Juan Mari Arregi
Periodista

Formación «científica» de responsables de Agiac y otros sobre el Sintrom

La Asociación Vasca de Personas Anticoaguladas (Agiac), después de varios artículos publicados sobre el Sintrom con mi firma en este diario, ha salido al paso de su contenido y en especial para rebatir el tema de la seguridad y eficacia del citado fármaco, frente a otros alternativos (los ACODs, Anticoagulantes orales de Acción directa, o los Nuevos Anticoagulantes Orales, los NACOs), que, según expertos, ofrecen mayor seguridad aunque son más caros.

Antes de nada dar la bienvenida a la opinión de Agiac −"Sintrom más autocontrol igual a seguridad y eficacia", es su titular en este diario− que ojalá hubiera llegado mucho antes cuando se publicaban mis artículos pese a haberles invitado a ello desde el primer momento y tras, por circunstancias que no vienen el caso, declinar por mi parte acudir a su residencia de Gipuzkoa o mantener un contacto digital.

Respeto totalmente la opinión de esta asociación vasca, así como su trabajo que para muchas personas resultará muy importante y será, sin duda, una buena ayuda mientras estén utilizando el Sintrom como fármaco anticoagulante. Me pregunto si esas personas acogidas hoy en esa asociación, hasta «más de mil» dicen en su artículo respuesta a mis planteamientos, han tenido información suficiente y sobre todo disponibilidad económica para poder acceder a los fármacos alternativos, ACODs o NACOs.

No obstante, me permito puntualizar algunos aspectos. Señalan en su escrito que «autores sin formación científica han publicado artículos en este mismo medio, hablando desde una perspectiva puramente subjetiva del «peligroso o «asesino» Sintrom. Nada mejor que la evidencia científica para rebatir opiniones no formadas».

Tengo que decirles que, aunque quien escribe de estos temas no tenga formación científica en este campo de la sanidad, es lo suficientemente sensato para que lo que sea publicado con su firma, en este caso sobre el Sintrom, descanse no solo en la verdad científica sino en la misma práctica sanitaria. Y tengan la seguridad de que quienes hayan podido suminístrame datos y opiniones tienen, cuando menos, la misma formación científica que los responsables de Agiac y de quien, como portavoz, haya escrito el artículo citado. Quien suscribe no tiene formación científica sanitaria, es verdad. Quienes sí la tienen, por supuesto tanto como la que puedan tener ustedes y pido respeto para ellas, son quienes hayan podido asesorarme y sobre todo otras personas expertas que incluso han dado en su día la cara ante el Gobierno y Parlamento Vascos, como puede comprobarse en las actas de sesiones de Comisiones de Salud Parlamentarias.

Si «el Sintrom más autocontrol igual a seguridad y eficacia», que es lo que ofrece una Asociación como la vasca citada, ¿por qué de los miles de personas necesitadas de anticoagulantes en Euskal Herria solo hay «más de mil» en su asociación?

Nada de «subjetivismos» por mi parte para sostener la «peligrosidad» del Sintrom. A los datos y práctica sanitaria me remito. ¿Por qué en Europa se ha ido abandonando el Sintrom y cambiando por otros fármacos alternativos? Sin ir más lejos, en nuestro mismo país, en Iparralde bajo el Estado francés, ya no se suministra prácticamente el Sintrom sino otros fármacos alternativos y además están financiados por su Seguridad Social.

Aunque muchos no lo hacen públicamente, ¿por qué muchos médicos sostienen en privado esa peligrosidad del Sintrom e incluso aconsejan los fármacos alternativos si el paciente tiene disponibilidad económica habida cuenta de la diferencia de precios entre los distintos fármacos (50 euros al año por el Sintrom frente a los 1.000 de los alternativos)?

¿Por qué la mayoría de los empresarios, banqueros, médicos, políticos, sanitarios −y tal vez algunas personas e instituciones que sostienen esa asociación−, y quienes tienen cierta disponibilidad económica y necesitan de anticoagulantes, recurren no al Sintrom, sino a esos fármacos alternativos?

Para valorar y constatar en la práctica la seguridad de unos u otros fármacos y dejarnos de opiniones interesadas de expertos o asociaciones defensoras de una u otra opción y, aunque hay otras variantes también en sus causas, Osakidetza y Osasunbidea podrían aportar los datos estadísticos de cuántas personas fallecen tras haber sido tratadas por Sintrom y cuántas por otros fármacos alternativos. ¿Por qué no los aportan?

Señores responsables de Agiac, aquí y en este tema como en tatos otros, el problema es económico y en base a ello justificamos decisiones e iniciativas, asociaciones y empleos que podrían tambalear si finalmente se adoptaran oficialmente, en este caso, por Gobiernos y Organos de Salud, aquellos fármacos más seguros o menos peligrosos aunque sean más caros. Osakidetza en la CAV, como Osansubidea en Nafarroa, como el Gobierno español y los Gobiernos Vasco y de Navarra, saben que hoy en día los fármacos anticoagulantes más seguros o menos peligrosos no es el Sintrom sino los alternativos ACODs 0 NACOs. Lo que ocurre es que son más caros. Y lo saben. Pero prefieren gastar menos en esos fármacos alternativos para poder seguir incrementando los gastos militares que reclama la OTAN. La diferencia entre esos 50 euros anuales del Sintrom y los 1.000 anuales de los alternativos es ciertamente brutal. Y hay muchas decenas de miles de personas que no pueden permitirse ese gasto.

No seamos ingenuos. Lo que está condicionando en el caso de los fármacos anticoagulantes no es la seguridad mayor de unos o de otros, es su coste económico. Y por ello, querámoslo o no admitirlo, son las personas pobres y quienes tienen menos disponibilidad económica las condenadas al más peligroso o menos seguro fármaco anticoagulante como es el Sintrom.

Finalmente... Osakidetza y Osasunbidea, ¿por qué callan?

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