Iñigo Zabala

Bombas y silencios contra Durango

Desde estas líneas, agradezco al periodista Iban Gorriti el maravilloso libro "31 Vidas", el bombardeo contra Durango. En su gran trabajo de investigación biográfico podemos poner cara a nuestros convecinos y convecinas que pudieron sobrevivir a aquel horror

Ayer se cumplió el 85 aniversario del bombardeo contra Durango. El día en el que tres estados, el alemán, el italiano y el español golpista, decidieron emplear la excusa de una guerra civil, para probar sus herramientas para la guerra. Durante 40 años, nadie pudo hablar sobre ello y los únicos que hablaban desinformaban insistiendo que no había ocurrido, que habían sido los rojos o los anarquistas.

Este es discurso oficial que hemos tenido la mayor parte del tiempo pasado en estos largos y silenciados 85 años. Y en las palabras está la realidad. Cuantas más palabras, más realidad. Cuanta más verdad, más palabras. Es simple.

Seguimos llamando «guerra civil» a lo que fue un golpe de Estado protagonizado por militares que habían jurado respetar la Constitución y la Ley que conformaba la II República española, en la que nuestro municipio estaba inserto. Llamemos a las cosas por su nombre, basta ya de blanquear el golpe de Estado del 1936. ¡No fue una guerra civil: fue un golpe de Estado! Nuestros gudaris y milicianos lucharon por la libertad y la democracia, en ocasiones armados únicamente con atxurras y la confianza y el convencimiento de defender la libertad. Se enfrentaron a militares profesionales formados y armados. Pero perdimos. La libertad y la democracia perdieron. Nos impusieron 40 años de dictadura genocida.

Tras 40 años y ante un ridículo concepto de transición en el que no se juzgó a los genocidas; los estamentos públicos fueron cambiados de nombre, pero no de función; y se determinó no remover el pasado, tampoco resultó fácil hablar del bombardeo. La propia ONU, en setiembre del 2021, urge al Reino de España que debe resolver las desapariciones ocurridas durante la dictadura franquista (https://news.un.org/es/story/2021/09/1497732). Matizo el concepto de Reino de España, ya que esta forma de gobierno, fue preparada por la dictadura como forma de perpetuar su crimen contra la democracia de 1936. Y ahí sigue.

Y en algún momento, tres dictadores fascistas en Alemania, en Italia y en España, deciden que la mejor forma de imponerse, es matando y destruyendo a la población civil de la forma más cobarde y miserable que existe. Lanzando bombas a ciudadanos y ciudadanas indefensas y sin posibilidad de huir de la muerte caída del cielo. Si las balas no tienen ojos, las bombas menos. Cobardes y malnacidos.

Pero a diferencia de hace no tanto tiempo, ahora parece que podemos hablar de lo pasado. Muchos murieron aquel infernal 31 de marzo de 1937, las estimaciones indican que el 5% de la población de Durango falleció ese mismo día. Otros morirían después por las heridas o la falta de atención sanitaria. Otros serían ejecutados ese u otros días, sin más razón. También les pasó a nuestros hermanos de Elorrio, Otxandio, Markina, Gernika… Y como sirvió a sus miserables objetivos, posteriormente lo implementarían por todo Europa. El horror fascista no entiende de personas, municipios o pensamiento. Solo de imponer.

A día de hoy, podemos y debemos hablar de ello. Ya no debe estar oculto que los fascistas bombardearon a civiles inocentes. Que nos bombardearon a todos y a todas nosotras. A nuestros aitonas y amonas. A nuestros hijos e hijas. A todos.

Por eso, desde estas líneas, agradezco al periodista Iban Gorriti el maravilloso libro "31 Vidas", el bombardeo contra Durango. No solo por el enorme trabajo de investigación, tampoco por su estilo de escritura cómodo y argumentativo, sino porque, en su gran trabajo de investigación biográfico podemos poner cara a nuestros convecinos y convecinas que pudieron sobrevivir a aquel horror, en el que ponen voz al horror. Con valentía y orgullo. Y desde luego, con todo el orgullo y cariño que los demás sentimos por cada una de las víctimas del horror fascista. Eskerrik asko, Iban. Podré explicar a mis descendientes lo sucedido. Y ahora podemos hablar, has abierto la voz y la palabra. Y ya no se volverá a contar a escondidas, sino en una hermosa publicación.

Y 85 años después, nos encontramos en una situación donde hay personas y organizaciones que apoyan a los que nos lazaron las bombas. Hay grupos que no desean e impiden investigar donde se encuentran nuestros muertos y juzgar a los asesinos genocidas. Es decir, el golpe de Estado de 1936, sigue imponiendo su horror.

Y la guerra, qué decir de la guerra… J. M. Sanz Beltrán cantaba que (somos) la carne del juego de un general. Conocer el pasado para saber dónde estamos. Saber dónde estamos para saber dónde queremos ir. Para que se imponga la Justicia y no haya más guerras, ni en Ucrania, ni en Afganistán, ni en Yemen, ni en Angola…

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