Iñaki Uriarte
Arquitecto

Campanadas desde Altsasu

Los campaneros que tuvieron la cálida idea deben ser reconocidos como artesanos sonoros de la paz, ya que consiguieron acallar y ahuyentar al enemigo.

El campanario en las religiones cristianas es una construcción vinculada al templo como dotación imprescindible en forma de torre integrada en su arquitectura o en iglesias modestas y ermitas como espadaña encima de las mismas. Los tañidos de sus campanas graves y profundos o agudos y livianos son una referencia que da las horas y convocan a reunión a los fieles del lugar creando su resonancia un ambiente sonoro que enternece el ambiente y constituye un patrimonio inmaterial.

En esta época en la que la televisión es para muchísimas personas la pauta que condiciona sus actividades, comportamientos, gestos y gastos, ETB, que replica y repite la abundante cutrez de las televisiones de España, acude la última noche del año a transmitir el inicio del nuevo con una emisión de las doce campanadas que mediatizan el tránsito.

Anualmente la primera cadena de Televisión Española es la preferida en Euskal Herria para despedir el año. ETB2, y especialmente ETB1 se quedan con muy poca audiencia cosa que, solo en esta ocasión, sería comprensible, si el pueblo vasco prescindiera de estos imitativos rituales alóctonos y al parecer muy rutinariamente asumidos.

El pasado año se transmitió desde la ermita de Santa Catalina de Mundaka, en plena reserva de la biosfera de Urdaibai, declarada por Unesco en 1984 última y reiteradamente agredido por el Mundaka Festival patrocinado por la Diputación de Bizkaia y en especial por el diputado general nativo del pueblo. Si los rectores de esta decadente cadena pública tuviesen una elemental idea de país y sensibilidad humanitaria este año deberían haber emitido desde Altsasu por obvias razones.

Al parecer estas dichosas campanadas, un asunto que jamás he visto salvo cuando se alude a ello en teleleberri, desde ya décadas demasiados vascos, incomprensiblemente, conectan más incluso que visualmente, con un reportaje que emiten desde la capital de España y en concreto del reloj de la torre de la antigua Real Casa de Correos posteriormente Dirección General de Seguridad. Organismo encargado del orden público, en realidad de la represión situado en una plaza denominada del Sol, más bien de la sombra. Un lugar aborrecible, un edificio criminalizado, donde durante décadas se ha torturado a miles de personas y en el que entre otros muchos, fue asesinado lentamente después de nueve días de la más brutal tortura imaginable Joxe Arregi, un joven vasco de 30 años militante en la organización política armada ETA. Desde entonces ese edificio, su reloj y sus campanadas están empapados por la sangre del crimen impune.

Pocos años antes, el 15 de mayo de 1969, en el pequeño pueblo de Urabain, en Asparrena, Araba junto a la antigua carretera ocurrió otro asesinato por la Policía Nacional española y la mal llamada Guardia Civil, en la que la campana de la iglesia fue la excusa para el crimen. Según la prensa ,el poder dominante de la época tenía sospechas de que había una vivienda alquilada en la que se refugiaban militantes de ETA. Acudieron las fuerzas represivas y, localizado el dueño Segundo Arteaga de 55 años, este les comunicó que debía ir a la iglesia a tocar las campanas para anunciar un acto religioso y allí acudió con un inspector que, ignorante y envalentonado, interpretó que el tañido era una contraseña para alertar de la presencia policial por lo que, impulsado por su instinto básico asesino, le disparó con su pistola matándolo en el acto. Inmediatamente se construyó la habitual falacia de que el campanero, que resultó ser una persona muy reconocida y adicta a la dictadura imperante, Movimiento Nacional se decía, intentó agredirle con una navaja cabritera. El obispo de la diócesis monseñor Peralta Ballabriga acudió a reconciliar el templo con una misa y una homilía encubridora que debió ser indignante.

Una de las referencias que ha alcanzado el rango de monumento sonoro y patrimonio de la memoria es la colosal obra musical "Campanades a morts de Lluís Llach", como inmediata reacción personal a la masacre, empieza a componer cuando todavía suenan las campanas a muerto, cinco trabajadores asesinados, por la fusilería de la Policia Nacional española en Gasteiz el 3 de marzo de 1976. Es inconmensurable la impresionante estrofa musical «Assassins de raons, de vides, que mai no tingueu repòs en cap dels vostres dies i que en la mort us persegueixin les nostres memòries». Cantata que posee una trágica belleza por el sentimiento que emite, el imparto de su escucha y que remite a fragmentos del "Guernica" de Picasso o al desgarrador "Gernika - Lekeitio 4" (1972) de Mikel Laboa.

Y llegamos al presente. Al igual que aquella noche del 15 de octubre de 2016, tres días después de un impuesta y peligrosa festividad, en una de las habituales operaciones de hostigamiento de las fuerzas de ocupación tan frecuentes en Sakana durante décadas se produjo una estrategia de incordiar a la juventud de Nafarroa. La monarquía militar española y sus escuadrones no pueden soportar que este territorio en todas sus expresiones evidencie su identidad, lo que es, Euskal Herria. Unos guardias civiles disfrazados de paisano, en lugar de acudir al bebercio en la cantina de su acuartelamiento, buscaron la confrontación, la perpetuación del histórico conflicto, el rechazo de una paz ganada unilateralmente que no comparten, e iniciaron una disputa con jóvenes altsasuarras que actuaron a modo de réplica ante el desafío y acabó en lamentable pelea tabernera. Pero las consecuencias injustamente se han agravado, siete jóvenes siguen encarcelados y han sido sometidos a un indecente simulacro de juicio sin justicia.

El pasado domingo 4 de noviembre, una turba neofranquista española integrada por los tipos más reaccionarios de ese país acompañados por elementos del marginal PP de Nafarroa y el apoyo de todas las televisiones y medios de intoxicación comunicativa españoles acudieron con instinto invasivo y agresivo a Altsasu a provocar a la población para buscar una imagen de confrontación que justificase el ímpetu acusatorio judicial español. Se equivocaron de país, pueblos, día y hora.

La ejemplar reacción pacifica de indiferencia del vecindario como corresponde a una sociedad culta y civilizada hizo fracasar la operación de hostigamiento planeada. Hubo un detalle sorprendente por su originalidad y calidad ética, moral y artística. Campanas contra campañas. Sonaron las campanas de la iglesia en memorable concierto del bronce contra la bronca. Asistimos a lo que en términos de campaneros se denomina, golpear o sacudir las campanas, la mejor respuesta frente al fascismo. Y con su sonido esparcido por el cielo los atacantes derrotados más que anímicamente escaparon, dejando un rastro de ruin miseria. Los campaneros que tuvieron la cálida idea deben ser reconocidos como artesanos sonoros de la paz, ya que consiguieron acallar y ahuyentar al enemigo. No seria descartable proclamar el 4 de noviembre en recuerdo de los relatados trágicos episodios relacionados con las campanas «Kanpaien Eguna» y que las iglesias de Euskal Herria anualmente el primer domingo de noviembre acuerden tañir sus campanas proclamando el derecho a la libertad de decidir y a liberar a todos los presos políticos.

La novela de Ernest Hemingway "Por quién doblan las campanas" ("For Whom the Bell Tolls"), con un precedente en el poeta inglés John Donne (1572-1631) "Devociones para ocasiones emergentes" (1624), tiene una respuesta: las campanas doblan por vuestra libertad. Un entrañable abrazo a los ocho jóvenes, a sus familias por la dignidad mantenida y al ejemplar pueblo de Altsasu por su persistencia, solidaria inquebrantable y fuerza anímica.

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