El yo-yó del presidente
No hace falta que el Sr. Fernández, ni el Sr. Jauregi, ni Susanita la andaluza le den más vueltas: el PSOE ya no existe. Hacía tiempo que había entrado en putrefacción. Apesta a socialdemocracia conservada en formol, a empresa inútil de autoempleo.
Desde hace cincuenta años ha sido incapaz de abrir siquiera una ventana para ventilar el sótano en que se apretuja maltratada la mayoría social. Vayamos ahora desgranando frases de claros socialistas en torno a la triste realidad en que consiste la vida española, que ellos dirigieron a ningún lugar que no fuera su supervivencia. Empecemos por el Sr. Jáuregi: «Hay que aprovechar la debilidad de este gobierno para establecer una agenda reformista». Yo no veo esa debilidad ¿De qué habla el Sr. Jáuregi? Detrás del Sr. Rajoy está la Bruselas de los poderosos mercados que reclaman lo que al parecer les debemos –que son el capital y los intereses bastardos con que ellos, en un villano juego de manos, se prestan dinero mediante los bancos y se lo devuelven multiplicado a si mismos mediante los mismos bancos– ; luego está, detrás del Sr. Rajoy el Banco Mundial, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional, el Berlín que ha disfrazado su marco invasor en el manipulable y amistoso euro; el Washington de las omnipresentes bases bélicas para velar por la seguridad del Imperio; los empresarios españoles que exportan el dinero hecho con la laminación de los trabajadores de España –cuando el dinero generado por una nación es bien que debiera servir a esa nación–; el mismo Sr. Jauregi que ahora deja España y se va a la Unión Europea porque como decía Lorca ante la sangre del yacente Sánchez Mejías: “¡Que no quiero verla!/Y los toros de Guisando/casi muerte y casi piedra/mugieron como dos siglos/hartos de pisar la tierra”. Pues hala, Sr. Jáuregi, a Bruselas, que esta tierra aburre.
Esta es la hora del “triunfo” político de los socialistas que consiste en desatascar otra vez el carro de sus adversarios históricos si es que alguna vez lo han sido de verdad; un triunfo entre muerte cierta y resurrección mítica que empieza por la entrega de unas armas herrumbrosas en una capitulación sin más condiciones que unos asientos parlamentarios en que acomodar a sus líderes inertes.
Abandoné ese socialismo hace ya muchos años, cuando querían venderme su miseria hablándome al oído. Me fui con la pena de las batallas perdidas y cedí mi reclinatorio a quienes ahora ofician el funeral de su partido en un altar que se cae a trozos. Su mismo lenguaje delata su fracaso. El pasado domingo escuché decir al que conduce la demolición socialista que abstenerse en la investidura del gallego y su cuadrilla para poner todo el poder en sus manos no era «algo vergonzante». Pues mire usted, Sr. Fernández, vergonzante es a fin de disfrazar lo vergonzoso.
Y para no dejarnos liar por este emburrio idiomático recurramos a la RAE, que aclara esta distinción que hago entre dos términos tan próximos cuando puntualiza que vergonzante «es pedir limosna con cierto disimulo o encubrimiento», en tanto que vergonzoso es «lo que causa vergüenza». Y usted, Sr. Fernández, ha limosneado bajo un cielo encapotado una chispa de poder opositor a quien tiene ya todo el poder en propiedad plena. Todo el mundo sabe a estas alturas que su anunciada y arrasadora oposición posterior a su rendición no tendrá posibilidad alguna de cambiar la vida española ni siquiera para reformarla a retales. Y así lo apuntó un Josep Borrell profunda aunque educadamente irritado. Algo así como una victoria que consiste en clamar el “¡no quiero verla!” del poeta ante la sangre de Sánchez Mejías. Sí, Sr. Fernandez, su operación de entrega de la caja política al hombre del rey es doblemente vergonzosa por querer desarrollarla vergonzantemente.
Sin embargo los trapos que resten de la derrota no quedarán esparcidos por la calle sino que serán el botín de la sevillana llorona, una andaluza que, como otros tantos paisanos suyos, está harta, supongo, del lamento de su pueblo empobrecido tras tantos siglos de tener «los pies y las manos presos». Andaluces atados a su dura Andalucía ante andaluces a los que aún les queda Madrid.
Frases, frases que parecen tontas y están preñadas de dolor y privaciones para los trabajadores. Como esa del joven Telémaco cuando dice esta enigmática cosa: «C’s ejercerá el modelo de oposición responsable que arrimará el hombro en los temas importantes para España». Ha salido listo el chico ¿De qué España habla, de la que pertenece a los especuladores, de la que amparan los podres fácticos, de la España pobre que se viste de libertad miserable en las redes…? El Sr. Rivera pasea por la ídem mientras piensa en la manipulación para que le den una tarjeta negra a fin de disponer del poder que necesite; del poder «importante» para una España que vende su pobreza en el rastrillo de Bruselas.
Frases; sí, frases, como la que sigue y en la que el Sr. Rajoy vuelve a sacar del bolsillo mendaz su “yo-yo” para estirarlo o recuperarlo según sea el público que contempla la habilidad del jugador. Frases como la siguiente, donde se dibuja la confianza que se puede tener en este político que por ignorarlo todo, todo lo ignora: «En la resolución del PSOE hay cosas buenas que se pueden hablar en el futuro». Frase tremenda en su desprecio a quienes le han regalado el poder: «Hay cosas buenas…». Algunas cosas buenas. Ya se verá ¡Que regalo para un socialista que ha bajado desde la mina para laborar una miserable traición a cielo abierto! Cosas buenas «de las que se puede hablar en el futuro» ¿Mas por qué no ahora que han llegado los reyes para ponerle España en la alpargata? Pero eso sí: de esas cosas se hablará cuando toque en el «futuro». Ahora bien, si el Sr. Rajoy ha mantenido una dictadura durante un año ¿en que lejanía podemos depositar ese futuro los que no tenemos ni presente? Mientras tanto las tierras pobres de Andalucía y la Mancha, de León, de Aragón y Extremadura… seguirán moliendo el trigo, discutiendo una lechuga con Francia y manifestándose ante las fábricas que cierran mientras la estadísticas dicen que desde el 2008 la cifra de los trabajadores que cobran menos de 300 euros mensuales han crecido en medio millón. Pero él, el magnífico, el Sr. Rajoy, promete que en cuatro años creará dos millones de puestos de trabajo, verano turístico incluído. En el futuro «hay cosas que son buenas y de las que se puede hablar». Pero ya veremos, porque España es lo primero y es lo que importa a la guardería de la Moncloa. Ante España ¿qué valen los españoles? ¿Ante el futuro que vale el presente? La jota expresa con precisión admirable lo que significa el bien supremo en boca de esos patriotas: “La Virgen del Pilar dice/ que no quiere ser francesa/ que quiere ser capitana/ de la tropa aragonesa”. Y así continuamos con Fernando VII y su maldita inquisición. Una vez más.
Adenda. Quiero entender, dados nuestros antecedentes históricos, cómo se puede ser español, demócrata, inteligente y progresista sin ser republicano. Hasta los socialistas fueron algo apreciable en la República. Flaquearon no pocos y no poco, pero la calle unida les obligó a defender la trinchera de la modernización política, cultural y económica hasta que la brutalidad tradicional les trituró. Hoy estamos en otra historia que obliga a otro 14 de abril. Veremos si es posible una verdadera conjunción republicana. Sólo eso destruiría el fantasma del patriotismo a tanto la línea. ¿Podemos; podrá la calle? Yo lo deseo, porque al menos podría morir con los ojos abiertos sin que nadie repitiese la triste y ancestral ceremonia de cerrármelos. De cualquier forma no debemos olvidar que la justicia social, la libertad y la dignidad son de urna permanente.