Juan Mari Zulaika
Expreso de Zamora

La cárcel de curas de Zamora, al cine

La Ley que debía servir para la convivencia, lo han convertido en el arma de la división, constitucionalistas y no constitucionalistas. Por ahí no hay diálogo posible. No tienen alternativa para abordar la pluralidad nacional, ni otras muchas cuestiones de fondo

La Cárcel Concordataria de Curas de Zamora ha sido objeto de interés en estos últimos años del despertar de la Memoria: múltiples reportajes, artículos y documentales. La productora Maluta Films, en colaboración con un grupo catalán, han tomado el tema con especial ambición, llevándolo a la pantalla como largometraje. Reportajes a los expresos de distintas provincias, investigación de fuentes consiguiendo documentos inesperados, hasta culminar con la imposible visita a la propia cárcel grabando in situ a varios protagonistas, han reunido un material encomiable para un buen producto final.

La productora va a estrenar el largometraje Apaiz-Kartzela el día 7 de Dic., en la Azoka de Durango, en el cine Zugaza. La producción está completa, aunque no descarta futuros retoques. Quieren aprovechar el Azoka y su resonancia para homenajear a los expresos de Zamora y demás sacerdotes represaliados. Se lo agradecemos de verdad el detalle y lo consideramos la mejor culminación de los 50 Aniversarios que venimos celebrando.

Pero en ningún caso deseamos que el acto  sirva sólo para el recuerdo y la nostalgia, sino para denunciar una vez más el golpe y la dictadura franquistas que por trágicos que fueran, las Instituciones pretenden silenciar. En nuestra opinión no murió el franquismo a la muerte del Dictador, ni con la Constitución. Esta recogió cuantos pilares franquistas fueron posibles, como la monarquía borbónica, el Ejército como guardián de la unidad de España, el principio 155 como amenaza omnímoda frente a los Estatutos, el Concordato que colma de privilegios a la Iglesia, etc. La famosa Amnistía se la apropiaron los franquistas para su impunidad, mientras siguen sin anularse  las sentencias de los tribunales de la Dictadura. Ni la Judicatura, ni  el Ejército, ni la Guardia Civil fueron depurados, a lo más cambiaron de nombre como el TOP, hoy la Audiencia Nacional.

Al menor rebrote del soberanismo, como el  caso vasco de Ibarretxe o el catalán del procés,  la derecha española salta como un resorte, forma un bloque al grito de ´a por ellos´, instrumentaliza aún más la Judicatura para una represión total, la ley de la mordaza y el macrojuicio del procés,  y moviliza todas las fuerzas del orden para masacrar la población. Algunos hasta amenazan con  anular los Estatutos y los partidos nacionalistas. Las tres derechas, el PP, Ciudadanos y Vox, no han dudado en retomar los principios del AP que aborreció la Constitución, aunque luego rectifiquen y se proclamen del centro. Les cuesta olvidar su origen. Evidencian que el franquismo existe en la población, pero sobre todo, en las leyes. De ahí que repitan: ´fuera de la Ley, no hay nada´.

Las asociaciones de la memoria vienen combatiendo el franquismo, pues somos conscientes de que éste perdura pese a la mal llamada ´Transición´. Los crímenes de Estado perpetrados por grupos allegados al poder, o sufragados por él, la corrupción sistémica de los dos partidos, la tortura como práctica habitual, el encarcelamiento  encarnizado de la oposición, etc., corroboran las entrañas del régimen del 78, hasta que ha reventado a la cara de todos. Ahí le tenemos a la política española sin poder superar la situación, batiéndose entre la inoperancia y la paranoia, confiándose a la ruleta de las elecciones.

Las derechas han acunado a los ultras y entronizado en las instituciones, mientras la dirección socialista, desnortada como pollo sin cabeza, se ha resistido a la línea que marcaban las urnas, escudándose en la legalidad. Tienen a la Constitución sacrosanta como fuente intocable de la legalidad. La Ley que debía servir para la convivencia, lo han convertido en el arma de la división, constitucionalistas y no constitucionalistas. Por ahí no hay diálogo posible. No tienen alternativa para abordar la pluralidad nacional, ni otras muchas cuestiones de fondo. Sus propios varones le ponen trabas junto a los poderes fácticos.

Estas reflexiones no pretenden amargar la fiesta. Sólo quieren reflejar el pesar hondo que sentimos los de la generación del 60 al 80, al comprobar la cara real de la democracia española, pese a que dimos todo por ella.  Tras 40 años de mentira y parálisis, quieren quitarnos la pizca de libertad que les arrancamos con la lucha.

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