repertorio de Iluna Producciones. «Ha sido la obra que más representaciones ha tenido y la que más gente ha venido a ver. Hoy en día, una obra de teatro que lleve a miles de personas al teatro es algo que se sale de lo común. Por poner un ejemplo, en la Escuela Navarra de Teatro, a donde acudimos todos los años, llevamos diez representaciones y los diez han sido llenos. De las más de 80 funciones que llevamos, más de la mitad han sido llenos en cualquier lugar, desde sitios muy grandes a pueblos muy pequeños. No tenemos la sensación como con otras muchas obras de tener un final al llevar un tiempo, tenemos la sensación de ser una obra de repertorio que llevamos durante años. Y nosotros encantados, sobre todo porque el mayor aliciente han sido las familias de los presos que acuden a la función», afirma.

 

Se muestra desbordado por la respuesta suscitada. «Ha sido desbordante a todos los niveles y sientes responsabilidad, claro. Es inaudito que venga gente desde Extremadura, Toledo, Soria, Aragón... a ver la función».

Remarca la satisfacción que le genera. «Las familias sienten que representa a cada uno de ellos, nunca habíamos tenido tanto agradecimiento. Que una persona de más de 90 años venga al auditorio de Berriozar porque quería que le llevaran a ver esta función aunque no se pueda mover... Y acaba la función y necesita estar contigo, es que es una pasada. La búsqueda de un familiar es algo que a una persona le afecta de por vida. No es que solo lo vean y se sientan identificados, sino que te presenten documentos después de la función, sientan la necesidad de decir ‘mi abuelo estuvo allí y estos son los datos’... Te vienen llorando y dan las gracias por contar su vida. Es absolutamente conmovedor y nos ha pasado en muchas ocasiones», cuenta.

Alude al giro que han dado en los últimos años. «Estamos abordando temas más emotivos, más conmovedores, más comprometidos y ha tenido su punto álgido en ‘Ezkaba’. Es un antes y un después».

¿Qué pasará con ‘El hombre aro y la chica que buscaba a Lorca’? «Es un tema muy potente pero somos conscientes de que los siguientes montajes no van a tener esta respuesta de público tan numerosa. Pero nos gustaría que sirviera a las personas que acudan a verlo. Estoy convencido de ello, porque la forma de trabajar es la misma. El cariño, la minuciosidad, la emotividad es la misma. Es una obra preciosa. Seguiremos contando historias que nos interesen, nos remuevan».

Confiesa que están haciendo el teatro que él y sus compañeros de la compañía siempre han querido hacer. «Para mí lo principal es el oficio. Estamos en un momento de madurez creativa y te da mucha más confianza el hecho de que estemos en un muy buen momento emocional juntos, como compañía. Hay una pérdida de prejuicios, de miedo de lo comercial, de si esto funcionará, si me van a programar... Las obras pueden salir mejores o peores, por lo menos hay un empeño de devolver al teatro todo lo que te ha dado, de intentar contar las mejores historias que puedas de la mejor manera posible y de tratar que esta complicidad con el espectador se mantenga, de darle una emotividad, la mejor dramaturgia que sepamos hacer».

Cree que es «una profesión que tiene que ver con lo vocacional, absolutamente». Se remonta a los tiempos de pandemia, cuando «en Navarra se perdieron muchas compañías». «No se ha recuperado como debiera ser. Nosotros mismos lo sufrimos mucho entonces, así que nos sentimos privilegiados por tener las funciones suficientes como para abordar proyectos comprometidos y de poder seguir viviendo de esta profesión». 

Tengo la sensación de que a la población le llega mucho más la pasión, la defensa, que la queja de lo mal que está el teatro debido a las escasas subvenciones, de la pérdida de público... 

Al preguntarle por la situación que atraviesan las artes escénicas prefiere no quedarse en el lamento. «En momentos en los que ha habido que establecer quejas justas nosotros hemos estado ahí. Pero tengo la sensación de que a la población en general le llega mucho más la pasión, la defensa, que la queja de lo mal que está el teatro debido a las escasas subvenciones, de la pérdida de público, de que los jóvenes no acuden al teatro... Al no tener tantos estrenos no tenemos tantas posibilidades de salir en prensa y  si el mensaje siempre es lo negativo dudo de la eficacia de cara a la población en general. Yo creo que hay que defender mucho el disfrute de esta profesión porque es lo que nos lleva a continuar. Es una profesión muy complicada, siempre lo ha sido, pero como lo son tantas otras», afirma.