Eguzki Urteaga
Profesor de Sociología en la UPV-EHU

El mercado laboral transfronterizo: realidad, dificultades y oportunidades

El desarrollo de un mercado laboral transfronterizo vasco se enfrenta a una serie de obstáculos que es preciso tener en cuenta.

La Eurorregión Euskadi-Navarra-Aquitania acaba de dar a conocer los resultados de un estudio sobre el mercado laboral transfronterizo que pone de manifiesto su escasa magnitud, puesto que, según el Eustat y el Insee, concierne a 3.828 trabajadores, y, según la Seguridad Social y la Cpam, afecta a 4.384 trabajadores. Estas cifras no tienen comparación alguna con los flujos observados en las fronteras franco-suiza, franco-alemana y franco-italiana. La mayor parte de estos trabajadores transfronterizos vascos son ciudadanos de nacionalidad española que residen en Lapurdi y trabajan en Gipuzkoa. Esta concentración de los trabajadores en municipios próximos a la frontera se explica, en gran medida, por la compra de viviendas de ciudadanos de la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) y de la Comunidad Foral de Navarra (CFN) en el País Vasco norte (PVN) en los años 1990 y 2000, periodo durante el cual las viviendas eran más baratas en el norte de la Bidasoa. Estos trabajadores desempeñan su labor profesional esencialmente en el sector servicios, aunque el número de autónomos no sea desdeñable.

A pesar de su escaso volumen, las perspectivas de creación de empleo en la Eurorregión son positivas, dado que las tres regiones mencionadas prevén un importante aumento del empleo creado en su seno durante los próximos ocho años, incremento que oscila entre el 5 y el 9%. Más precisamente, la CAV contempla un aumento del 8,7%, la CFN un auge del 7,1% y la región Nueva Aquitania una progresión del 5,6%; sabiendo que los puntos de partida en materia de desempleo son diferentes. Estas creaciones de empleo son propiciadas por una serie de iniciativas elaboradas y puestas en marcha por actores públicos y privados, tales como el Campus Eurorregional de Excelencia, el convenio de colaboración entre la Universidad de Pau y de los Países del Adour (UPPA) y la Universidad del País Vasco (UPV) así como entre la UPPA y la Universidad Pública de Navarra (UPNA), la cooperación en materia de formación profesional entre la CMA 64 e Ikaslan, Transformuga y los ciclos formativos de alto desempeño, el proyecto de colaboración entre el Centro Nazaret y Etcharry o el programa Competitiv-eko.

No en vano, el desarrollo de un mercado laboral transfronterizo vasco se enfrenta a una serie de obstáculos que es preciso tener en cuenta.

En primer lugar, los tres territorios se encaran a un envejecimiento de la población, tendencia que es más acusada tanto en Euskadi como en Navarra. En total, el 22% de la población de la Eurorregión tiene más de 65 años, lo que se repercute en el empleo, ya que influye en la tasa de recambio de la población activa. De hecho, por cada persona en edad de jubilarse, solo 0,73 personas se incorporan al mercado laboral (la media europea es del 0,94), lo que supone un déficit del 0,27. No obstante, ese fenómeno es atenuado por el elevado nivel de desempleo juvenil, sobre todo en el País Vasco sur donde alcanza el 34,7% en la CAV y el 34,1% en la CFN.

En segundo lugar, se observa una repartición sectorial del empleo diferente entre los tres territorios concernidos, especialmente en lo que se refiere a la industria y a la agricultura. Así, mientras que Euskadi y Navarra se caracterizan por la importancia de su sector industrial, que ocupa respectivamente el 20,0% y el 18,1% de la población activa, la industria aquitana solo emplea al 14,1% de los trabajadores. A su vez, mientras que la agricultura emplea al 5,4% de la población activa en la CFN, el sector primario solo emplea al 2,7% de los trabajadores en Aquitania y al 0,7% de los mismos en la CAV. Asociado a ello, existe una mayor oferta de empleo industrial en el sur de la Bidasoa, ya que alrededor del 17% del empleo ofertado por los Servicios de Empleo de Euskadi y Navarra corresponden al sector secundario.

En tercer lugar, existen diferencias reseñables, aunque no sean insalvables, entre la renta per capita de los tres territorios, que son de 30.107 euros en Aquitania, 27.571 euros en Euskadi y 24.863 euros en Navarra. Pero, la diferencia es mucho mayor en materia de renta mínima interprofesional, puesto que es de 1.480 euros brutos (para 35 horas semanales) en Francia y de 825 euros (para 40 horas semanales) en la península ibérica. Esto afecta especialmente a los trabajadores que ejercen empleos poco cualificados y cuyos salarios se acercan al salario mínimo interprofesional, lo que supone un freno a la movilidad profesional norte-sur.

En cuarto lugar, una reducida parte de la población de la Eurorregión conoce la lengua de las demás regiones. De hecho, una escasa fracción de la población de la CAV y, en menor medida, de la CFN domina el francés, mientras que más del 20% de los habitantes de la Nueva Aquitania hablan el castellano, proporción que se incrementa en el PVN por su proximidad con la frontera. Además, el aprendizaje del español es más frecuente en las aulas de Aquitania que el francés en las aulas del País Vasco sur. Así, el 16% del alumnado de Euskadi, de entre 12 y 18 años, aprende el francés como idioma extranjero, sabiendo que solamente el 3% lo tiene como asignatura obligatoria. En Navarra, el 34% del alumnado cursa el francés, pero solamente el 1% lo hace como asignatura obligatoria.

En quinto lugar, existen diferencias notables en materia de fiscalidad y de cotizaciones sociales, dado que el impuesto de sociedades es superior en Aquitania que en el sur de la Bidasoa (el 33% frente al 25%), mientras que sucede lo contrario con el IRPF. A su vez, las cargas sociales que pesan sobre el empleado son muy superiores en Francia con respecto a España (el 20% frente al 6,35%), y sucede lo mismo, aunque sea en una menor proporción, con las cargas sociales que pesan sobre el empleador (el 35% frente al 30%). La fiscalidad y las cargas sociales que pesan sobre el empleo son percibidas como problemáticos por el 36% de los trabajadores transfronterizos.

Ante estas dificultades, a los que conviene añadir la problemática del transporte público que es identificado como tal por el tercio (el 32%) de los trabajadores transfronterizos vascos, los autores del estudio formulan una serie de recomendaciones: el desarrollo del aprendizaje del idioma del vecino, la mejora de la comunicación sobre la información relativa a las oportunidades de empleo al otro lado de la frontera, el mayor acompañamiento administrativo y fiscal de los trabajadores transfronterizos, la conexión entre trabajadores transfronterizos y organizaciones formativas, y la disponibilidad y mejora de la información estadística sobre el mercado de trabajo transfronterizo. A todo ello es preciso agregar la ampliación de la zona geográfica que permite a los trabajadores ser considerados como trabajadores transfronterizos a efectos administrativos. La implementación de semejantes medidas implica tener una visión de país y una voluntad política que permitan luchar contra las inercias que dificultan el desarrollo de un mercado laboral transfronterizo vasco. 

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