José Díaz
Licenciado con Honores en Política Internacional por la Universidad de Stirling (Reino Unido)

Cuba y el bloqueo imperialista de Estados Unidos

Negar la existencia del bloqueo y los estragos que ha causado el embargo económico de Estados Unidos a Cuba desde 1962 hasta la fecha actual es, sin duda, una de las mayores aberraciones ideológicas y cultivo propio de la contrarrevolución y la gusanada exiliada en Miami.

Quintacolumnistas, cuyos esfuerzos por ahogar al régimen y al mismísimo pueblo cubano sin compasión, siempre han estado al servicio de los Estados Unidos y las maniobras de la CIA para subvertir y derrocar a la revolución cubana utilizando el hambre como arma. Y sin olvidarnos del papel fundamental que ha jugado la CIA en torno a los 638 intentos de asesinato contra el líder de la revolución (según el servicio secreto cubano) a lo largo de la historia.

La gusanada, como bien se la conoce en la República de Cuba, está conformada por la disidencia política cubana y elementos contrarrevolucionarios cuya mayor concentración se encuentra en Miami. Entre ellos, podemos destacar a los famosos refugiados del éxodo de Mariel tras la crisis diplomática de 1980 a la que se sumó Estados Unidos de forma oportunista para hacer presión internacional sobre Cuba, a la vez que ofrecía asilo político para los refugiados durante una campaña que promovía el derecho de cualquier cubano a abandonar la isla, lo que generó fuertes tensiones diplomáticas entre Fidel Castro y los países latinoamericanos en aquél entonces.

Ante semejante presión internacional sobre Cuba, Fidel Castro respondió a esta campaña de desprestigio con cierta reciprocidad; con astucia y perspicacia política frente a Estados Unidos. Como respuesta ante esta campaña de presión internacional sobre Cuba, Fidel Castro aprovechó para vaciar las cárceles cubanas y enviar a miles de reclusos con registros criminales y encarcelados por delitos de toda clase entre los refugiados para enviárselos a Estados Unidos. Sin duda, fue una jugada maestra por parte del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz. Los llamados «marielitos» pronto se convertirían en la crema y nata de la disidencia cubana en Miami.

Cabe mencionar que la disidencia cubana, la gusanada, es cómplice directa del más cínico y grotesco negacionismo en cuanto a la existencia de un bloqueo estadounidense sobre Cuba, cuyo fin no es otro que desvirtuar una realidad histórica, política y económica mediante la subversión ideológica para desacreditar y responsabilizar al gobierno cubano, a la revolución y a sus máximos dirigentes del Partido Comunista de Cuba (PCC) de los problemas estructurales que afronta el país ante la incesable embestida del imperialismo norteamericano.

Ciertamente, la gusanada no da más de sí desde su estrepitoso fracaso en su intento de derrocar la revolución cubana y a Fidel Castro mediante la fallida invasión de Bahía de Cochinos en febrero de 1961. Fue una invasión orquestada por la CIA y además contaba con la aprobación del entonces Presidente John F. Kennedy. Cuba defendió su integridad territorial y revolucionaria frente a la invasión de unos 1.400 exiliados cubanos, mercenarios entrenados, armados y financiados por Estados Unidos, la CIA y el ejército estadounidense. Esta hazaña de la revolución cubana dejó patente que Cuba, a pesar de ser una isla caribeña, era capaz de resistir, de defenderse sola y derrotar a una invasión promovida por una superpotencia como lo fue Estados Unidos en ese momento histórico.

Hoy, igual que ayer, la revolución cubana sigue resistiendo a la embestida de la política exterior estadounidense, pese a la desintegración de la Unión Soviética en 1991 y la caída del Bloque del Este en su conjunto en 1989 −quienes fueran sus principales aliados del campo socialista [comunista] frente al campo capitalista en el marco de la Guerra Fría–. Y tras esta hecatombe, vino el llamado periodo especial, digno de una crisis existencial tras la desaparición de la URSS como máximo referente del comunismo internacional, además de ser el mayor aliado e importador comercial de la República de Cuba.

Bajo el yugo del bloqueo imperialista, Cuba, se vio completamente aislada y, naturalmente, no supo gestionar la gran pérdida que supuso la desaparición de la Unión Soviética. Cuba hasta entonces había gozado de gran apoyo técnico y político hacia el desarrollo, además de cierto grado de bienestar social bajo la cooperación internacionalista propia de la cultura de fraternidad socialista de la URSS.

Volviendo al bloqueo al que Cuba se ha visto sometida desde 1962 hasta la fecha actual, hay que reconocer los estragos que ha causado entre la escasez de alimentos, recursos básicos, medicamentos, entre tantas otras necesidades, debido a un embargo económico, de carácter genocida contra el pueblo cubano; privándolo de las necesidades más básicas en el ámbito de la sanidad y la medicina, a la vez que el bloqueo imperialista ha estado utilizando el hambre como arma contra Cuba y el pueblo cubano como máxima expresión de violencia estructural. Esto se debe al endurecimiento del embargo en 1964, de la mano del presidente Lyndon B. Johnson, lo que hizo prácticamente imposible para Cuba establecer relaciones comerciales con terceros países. Por lo que Estados Unidos se las ha ingeniado mediante un bloqueo económico brutal para aislar completamente al pueblo cubano del mundo entero, prohibiendo y saboteando cualquier intento por parte de Cuba de emprender relaciones comerciales tanto en América Latina como en Europa durante décadas.

Dicho esto, no cabe la menor duda que la mayor violación de derechos humanos en Cuba la viene ejerciendo los Estados Unidos durante los últimos 62 años. Y no solo en Guantánamo, en cuya base estadounidense no existe tal cosa como la Declaración Universal de Derechos Humanos, ni la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes. Por tanto, Estados Unidos carece de cualquier semblante de autoridad moral. Y si nos paramos un instante para hacer un breve repaso histórico contemporáneo del militarismo y la agresión brutal que ha promovido Estados Unidos contra innumerables países por todo el mundo, podemos constatar que toda guerra promovida por EEUU tan solo ha dejado una estela de destrucción, desolación, sufrimiento, barbarie, horror, regadíos de sangre, además de cientos de miles de cadáveres a su paso por sus ambiciones geopolíticas e imperialistas, usurpándole recursos naturales y petróleo a terceros países para alimentar un capitalismo depredador desenfrenado.

A su vez, Estados Unidos reafirma su posición de dominación global mediante la presencia de más de mil bases militares estadounidenses repartidas por todo el mundo, como apunta el profesor y teórico crítico británico-estadounidense, David Harvey, en su obra “El Nuevo Imperialismo” (2003) con un análisis incisivo sobre el imperialismo norteamericano, además de una crítica de carácter marxista en Relaciones Internacionales. Para el autor, esta obra es lectura imprescindible para entender con mayor precisión las dinámicas y los contornos del imperialismo norteamericano en pleno siglo XXI y el papel fundamental que juega su amplio despliegue militar a escala global como proyección de su poderío militar y político. Aunque esto está a punto de cambiar mediante la multipolaridad de grandes potencias emergentes como Rusia y China y el papel fundamental que recaerá sobre los Brics para darle un giro al tablero económico y geopolítico en un futuro no muy lejano.

El bloqueo estadounidense sobre Cuba se mantiene y sigue causando durísimos estragos para la población, a pesar del acercamiento histórico que se dio tras la declaración del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama y el presidente de Cuba, Raúl Castro, de iniciar un proceso de normalización de las relaciones entre ambos países el 17 de diciembre de 2014. El llamado «Deshielo cubano» supuso un nuevo capítulo en las relaciones diplomáticas entre Washington DC y La Habana y trajo consigo cambios importantes a nivel diplomático durante los cinco años que duró hasta la llegada del impresentable de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos en 2016, quien resucitó el enfrentamiento entre dos viejos enemigos de la Guerra Fría e instauró la vieja política de mano dura contra el régimen cubano alentado por el lobby cubanoamericano. El legado político de la presidencia de Donald Trump en relación a Cuba fue dilapidar el legado de su predecesor en el cargo, el presidente Obama, en su acercamiento a Cuba, mediante una voladura de puentes con un retorno hacia la confrontación histórica e ideológica, además de la inclusión de Cuba en la lista negra de Estados Unidos de países patrocinadores del terrorismo. Y seguidamente, se implementó el Título III de la Ley Helms-Burton que permite a los ciudadanos estadounidenses presentar demandas contra cualquier empresa o persona, estadounidense o extranjera, que se beneficie de propiedades nacionalizadas tras el triunfo de la revolución cubana en 1959; y cuyo objetivo pretendía desalentar inversión extranjera en Cuba.

Lamentablemente, el retorno de esta política anacrónica y vestigio de la Guerra Fría se ha mantenido bajo la administración del Presidente Joe Biden y sin indicios de que vaya a cambiar un ápice en la próxima legislatura, ante la posibilidad de que Donald Trump vuelva a asumir la Presidencia de los Estados Unidos. En cuanto a la candidata presidencial demócrata, Kamala Harris, el autor mantiene cierto escepticismo, puesto que en el papel que ha desempeñado como vicepresidenta de los Estados Unidos bajo la administración Biden, no ha mostrado interés ni inclinación alguna en retomar un proceso de normalización en las relaciones entre EEUU y Cuba. Por deducción lógica, el autor tan solo puede asumir que Kamala Harris ha formado parte del poder en la sombra en la toma de decisiones durante la administración Biden, debido al evidente deterioro cognitivo y clara indisposición de Joe Biden para ostentar la presidencia de los Estados Unidos a sus 81 años. Por lo que el autor no espera grandes cambios y, mucho menos, un giro de 180 grados en la política exterior estadounidense con respecto a Cuba. El autor se limita a una lectura y a una interpretación de los hechos. Lo demás serían especulaciones.

Cuba atraviesa momentos muy difíciles en el ámbito socioeconómico y estructural y hay que reconocer que al presidente Miguel Díaz-Canel le ha tocado la ardua tarea de hacer frente a una coyuntura crítica en Cuba. No obstante, la compostura y perseverancia de Díaz-Canel es dignamente loable y más aún si tenemos en consideración la crisis humanitaria que asolo Cuba durante la pandemia del covid-19 ante la escasez de medicamentos y tratamientos, afectando al ámbito sanitario y de la medicina en plena alerta mundial. El paso de la pandemia también arrasó prácticamente con la totalidad de su sector turístico, lo que a su vez cortó de golpe la entrada y el flujo de divisa extranjera en el país. No obstante, gracias a la generosidad y solidaridad de la Federación de Rusia y México, durante los momentos más críticos de la pandemia, Cuba pudo sortear la crisis humanitaria frente a los estragos del bloqueo genocida de EEUU.

Los últimos cuatro o cinco años han sido tiempos muy duros para Cuba, pero el pueblo cubano resiste con resignación a los efectos devastadores de un bloqueo económico que se traduce literalmente a una violencia económica y estructural cuyo fin no es otro que el de propiciar un cambio de régimen (como es propio de la política imperialista yanqui). La población actual de Cuba está por debajo de los 10 millones (según el censo de 2024) frente a los 11,32 millones de habitantes en 2019 antes de la pandemia. Esto es un indicador significativo del estrangulamiento económico del bloqueo y los estragos que siguen causando las sanciones unilaterales del imperialismo norteamericano frente a una isla y un pueblo que defiende su soberanía nacional a toda costa con espíritu revolucionario hasta la médula, desafiando la barbarie del bloqueo y el embargo económico de Estados Unidos con rebeldía incandescente.

En palabras del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz (1994): «Para nosotros es inaceptable la cuestión del cese del bloqueo a cambio de concesiones políticas, concesiones que corresponden a la soberanía de nuestro país. Es absolutamente inaceptable, es indignante, es irritante, y, realmente, preferimos perecer a renunciar a nuestra soberanía».

Para la disidencia cínica y reaccionaria que niega la existencia del bloqueo genocida sobre Cuba por parte de los Estados Unidos, tan solo recordarles que desde 1992 la Asamblea General de las Naciones Unidas viene pasando resoluciones anualmente, exigiéndole a Estados Unidos el fin del embargo económico a Cuba. En noviembre 2023, por trigésima primera vez, la inmensa mayoría de la Asamblea General pidió el fin del embargo de Estados Unidos a Cuba una vez más. 187 votos a favor frente a los dos votos de EEUU e Israel (y la conveniente abstención de Ucrania). Sin duda alguna, el bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos a Cuba constituye una violación de los derechos humanos.

Cuba resiste y resistirá, afrontando los sacrificios que sean necesarios, porque su bandera revolucionaria no se plegará jamás frente al bloqueo imperialista. Frente al hostigamiento del bloqueo, Fidel Castro respondió estoicamente: «Cuba sabrá mantenerse como ejemplo de una revolución que no claudica, que no se vende, que no se rinde, que no se pone de rodillas». Y de este modo, mostró al mundo entero que Cuba no se doblegaría jamás ni aceptaría el bloqueo como arma de negociación por parte de Estado Unidos.

En sintonía con la Asamblea General de las Naciones Unidas, hemos de exigirle al gobierno imperialista de Estados Unidos el cese inmediato del bloqueo económico (el arma del hambre) sobre Cuba y el pueblo cubano. Queda patente que el bloqueo económico de EEUU y sus agresiones contra Cuba están más que desprestigiadas ante la comunidad internacional. El bloqueo es absolutamente inhumano en cuanto dificulta el desarrollo de Cuba, dificulta el acceso a recursos y dificulta la adquisición de alimentos y medicamentos. Por el fin del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba.

Patria es humanidad.

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