Joseba Pérez Suárez

El mejor socio

Apela ahora Ortuzar a esa estabilidad que dice encontrar en un PSOE convertido, desde hace años, en lacayo fiel de los autonomistas.

Ya lo sabemos, que aunque la mona se vista de seda… Sortu se queda», sermoneaba un campechano Ortuzar ante la risa complaciente de su auditorio y en plena campaña electoral que los jeltzales han desarrollado con el indisimulado objetivo de hacer de la coalición abertzale la diana sobre la que lanzar sus dardos, haciendo hincapié en ese turbio pasado de su partido de referencia y a la búsqueda desaforada del voto del miedo, algo hasta ahora más propio del rancio constitucionalismo que del sano regionalismo peneuvero. Aunque, como suele decirse, todo se pega, menos la hermosura.

Superado el escollo electoral con holgura y con la vista puesta en los consabidos pactos, el autonomismo vasco saca ahora la calculadora y hace números con un ojo puesto en la consolidación de su hegemonía y el otro en la asfixia de un abertzalismo cuyo crecimiento «desmedido» restaría oxígeno electoral a los de Sabin Etxea. Y para ello, apela ahora Ortuzar a esa estabilidad que dice encontrar en un PSOE convertido, desde hace años, en lacayo fiel de los autonomistas; porque Bildu y Podemos, afirma, «solo pretenden desalojarnos del poder», como si eso fuera algo extraño en la competencia política entre partidos. ¿Acaso los socialistas no hicieron exactamente eso mismo en la única ocasión en que sus votos y los del PP estuvieron en disposición de hacerse con el sillón de Ajuria Enea? ¿O eso es agua pasada, señor Ortuzar?

Nada que reprochar, ¿verdad Andoni?, a quienes aparcaron su republicanismo para abrazar la monarquía, renunciaron al derecho a decidir de nuestro pueblo que anteriormente defendían, pusieron en marcha el terrorismo de Estado (GAL), ocultaron a sus dirigentes de una justicia por lo demás comprada y terminaron apoyando sin fisuras la implantación del 155 en Catalunya, el apaleamiento de su ciudadanía y el encarcelamiento de su cúpula dirigente democráticamente elegida. Nada que reprochar, insisto. A Andoni no le sale hacer risas con eso de que «aunque la mona se vista de seda, PSOE se queda», ni está dispuesto a pedirles explicaciones sobre tantísimos desmanes.

Con indisimulada pasión gritaba el socialismo navarro aquello de «¡Agur Asirón, agur!» la pasada noche electoral, en clara demostración del sentimiento que les mueve… a sabiendas de que la alternativa es ni más ni menos que el ínclito Enrique Maya y sus amigos de UPN-PP-C’s, cosa que poco importa, visto lo visto, a las huestes de Chivite con tal de no ver abertzales en su territorio.

Y con estos mimbres está dispuesto Ortuzar, una vez más, a realizar ese cesto en el que lo consecuente y lo ético, como el agua, se escapan por los huecos, para quedarse con lo que de verdad importa en esa fábrica de ganar elecciones (su único y verdadero objetivo) que acoge Sabin Etxea: el mando a cualquier precio y preferentemente en una Euskadi autónoma, antes que en una Euskal Herria soberana. Lo de las soflamas patrióticas, ya si eso, para la cita anual en Foronda.

El mejor socio, Andoni, el mejor socio, vaya que sí.

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