ETB, Izaba y el cambio de año
Los modos de vida, y entre ellos la fiesta, de un lugar es un patrimonio cultural inmaterial que debe ser escrupulosamente respetado y como tal narrado
La televisión pública vasca ETB, que debiera ser un indicio de la idiosincrasia del país, emite cada 31 de diciembre el traspaso anual mediante el simbolismo de doce campanadas que cierran el año, acto tan globalizado convertido en un rutinario frívolo festival que es de relativo interés para estar pendientes de una pantalla. No obstante debe haber personas adictas a estos programas, comprensible en ciertas circunstancias, que se entretienen con los festejos y una desbordante difusión de dosis de falsa felicidad basada en continuas carcajadas, aplausos, brillos, globos y vestimentas.
Se supone que se imitan modelos españoles para equipararse en zafiedad y así tener audiencias, principalmente ETB 2 y sus derivadas, con la que disimular el colosal fracaso, despilfarro económico y penuria cultural que emiten inoculando vulgaridad, sometiendo a los teleespectadores a un proceso de banalización asentado con unos modos y lenguaje ordinarios se manifiesta y transmite entre otras cosas en el habla cotidiana.
El acto de este año se graba en Izaba, bello pueblo como los otros Uzkainki, Burgi, Erronkari que da nombre al valle de pirenaico surcado por el Eska en Nafarroa, territorio cuya única desgracia es tener un cuartel de la Guardia Civil con lo que ello comporta.
Euskal Telebista dependiente del departamento de Cultura de Eusko Jaurlaritza debería ser muchísimo más cuidadosa al elegir los emplazamientos para este y otros actos en los que se produce un antagonismo brutal entre el lugar, núcleo rural y sus ancestrales singularidades sociales y conmemorativas que deben ser conocidas, respetadas e incluso cuidadosa y antropológicamente difundidas, y las intromisiones alóctonas impuestas basadas en ajenos prototipos mundanos urbanos impersonales, consumistas, artificiosos.
Se busca la cualidad escénica del sitio desprovista de sus circunstancias. Es un modo de colonialismo celebrativo, de invasión mediática, de perturbación aunque sea temporal y deje algo de dinero. Estas intromisiones debieran comportar una importante tasa económica municipal para paliar estragos y evitar lo sucedido en Gaztelugatxe con esas manadas que van, sin saber por que, teleanafabetizadas a incordiar, agredir contextos naturales y hacerse un retroretrato.
Distorsionan una realidad, el modo que Izaba y otros muchos pueblos saludan al nuevo año y con diversas formas de celebrarlo. Se están asentando paulatinamente en demasiados lugares de Euskal Herria hábitos ajenos principalmente españoles que rompen nuestro modo de ser, intoxicando progresivamente siendo obedecidos por una masa social inerte, imitativa, nada cuidadosa de su identidad autodespojada. Afortunadamente los perros, y también otros animales, que tienen un profundo sentido común se asustan y manifiestan explícitamente su disconformidad ante esta combinación de pólvora y ruido que por cierto contamina la atmósfera, pero esto no importa solo es una pose verde.
Basta ver el desajuste presupuestario entre una cabalgata de Reyes y Olentzero. Asimismo la estupidez incluso inculcada en centros de enseñanza del dichoso Halloween (All Hallows' Eve).
Es preciso recordar lo que grandes estudiosos de nuestra cultura tradicional han divulgado en numerosas ocasiones. En valles navarros, desde Sakana (Urdiain, etc), hasta Imotz, Larraun, Baztan-Bidasoa, etc, en la transición del año viejo al nuevo el agua -ura- era, y todavía es en las rondas de estas fechas y especialmente en el subconsciente colectivo, el elemento clave. La designación del período de tiempo de solsticio a solsticio, posteriormente asociada al concepto «año», está basada en el ciclo del agua (ur-te).
En Urdiain se mantiene viva la tradición de ir a por agua nueva al monte y traerla al pueblo donde es bebida por los vecinos. Se cantaba y todavía hoy: Ur goiena, ur barrena / urte berri egun ona / eguna onaren seinalea / hemen dakargu ur berria (agua somera, agua susera (profunda) / año nuevo, buen día / (como) señal de (que es) buen día / aquí traemos el agua nueva). En Baztan-Bidasoa y hasta hace poco en zonas de Lapurdi, permanece la tradición de que la población infantil vaya el día de año nuevo a la mañana de casa en casa cantando: Urte berri, berri / zer dakarzu berri? / uraren gainean bakea eta osasuna / urtets! Urtets! (= ‘urtats') (año nuevo, nuevo / ¿qué traes de nuevo? / con el agua (encima del agua) paz y salud / urtets! Urtets! (literalmente: inicio de año nuevo, que se convierte en sinónimo de aguinaldo).
Los modos de vida, y entre ellos la fiesta, de un lugar es un patrimonio cultural inmaterial que debe ser escrupulosamente respetado y como tal narrado. Por todo ello es imprescindible que ETB se dote de un libro de estilo eficaz y si existe revisarlo y acatarlo. Asimismo, es necesaria la creación de un organismo de defensa de los derechos del oyente y del telespectador.
Si se desea que este ritual del traspaso anual tenga un sentido cultural propio y original debe hacerse con un acto sincero en toda su integridad socialmente progresista y solidario que sea exponente de nuestro modo de ser en el mundo sin grandilocuencia y pretensiones absurdas pero no un decorado costumbrista y si alguien se aburre que alivie su angustia viendo la abundante telebasura española con sus patéticos personajes.
El aspecto positivo es que una televisión de origen vasco y en su versión en euskara se expande por lugares menos habituales y quizá olvidados lo que puede por esa inmersión, si fuese bien tratada, crear un aprecio y autoestima en ambos sentidos, desde el lugar y su percepción, de compartir una misma y variada identidad etnográfica con una riqueza cultural muy notable, en definitiva un sentimiento de reflexión y pertenencia a un mismo país, Euskal Herria. De todos modos Urte Berri On, Askatasuna eta Osasuna.