Antonio Álvarez-Solís
Periodista

Idea de dos imperios

Para ello propone, entre otras cosas, eliminar todas las fronteras europeas y disponernos, empleando la OTAN si es preciso, a una política de golpe por golpe frente a las potencias que ahora nos limitan y condicionan.

Sorprende que en Madrid quepan dos imperios, pero ahí están. En pocos días los líderes de esos dos imperios han hecho público su pensamiento imperial: los Sres. Sánchez y Borrell. Los dos pretenden tener una misma raíz socialdemocrática, pero parece evidente que ninguno de los dos es socialista, si es que el socialismo vive aún. Yo creo que el socialismo solamente pervive en la lápida que indica su enterramiento en el cementerio de las ideas, a pesar de que a veces insista en ocupar plaza en el mundo de los vivos.

No puedo negar que los socialistas tienen horas en que parezca que los dirigentes de esa iglesia están enteros y verdaderos, pero yo insisto en que puede tratarse de algo parecido a la procesión de «os mortos» que recorre en la noche, una vez al año, la rivera del neblinoso y bello río Sar, una joya del paisaje gallego. Todo esto que digo posiblemente constituya una alucinación mía, ya que no hay que olvidar mi provecta edad, que casi me hace contemporáneo del admirable don Pablo Iglesias.

Pero volvamos a los dos Imperios surgidos en Madrid. Uno de ellos, el Imperio Chico, que vive bajo la corona del Sr, Sánchez. El otro es el Imperio Europeo del Sr. Borrell.

El Sr. Sánchez cree, y así lo ha manifestado en su viaje a la rumana Sibiu, que España debiera encabezar un bloque constituido por las socialdemocracias española, portuguesa, rumana, sueca y maltesa. Madrid sería su capital política. Este Imperio Pequeño recibiría enseñanza y consignas del Sr. Sánchez, convertido en Napoleón Chico. Su principal objetivo perseguiría lograr la presidencia del Senado español para el Sr. Iceta, ese socialista gordito y catalán que baila moviendo las caderas cada vez que consigue un escaño más de carácter españolista para el Parlament de Catalunya ¿Lo han situado ya los lectores? Pues sigamos.

Segundo objetivo del bloque socialdemócrata europeo presido por el Sr, Sánchez: acabar con la confrontación política española que debilita al gobierno español para afrontar la situación española.

Tercer objetivo del bloque: Conseguir que el nuevo presidente de la Comisión Europea no sea el socialista español Sr. Borrell sino el Sr. Franz Timmermans «que es nuestro candidato», subrayó el primer ministro se España. El Sr. Timmermans es neerlandés, pertenece al Partido del Trabajo de aquel país y fue ministro de Asunto Exteriores del mismo. O sea, se unen así dos líderes de los trabajadores en la cumbre europea del poder. La única diferencia entre ellos es que el Sr. Timmermans es calvo y tiene aire de deportista y el Sr. Sánchez, no; aunque ahora parece que el Sr. Sánchez corre lo suyo. En definitiva, los malteses y restantes miembros del futuro Imperio Chico ya tienen trabajo que hacer.

Y ahora vamos con el Sr. Borrell, el segundo socialdemócrata que parece llevar en triunfo la política imperial española. El Sr. Borrell quiere relanzar a Europa hacia un horizonte de poder y gloria, como canta el salmo.

Propósitos del aspirante, que tiene, según parece, un peso físico satisfactorio y un pelo con rizos, si mi vista funciona. El Sr. Borrell persigue lo siguiente: ante todo lograr una unidad europea potente en lo político, lo social y lo militar, ya que Europa puede ser una gran potencia con quinientos millones de habitantes, pero situada ante China y la India, que están a punto de llegar a los mil quinientos millones. No solamente eso, sino que en el año 2050 los africanos sumarán dos mil quinientos millones y, además, con una barbaridad de negros que si se ponen a trabajar como tales pueden constituir un verdadero problema para Europa.

Ante este diluvio de cifras recuerdo la advertencia de don Cristino Martos a su secretario al poco de asumir su primer cargo político, de gobernador civil de Málaga, que sufría una asoladora epidemia de gripe. El joven secretario le daba todos los días el parte; «Señor gobernador, hoy siete muertos. Señor gobernador, hoy diez muertos…» Hasta que don Cristino decidió acabar con aquel negro rosario. «Mire usted, muchacho, deje los partes porque a mí no me han dado los malagueños contados».

Pues bien, algo parecido me ha pasado a mí ante el diluvio de cifras mencionadas por el Sr. Borrell, que insiste ante el panorama demográfico, social y económico del planeta Europa debe ponerse en guardia por medio de una unión más apretada en lo étnico y más rica económicamente. Para ello propone, entre otras cosas, eliminar todas las fronteras europeas y disponernos, empleando la OTAN si es preciso, a una política de golpe por golpe frente a las potencias que ahora nos limitan y condicionan. También es necesaria una fiscalidad común, propuesta que más veo como una voluntad de meter mano en la caja ajena que como una posibilidad de crecimiento. Esto es, además, lo que, a mi modo de ver, pasa en España con Catalunya. Tras la frase de no «romper España» está lo que aportan a Madrid, Catalunya y Euskadi, que es más del 35% de la llamada renta nacional. O sea, que estos imperialistas a la violeta podían callarse y contemplar la pobreza del 75% de los españoles mientras Madrid come a mesa puesta de la cocina de catalanes y vascos.

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