Iulen Lizaso Aldalur

Claman democracia... como aquí

Es imprescindible ver al rey abdicando y ellos aguantando en los cuarteles, como es su obligación. Además, la democracia es un sistema exigente, que necesita el cese de quienes fracasan. Entre otras cosas, porque si permanecen se convierten en un peligro.

Si de verdad quieres conocer a tu hijo... obsérvale en el recreo y no en clase.

Si de verdad quieres conocer a tu pareja... obsérvale en el enfado y no en lo cotidiano.

Si de verdad quieres conocer a tu gobierno... obsérvale sobrepasado en sus hechos y no comedido en prensa y televisión desde sus dichos.

De esto último y en la semana última tenemos los casos de Ecuador y más grave aún el de Chile de tan infausto recuerdo con los militares en la calle hace casi medio siglo... como hoy también.

Hace medio siglo se firmó la Constitución española y hoy por desobedecerla al sacar urnas a la calle para una consulta popular, tenemos a políticos catalanes encarcelados, otros en el exilio... y militares españoles desenvainando aceros y calentando motores, al pedir al rey como máximo mandatario de los ejércitos que se aplique, no el 155 sino el artículo 8 de la Constitución.

Por menos razón hace 40 años los hubiésemos tenido en la calle. Para evitarlo aceptamos que nos incrustaran con maza y calzador aquella Constitución que los franquistas recalcitrantes la quieren inmortalizar sin mover una sola coma.

Gente buena y partidos no franquistas pero monárquicos, ante este atropello democrático en Cataluña, callan de manera insolidaria, mientras el presidente del gobierno en funciones desoye al Govern y deja hacer a la policía a su estilo.

En un brillante artículo de Domingo Sanz, leo una propuesta de solución al conflicto territorial y de déficit democrático en España: «El rey corre el peligro de acabar mal, muy mal, en el cubo de la peor basura de un momento difícil de la historia, aunque depende de él mismo que pueda acabar solo regular».

Por ejemplo, podría pensar que, tras cuarenta y cinco años de monarquía restaurada por un dictador que está a punto de ser derrotado, aunque después de muerto, España tiene derecho a probar ahora cuarenta y cinco años de república. Como un relevo tranquilo en la forma del Estado, es de justicia natural aplicada a la política. Y sin ningún referéndum que divida por la mitad al electorado, ni griterío alarmista de los tardofranquistas. Y menos aún, tampoco queremos ruidos de sables ni de rumores en las salas de banderas. Es decir, sin rechistar.

Y cuando terminen estas cuatro décadas y media de república respetada, allá por los años sesenta de este mismo siglo, puede quedar hoy pactado que se pongan urnas para decidir cómo nos organizamos.

Es imprescindible ver al rey abdicando y ellos aguantando en los cuarteles, como es su obligación. Además, la democracia es un sistema exigente, que necesita el cese de quienes fracasan. Entre otras cosas, porque si permanecen se convierten en un peligro. Y Felipe VI ha fracasado en la única apuesta que solo él se empeñó en jugar. De él mismo depende dejar de correr tantos peligros. El gobierno puede, debe, ayudarle. Y, si se resiste, empujarle. De esta forma el mismo rey, o el gobierno, habrán demostrado que más Catalunya bien vale menos monarquía».

ETA al final, fue un fracaso moral y estratégico. Un intento frustrado para el mismo objetivo de hoy en Cataluña. La misma respuesta por parte de un gobierno represor y una monarquía autoritaria, heredada e impuesta por un caudillo golpista-fascista.

Lo de Cataluña, por mas que unos se empeñen en lo contrario y los tibios de siempre estén solo para recoger las nueces cuando amaine el tsunami republicano y soberanista (que no independentista), no tiene vuelta atrás, ya que la democracia española, por sus hechos en Cataluña, está catalogada por los europeos pensantes, como mediocre... situada entre la de Chile y Ecuador.

Al menos servirá para conocer como se comporta nuestra policía en el recreo y el gobierno central y el propio rey, en el enfado. Al igual que el gobierno central, aún no ha terminado de enseñarnos hasta donde es capaz de llegar el PNV en su tibieza interesada gobernando en la CAPV, a pesar de haberles quedado aclarada la falacia que como mantra antiETA repetían una y mil veces: «sin violencia todo es posible».

De igual manera sirvió, siendo útil la entrega de aquellos jóvenes vascos que corrían con las consecuencias de cárcel al negarse a prestar un servicio militar. Esa insumisión ha sido anunciada por el presidente del Parlamento: «Asumo todas las consecuencias» y lo propio por el «lehendakari» de Cataluña al asegurar: «lo volveremos a hacer»... ¿Donde queda el «presidente» del Gobierno Vasco en lo que podía ser el contrapeso político de solidaridad estratégica, ante los abusos de poder nuclear del gobierno del Reyno de España?, máxime, al saber que los anhelos soberanistas de la ciudadanía vasca, están en resonancia con los de la mayoría catalana, pero... ¿los republicanos?

Sabe el PNV que la mayor «violencia» de arranque empleada por el Govern y pueblo catalán fue la rebeldía en sacar las urnas a la calle desobedeciendo la Constitución. Sabe también como el catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo que: «El germen del procés está en la voladura por el Constitucional del Estatut de 2006», y que todo el añadido judicial en los dos años que acumulan sus presos políticos, son pruebas mediáticas articuladas para justificar una sentencia ejemplarizante también para el pueblo vasco (el PNV no necesita ejemplarizaciones porque él mismo ya es ejemplar para la turbia democracia española). Sentencia escrita el mismo 1-O de 2017, que aún al comprobar hoy la respuesta violenta por parte de un estado petrificado por inmovilista y un rey titubeante entre el 155 o el 8 de su Constitución, el PNV continua como monaguillo monárquico rogando migajas estatutarias a Madrid, sin ningún atisbo de sonrojo para sus militantes ni dudas para sus votantes... máxime sabiendo lo que podía contrarrestar al poder centralista, solidaridario con los oprimidos.

Catalunya fue incorporada a la corona borbónica por la fuerza de las armas en 1714, gracias a que los ingleses retiraran su apoyo a los austricistas a cambio de Gibraltar y Menorca. El españolismo recalcitrante es racista con sus prójimos y destierra de la españolidad a todo hijo de vecino. ¿Cómo se puede construir un Estado basado en la unidad formal, si la idea que lo constituye desplaza a la mitad de sus habitantes? He aquí el Estado Monárquico Borbónico llamado España. Esta es una de tantas visiones histórico-contemporánea de ese espejo ibérico que dicen haberlo reconstruido con la Reconquista, cuando siempre fue un mosaico de naciones, pueblos y reinos, anteriormente tribus y entremedias siete siglos de cultura y prosperidad hoy ignoradas por quienes siendo descendientes de quienes les expulsaron de la península, conservan el espíritu belicoso de aquellos godos, que nos mantienen sumidos en la incultura.

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