Isidoro Berdié Bueno
Profesor

Antígona, el tirano y Euskal Herria

Antígona, el tirano y Euskal Herria

Catársis: purificación mediante el sacrificio

En esta antología de artículos, que GARA digital muestra al mundo con orgullo y cientificismo, venimos analizando los problemas emparejándolos con potentes analogías de circunstancias vitales de la Roma y Grecia clásicas. Nuestra inquietud intelectual nos ha llevado a asociar el ímpetu moderno con valores auténticos que permitan hacer frente a los desafíos que Spengler llamó «decadencia de occidente». Síntesis de rebeldía y de orden, de voluntad y razón, de comunidad y Estado, núcleo de una propuesta destinada a superar la penosa historia reciente de España, de un liberalismo maquiavélico y amoral, y la salmodia de un socialismo de pensamiento único y totalitario, promocionando con elegancia y claridad un humanismo y culto a los valores de nuestros ancestros. Esta Revolución en la Piel de Toro, todavía está pendiente.


La atención que ponemos a los mitos, a la literatura y filosofía griegas hacen los textos más hermosos y sugestivos, y expresamos el ensamblaje de aquellas primeras luchas del espíritu y el equilibrio de revolución y tradición, que queremos inspirar. Así, mentamos a "Antígona y el tirano", una reflexión sobre la inteligencia y el flujo espontaneo de la vida; entre el orden fabricado por la evolución y modernidad, y los valores permanentes de la tradición; entre la voluntad del príncipe y los derechos del individuo, entre la norma del Estado y la lealtad a las leyes más antiguas que el gobernante de turno y la conveniencia política del momento. Creonte un tirano y como tal sacrifica al hermano de Antígona por rebelde y traidor y prohíbe que nadie lo entierre, desconociendo la profundidad de los sentimientos de su pueblo. Antígona, llevada por el afecto fraternal y la ley de la tradición cultural y religiosa más vieja: enterrar a los muertos, desobedece y lo entierra, así deslegitima la autoridad del tirano. Este es el caso de los presos vascos.

Hemos tomado el mito de Antígona, dado que en España no hay libertad de expresión, para encontrarla hay que recurrir a GARA, y reafirmar la libertad del individuo frente a las exigencias del despotismo, y vamos a llevar la cosa más lejos, Antígona no es solo la imagen de la libertad, sino el reconocimiento de las raíces inextinguibles de la persona, de su vinculación a unas creencias, de su inserción en lo más profundo de una cultura. Esta heroína no lucha ni muere por rebeldía, sino por su sumisión a códigos éticos más altos que los de la autoridad. No defiende una libertad abstracta frente al poder, sino una lealtad a valores que se consideran supremos porque son los de siempre, los que les vinculan a los mandatos de los dioses, los que le dan un sentido moral, los que impulsan un orden anterior a la legitimidad temporal de la voluntad de un tirano.



La historia de Antígona es trágica, no puede abandonar el papel que el destino le asigna, y es moral, perdura en el tiempo como un episodio ejemplar. Una mujer que defendió las leyes de los dioses, frente a Creonte y su falta de equilibrio entre la razón del príncipe y el culto a las leyes no escritas. Antígona, Euskal Herria, desde las ruinas ejemplares de su paleolítico, el mar permanente bañando sus costas y playas, desde el heroísmo de quienes aspiran cada día a la eternidad y a su identidad, cada día es una lucha por la supervivencia. Creonte, el tirano, ha roto las costuras éticas, abriendo un nuevo espacio de odio al discrepante, desprecio al adversario e insulto a quien piense de modo distinto –aparece lo que denominamos el «muerto  social»–, en vez de colaborar en que España se pusiese de nuevo en pie, sobre la historia, y tocara con sus propias manos el cielo de la democracia, que solo coronan los pueblos que se respetan a sí mismos como comunidad política, hombres y mujeres que se sienten parte de la dignidad de una nación, todo lo que implique compromiso, ideas, convicciones, tradición actualizada y alforja de valores universales.



Los espectadores de la tragedia estamos junto al que sufre, y nos identificamos con el sentimiento y la causa de Antígona y de su hermano, asesinado por el poder establecido, que lo ejerce sin tener en cuenta la libertad, la tolerancia, el humanismo y el respeto a la propia conciencia del individuo (Socrates). Antígona (E. Herria) no se rinde y acusa al tirano de inhumano y le sigue pidiendo libertad para Ibon Iparraguirre, que pueda morir en casa, donde le espera su Antígona, ella con sus propias manos le dará digna sepultura, cumpliendo con uno de los primeros mandatos que los dioses hicieron a los hombres (G. Vico). Desde este humilde euskaldunberria, hasta el veterano Alvarez-Solís y otros añadiremos el adagio latino: "Sit tibi terra levis", que la tierra te sea leve, "Quod quisque vestrum mortuo optarit mihi/id illi eveniat semper vivo et mortuo", lo que a mi muerto me deseéis, así os suceda a vosotros tanto si estáis vivos como muertos.

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