
El albañil Maoro ha vivido casi cuatro décadas en Colorado sin problemas. Pero este último mes ha evitado salir de casa, por miedo de que oficiales de migración lo detengan y lo deporten porque no tiene documentos para residir en Estados Unidos. «Es peor que una cárcel», dijo en declaraciones a AFP en su casa, en la ciudad de Aurora, foco de la retórica antiinmigración de Donald Trump durante su campaña presidencial el año pasado.
Maoro asegura que nunca tuvo tanto miedo como ahora, viviendo bajo una Administración republicana que prometió deportaciones masivas de inmigrantes sin documentos de residencia en Estados Unidos. Cuando tres uniformados golpearon su puerta recientemente, siguió el consejo de activistas y no les abrió.
Su temor es un sentimiento compartido en Aurora, el suburbio de Denver en el que viven personas de un centenar de diferentes nacionalidades, de acuerdo con organizaciones no gubernamentales.
Iglesias y mezquitas se han vaciado, al igual que los puntos de la ciudad en los que los jornaleros esperaban por ofertas de trabajo.
Estados Unidos deportó el domingo a una cárcel de máxima seguridad en El Salvador a 238 inmigrantes venezolanos, a quienes el Gobierno vinculó con el Tren de Aragua.
No obstante, algunos familiares que pudieron identificar a sus allegados por sus tatuajes o zapatos en las fotos remitidas a los medios negaron su pertenencia a este cártel considerado «organización terrorista» por la Casa Blanca.
En el ojo del huracán
La ciudad de Aurora entró en el debate nacional sobre inmigración el año pasado, cuando se viralizaron vídeos en los que se veía a hombres armados, hablando en español, que irrumpían en un apartamento. Trump, entonces candidato a la Presidencia, usó los clips para decir que el Tren de Aragua había «tomado el control» de Aurora. El alcalde, también republicano, desmintió la versión, y dijo que el vídeo era apenas un incidente aislado ocurrido en un edificio particular administrado por un dueño negligente. Sin embargo, Trump insistió en que Aurora era el símbolo «del Estados Unidos sometido al ataque de peligrosos criminales inmigrantes», y aseguró que de ser electo, deportaría a millones. La población migrante sostiene que fueron usados como chivos expiatorios de los existentes problemas sociales. «Todo lo que está mal ahora, es Tren de Aragua», ironizó un migrante venezolano.

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