Dilma Roussef
«Los ‘crímenes’ de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y de la presidenta Dilma Rousseff son sus esfuerzos para que los gobiernos de Argentina y Brasil representen a los pueblos de Argentina y Brasil y no a sus respectivas oligarquías y a Wall Street. En Washington esto constituye un delito grave ya que Washington utiliza a las oligarquías para controlar a los países de América del Sur. Siempre que los latinoamericanos elijan un gobierno que los represente, Washington derribará al gobierno o asesinará al presidente». (Paul Craig Roberts, subsecretario del Tesoro, en la época Reagan)
¿Es corrupta la presidenta de Brasil? Si hiciéramos una encuesta entre los y las lectoras de éste o cualquier otro periódico con esta pregunta, ¿qué resultado se obtendría? Nos gustaría saberlo, pero si hubiera que jugarse los cuartos, quizá lo más sensato sería apostar por el Sí. Y sin embargo, haciendo caso a las principales voces de prestigio internacional, la respuesta sería la contraria, lo cual demostraría que nuestra opinión baila al son de los medios. ¿Por qué se habla tanto de Venezuela y tan poco de Brasil?
«Dejémonos de paños calientes», dice Rafael Silva. «Llamemos a las cosas por su nombre. Lo de Brasil ha sido un golpe de Estado fáctico y político. El asedio de USA a la América Latina progresista es persistente, pues no pueden soportar que estén haciendo pequeñas revoluciones en su ‘patio trasero’. Desde el Chile de Allende, pasando por la contra nicaragüense, por la Cuba de Fidel, por la Venezuela de Chávez, por la Bolivia de Evo, por el Ecuador de Correa, o por la Argentina de los Kirchner, los Estados Unidos no perdonan ningún intento de implantar políticas no digamos ya anticapitalistas o socialistas, sino ni tan siquiera de carácter más social. Ahora ha llegado el turno al Brasil de Dilma Rousseff, cuyos opositores, elevados a la categoría de jueces políticos mediante perversas leyes, están legitimando auténticos golpes blandos. La estrategia es provocar altercados, manifestaciones, desestabilización económica y política, hostigamiento mediático, con la inestimable colaboración de la derecha local, y el apoyo en la sombra del gobierno USA y el gran capital». Un actualizado Plan Cóndor.
El PT de Brasil se fundó en 1980 como respuesta a la dictadura que gobernó desde 1964. Es el partido de Lula y de la Central Única dos Trabalhadores (CUT), el Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (Los Sin Tierra o MST) y de movimientos católicos seguidores de la teología de la liberación. Le costó 4 elecciones llegar a ganar en 2003. Hoy tiene 54,5 millones de votos y ha ganado 4 elecciones consecutivas. Es cierto que la política económica permaneció cercana a las orientaciones de mercado, que las promesas del PT relativas a la prevención de la destrucción ambiental nunca se implementaron seriamente, y que tampoco llevó a cabo sus promesas de reforma agraria. También que Brasil es un pais muy corrupto, aunque... ¿quién esta libre de pecado? El nuevo recambio presidencial interino, Michel Temer, fue informante de EEUU en 2006, según Wikileaks, y de inmediato ha designado un gabinete de extrema derecha, todo hombres blancos y viejos, suprimiendo los ministerios más progresistas. El presidente ecuatoriano Rafael Correa advirtió: «No se puede hacer análisis político haciendo abstracción de cosas tan fundamentales como las relaciones de poder. Detrás de las relaciones de poder está todo».
Según Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz en 1980: «Las democracias que tanto nos costó alcanzar, están nuevamente en situación de riesgo. La situación que hoy vive Brasil afecta a todos los pueblos. Llegan los golpes a América Latina. Detrás del proceso destituyente en Brasil, hay un explicitado proyecto económico para mayor dependencia, privatización y extranjerización. Volvemos a los años 70». Esto hizo que Boaventura dos Santos Sousa resumiera la situación diciendo que una política honesta era sacada del cargo por los más corruptos. Incluso diarios de EEUU comparten esta opinión: «Ella no robó nada, pero está siendo juzgada por una banda de ladrones» (New York Times, 15 de abril).
Según el sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein, el PT buscó ejercer su poder como un gobierno centrista, moderando su programa. Pero el serio déficit presupuestal y la caída de los precios mundiales del crudo y otras exportaciones brasileñas ha desilusionado a un amplio espectro de sus votantes. Y como en muchos otros países de la actualidad, el descontento masivo conduce al rechazo de la política centrista normal. «Lo que podría hacer un movimiento sucesor del PT es retornar a sus raíces como un movimiento anti-imperialista consistente. Esto no será más fácil de lo que le fue al PT en 1980. La diferencia entre 1980 y ahora es el grado en que el sistema-mundo está en crisis estructural. La lucha es mundial y la izquierda brasileña puede jugar un papel central en él o deslizarse a la irrelevancia y la miseria nacional».
El periodista francés Thierry Meyssan lo cataloga así: «Una parte del proceso (‘golpe suave’) se realiza a través de acciones no violentas y por otro lado se realizan acciones clandestinas muy clásicas. Lo original del asunto es que el proceso se basa en la división del pueblo, en poner a la gente una contra otra y el trabajo sucio es llevado a cabo por la gente de buena fe, pero que no se da cuenta que son manipulables y utilizados contra su propio país. Estos métodos fueron utilizados con cierto éxito en Serbia (año 2000), Georgia (2003), Ucrania (2004), Afganistán y Líbano. En este último lugar no funcionó por mucho tiempo y hubo intentos, como en Bielorrusia y Venezuela, donde fracasó».
Las militantes de la Marcha Mundial de las Mujeres rechazan tajantemente este golpe, así como toda la violencia patriarcal que se ha ejercido contra la presidenta Dilma y llaman a exigir de los gobiernos que se posicionen firmemente contra él y a que NO reconozcan al presidente en funciones Temer. Pero el objetivo principal de este artículo no es hacer balance ni análisis del futuro brasilero. Tan sólo reflexionar sobre donde y cómo sacamos nuestras conclusiones políticas. ¿Esta usted segura de que la presidenta Dilma es corrupta? El poder tiene muchos tentáculos, el militar, el político, el mediático, el jurídico, el económico... y depende del momento, los utiliza mediante el cóctel más adecuado. Conviene no olvidarlo.