Félix Placer Ugarte
Teólogo

Cosmogonía vasca

En la memoria profunda  de  los pueblos late una visión ancestral  del mundo, de su origen y relaciones con el  entorno que les envuelve, donde  a lo largo de la prehistoria e historia se han ido elaborando su cultura, su lengua, su identidad. La  complejidad de su comprensión cósmica se expresó en mitos, símbolos y  ritos conservados a lo largo del tiempo y rememorados en fechas especiales, como en estos días navideños y del nuevo  año.

Los  relatos míticos de los pueblos antiguos  narran una realidad original sobre la vida y la muerte, las actividades y destinos de los hombres y del pueblo. Eran su referencia paradigmática, sus  modelos de interpretación para comprender el cosmos y establecer las normas de convivencia social. A su entender, conociendo los mitos se llega al origen de las cosas y se las puede dominar; pero no con un conocimiento exterior o abstracto, sino ritual, vivo, experiencial, donde la lengua posee una función  fundamental creativa: ‘Izena duen guztia, omen da’ (todo lo que tiene nombre existe). Tales mitos, no eran fantasías carentes de lógica, propias de una mentalidad y  cultura que ignoraban la racionalidad. Tampoco eran simples leyendas. Constituían formas de pensamiento y compresión de la realidad, del origen del mundo y de la  vida, modelos de interpretación, de relaciones sociales, de valores  y  de inteligencia práctica  e instrumental.

Es cierto que los mitos se generaron en tiempos,  contextos y experiencias muy remotas y  diferentes a las actuales. No pueden, por tanto,  transferirse de manera ingenua a nuestro tiempo; pero tampoco debe negarse su conexión con la mentalidad y formas de comprensión actuales. En  concreto, en Euskal Herria, dentro de su pluralidad y  formas diversas de vida moderna y desarrollada, los mitos  no han desaparecido; perduran y se mantienen, aunque ocultos por otros mitos aculturados.

Cuando el pensamiento único impone mitos y símbolos de consumo, mercado y poder, con sus  poderosos medios de  comunicación;  cuando lenguas dominantes anulan las minoritarias haciendo desaparecer muchas de ellas (con el empobrecimiento cultural que esta pérdida implica); cuando la tierra es amenazada, contaminada y destruida; cuando se obstaculiza la convivencia y se impide a los pueblos ejercer sus derechos soberanos inalienables… los mitos  y símbolos identitarios ejercen un sentido y función  regeneradores; son agua nueva, que brota  en Euskal Herria, como  se canta en  pueblos de  la Sakana navarra al recibir el nuevo año: ‘ur goiena, ur barrena urte berri egun ona…egun onaren seiñalia hemen dakarrat ur berria…’

No se trata de rememoraciones románticas de épocas pasadas, de añoranzas infantiles o de reviviscencia de milenarismos anacrónicos. Se busca y desea  reconstruir la realidad, regenerarla con los mitos, reflejo de su conciencia como pueblo, de su ser  vasco y de su  visión del mundo  cuya intuición profunda plasmó  Jorge Oteiza en sus creaciones estéticas de lo que llamó huts (vacío).  Y así Euskal Herria es, al mismo tiempo que un mito generado en  primitivas experiencias territoriales, lingüísticas, en relacionales y rituales, una realidad representada  y expresada en  sus  categorías simbólicas, referidas al sentido de identidad y religación entre las personas. Constituyen nuestra  etnia y su forma libre de relacionarse con otros pueblos desde la libertad, el respeto y derechos colectivos.  

Por tanto, si no queremos diluirnos  hoy en la globalización capitalista neoliberal, estamos ante el desafío de una renovada cosmogonía vasca, que se expresa ya en múltiples  formas políticas, económicas, culturales, sociales, ecológicas, también, a mi entender, espirituales; en la aspiración y trabajo por formas diferentes de vida; en propuestas de modelos nuevos de convivencia; en la afirmación de un pueblo libre y soberano con inalienable capacidad de decidir.

La afirmación de nuestros derechos individuales y colectivos como pueblo, la lenta pero constante extensión del euskera (sin el que Euskal Herria no sería tal: ‘euskera hilez gero, ez nuke nahi bizi’), la defensa de la tierra contra atentados ecocidas como el fracking, la búsqueda  y práctica de una nueva economía contra el capitalismo que engulle el mundo en su insaciable beneficio para unos pocos a costa del empobrecimiento de la mayoría, son, entre otras, expresiones y prácticas que anuncian una nueva cosmogonía, otro mundo diferente.

Y cuando Olentzero baja de la fría montaña y anuncia estos días de fiesta, el “hator, hator mutil etxera” resuena en nuestras calles y caminos exigiendo para presos y presas el respeto de todos su derechos, que acabe la dispersión ya y  vuelvan a Euskal Herria, donde la libertad de decidir construya una convivencia nueva, reconciliada. Este mítico personaje simboliza el deseo, la lucha, el compromiso de una sociedad, de un pueblo que defiende sus derechos y reclama ’presoak Euskal Herrira’. Será el clamor que  se expresará el  próximo día 10 de enero en la desbordante multitud esperada.

Y hoy, también nuestros mitos se solidarizan con otros pueblos amenazados que  buscan y luchan por un mundo justo y equitativo contra toda inequidad y explotación. Desde nuestro profundo arraigo en la Ama  Lur, compartimos con ellos la ‘Carta de la Tierra’ para “crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz. En torno a este fin, los pueblos de la Tierra, declaramos nuestra responsabilidad unos hacia otros, hacia la gran comunidad de la vida y hacia las generaciones futuras para que nuestro tiempo se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida…”

Es el mundo nuevo expresado en  deseos y luchas confluyentes  de quienes, desde una  convicciones plurales y también de creyentes  en Jesús de Nazaret,   nos unimos en el amor y esperanza por  la humanidad, para que el año nuevo en nuestra Ama Lur, en toda la tierra  broten las semillas de una cosmogonía de  libertad, justicia  y paz.

Eguberri zoriontsuak eta urte berri on!

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