José Luis Orella Unzué
Catedrático senior de Universidad

El informe Kinsey

En la sala de cultura de Lugaritz se está desarrollando durante todo este año, una vez al mes, un ciclo de cine-forum en el que se tratan temas humanos de actualidad en el cine. Se proyectan películas como “Diamante de sangre”, “Solas”, “Las invasiones bárbaras”, “Los últimos días del Edén”, “Intocable”, “Quiero vivir”, etcétera.

En la introducción realizada por un trío cualificado de profesionales y en el fórum posterior a la proyección se han expuesto con gran participación de público los diferentes temas tratados, como el papel de las multinacionales, el aborto, la eutanasia, la conservación de la naturaleza, la pena de muerte, las relaciones humanas, etcétera.

En este 11 de octubre, con la película norteamericana “Kinsey”, tratamos el tema del sexo en la vida humana. Es una película dramático-biográfica del año 2004 escrita y dirigida por Bill Condon de 118 minutos de duración. En ella se relata la vida del sexólogo Alfred Kinsey, que realizó un informe sobre el comportamiento sexual humano, cuya publicación provocó un gran revuelo en la cultura occidental y en la sociedad estadounidense en particular, que vio cómo la obra desmitificaba muchos aspectos de la sexualidad humana.

El film es un estudio científico, pero cinematográficamente muy atrayente, sobre el papel del sexo en la vida humana. No se ciñe a la moral sexual tradicional. Más aún, afirma que estadísticamente hablando las manifestaciones del sexo que se dan en el matrimonio son una parte muy pequeña de las que en realidad existen en la sociedad.

Aporta datos sobre la masturbación desde la infancia pasando por la adolescencia, la vida adulta y la ancianidad. Afirma que el hombre adulto promedio menor de 35 años se masturba unas 70 veces al año, mientras que los mayores de 35 lo hacen alrededor de 33 veces. Igualmente afirma que la manipulación genital es la forma de masturbación más difundida (95%) en los hombres y que es mucho más frecuente de lo que se cree en el grupo de mujeres «sexualmente maduras», pues el 30% de las casadas complementa su vida sexual con la masturbación.

Según los sexólogos se dan dos opiniones contradictorias sobre la masturbación ya que el acto sexual comporta dos elementos que hay que tener en cuenta. El primero es que tiene una finalidad que es la reproducción. Y la reproducción es sin duda un fin del acto sexual, pero para algunas ideologías y religiones es el único fin, por lo que desaconsejan como no legítimos los actos sexuales que excluyan la reproducción, como puede suceder entre los casados que no aspiran a tener nuevos hijos y en las ancianas que hayan llegado a la menopausia. Y por esto mismo excluyen la legitimidad de la masturbación.  

Y el segundo elemento que el acto sexual exige, psicológicamente hablando, es la alteridad. Por lo que se excluye la masturbación como legítima por faltarle una relación a otro ser humano. Según estos dos elementos se sitúan dos opiniones contradictorias con respecto a la masturbación.

En la actualidad el onanismo o  masturbación sigue siendo visto como un tabú y tachado como actividad vergonzante. La censura de la masturbación no solo se ha expresado por parte de los sectores de la salud, sino, fundamentalmente, de la religión. Y esto desde los tiempos más remotos hasta los tiempos modernos. En enero de 1976, el Vaticano emitió una declaración tildando a la masturbación como un acto gravemente desordenado y anti-natura. Posición que a pesar de las críticas de la comunidad científica, sigue teniendo gran repercusión entre los católicos, lo cual origina en muchos creyentes el que vean acompañadas sus prácticas masturbatorias con un fuerte sentimiento de ansiedad y culpa.

Sin embargo para una gran mayoría de científicos y de la comunidad sexológica, la masturbación no solo no es considerada perjudicial, sino que muchos como Mc Cary (1983) sostienen que es la forma más fructífera de responder a la máxima capacidad sexual del individuo. Por lo que la masturbación, constituye un acto perfectamente sano y normal en muchachos, muchachas, hombres y mujeres tanto jóvenes, adultos como ancianos.

El informe Kinsey afirma que en la sociedad hetero-patriarcal occidental, principalmente, se ha generalizado el patrón binario por el que se es heterosexual u homosexual y así se transmite en la familia, escuela y sociedad. Más aún, se ha educado en la idea de que la homosexualidad es una tendencia diabólica o una enfermedad curable.

Nuestro autor comprueba que el interés sobre la sexualidad humana es muy reciente y que está asociado al juicio moral, la disfunción o la patología. Igualmente afirma que nuestra cultura es sexista y exige una diferenciación que se estructura en forma binaria, porque somos herederos de una tradición dualista, desde Platón a la herencia judeocristiana, como es binaria la concepción humana del alma y el cuerpo, el amor y el sexo, el hombre y la mujer, el Bien con la Luz y el Espíritu y el Mal con las Tinieblas y la Materia. En esta concepción binaria, la heterosexualidad era la norma que no necesitaba ser nombrada. La heterosexualidad se describía como la atracción sexual patológica por ambos sexos, posteriormente como la atracción sexual excesiva y mórbida por el sexo opuesto y solo desde 1934 se define como atracción al sexo opuesto. La heterosexualidad es una categoría normativa que da identidad, se regula por mecanismos de inclusión y exclusión, implica estrategias de discriminación, descalificación de lo ajeno y como afirmación de lo propio.

Más tarde se describió la homosexualidad en 1868 como una práctica sexual perseguida como sodomía.

Antes que “Kinsey” el sexo no había sido tratado muchas veces en el cine. En 2005 el director Ang Lee se ocupó de romper el binarismo con la película entre dos vaqueros que se ha conocido como «los vaqueros gays», aunque estos vaqueros son preferentemente heterosexuales o bisexuales. Igualmente, en «El sexo de los Ángeles» de 2011 de Xabier Villaverde, en la que una pareja joven se enamora de un adolescente, se rompe con el «binarismo normal» a nivel sexual.

En el festival de Cine de Donostia de este año 2016 se han presentado 4 películas de temática sexual en la sección oficial, 2 en Zabaltegi, 2 en Nuevos directores, 3 en Horizontes latinos y 3 cortometrajes proyectados en el Velódromo y en el Encuentro Internacional de Estudiantes de Cine. Más aún, se han otorgado el 17º premio «Sebastiane» y el Gehitu de plata al director del Festival Jose Luis Rebordinos y a todo su equipo, por su decidido empeño en crear nuevos públicos, gestionar escuchando a la gente, por dar espacio a los discursos diversos y por apoyar los derechos fundamentales del colectivo LGTBI.

Igualmente se ha concedido el contra-premio Gehitu de Hojalata a Fernando Sabater por contribuir a la discriminación, por fomentar la fobia y por contrarrestar los avances sociales y legales en la diversidad, en la orientación afectivo-sexual, o en la identidad de género. Principalmente por artículos publicados en “El País” como el de diciembre del 2015 «Discriminar», sobre el tema de la reproducción asistida.

Kinsey” trata de otras figuras sexuales como la bisexualidad. Una aceptación profunda de la bisexualidad implica revisar toda nuestra estructura moral y cultural en relación a la intimidad, la sexualidad y el afecto. La aceptación de la bisexualidad es revolucionaria a nivel teórico y cultural y es amenazante a la norma sexual general, por lo que se ve socialmente ninguneada y ridiculizada como realidad y como concepto. La negación de la bisexualidad se realiza de forma contundente tanto por los heterosexuales como por los homosexuales, por lo que el efecto de esta doble oposición le obliga al bisexual a la emigración.

En fin, “Kinsey” nos hace reflexionar sobre el abismo que existe en nuestra cultura entre la ideología y moralidad que queremos defender y damos al instinto humano más arraigado como es la sexualidad, y la práctica cotidiana sexual de todas nuestras generaciones y capas sociales.

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