Falsas parejas
Lunes. Salgo de casa cinco minutos antes de lo habitual. Basta ese tiempo para que la gente que me encuentro en el camino sea completamente diferente a la de un día normal. Me viene a la cabeza “El show de Truman”. Uff, lo de Prigozhin en Bajmut. ¿Quién le iba a decir a Wagner…?
Martes. Aunque con otras palabras les digo a los alumnos de 4.A que el lenguaje nos ayuda pero también nos traiciona; nos delata. En el fondo, las palabras –inocentes ellas– son consecuencia de nuestro pensamiento.
Antes de perder su efímera atención, les propongo un juego que demuestra esta dualidad. Lo llamaremos "Falsas Parejas" pues los vocablos con que sustituiremos en la pizarra a los de la columna izquierda tienen un matiz inquietante; el concepto sigue siendo similar pero se ha pervertido semánticamente.
«Denunciar» deviene así en «calumniar», «sugerir» en «insinuar», «animar» en «increpar»; «convencer» se convierte en «embaucar», «persuadir» en «engatusar», «aprender» en «espabilar». Un «lote» pasa a ser un «alijo», la «curiosidad», «morbo». Un «guardaespaldas» se transforma en «gorila» y la «personalidad» en «temperamento», en «malaostia».
Una alumna de la segunda fila dibuja sobre un cuaderno cuadriculado. De vez en cuando levanta la vista pero está en otro sitio, muy lejos de aquí.
Miércoles. Leo en twitter a Leonor Watling:«“Qué bien sienta guardarse la opinión en el bolsillo. Notarla al palpar la gabardina. Saber que están ahí; la cartera, las gafas y la opinión». Treinta y dos grados en la calle. Por la radio hablan del Ibex 35 y del 28 de mayo.
Jueves. «Le dejé muy clarito que no pensaba llevármela a morir a casa» –le escucho decir a quemarropa a una mujer por el móvil mientras esperamos el autobús.
Me está costando extraerme esa bala –digo... esa frase- perdida. Parece, además, de mucho calibre y temo que me explote dentro mientras intento desactivarla o alojarla, al menos, en el hueco menos vulnerable de mi cuerpo; o de mi alma. El horóscopo afea la desconfianza a los Escorpio; pinta bien para los Géminis. La que se está liando con el «Título 42»...
Viernes. Lo de Tamara Falcó celebrando su despedida de soltera en Fátima. Virgen… Descenso de temperaturas en todo el litoral cantábrico. Hay algo de marzo en este mayo; hubo también algo de mayo en marzo.
Sábado. Algunas noches como la de hoy me la tropiezo en la vida real. Ella sube por alguna escalera mecánica y yo bajo; yo entro al cine del que ella sale; ella camina por una acera y yo por la opuesta; ella abandona el bar de copas al que llego.
Mi metro esta madrugada iba en un sentido; el suyo en el contrario. Se han detenido en paralelo. ¿Por qué, cielo, no estás ya dormido y en la cama? –me ha reprochado como siempre con la mirada. Era ella, la mujer de mis sueños.
Domingo. –La vida es complicada –me digo mirando por la ventanilla del cercanías. No sé, por ejemplo, si «leo porque voy en tren o si voy en tren para poder leer». Ya saben, no distingo –debe de ser una especie de daltonismo– muy bien entre causa y consecuencia.
Lunes. Salgo, esta vez, cinco minutos más tarde de lo habitual de casa. Basta ese tiempo para que la gente que me tropiezo en el camino sea radicalmente diferente a la de un día normal. Me viene a la cabeza la frase mítica de Paul Eluard: «Hay otros mundos pero están en este». En fin.