Eguzki Urteaga
Profesor de Sociología en la UPV-EHU

La paradoja francesa

El panorama político francés es aparentemente paradójico. Por una parte, el candidato socialista François Hollande ha ganado las elecciones presidenciales de 2012 y los partidos de izquierdas gozan de la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados y en el Senado, gobiernan 20 de las 22 regiones galas y la mayoría de los Departamentos y Ayuntamientos del país.

Por otra parte, se produce una derechización del electorado, ya que su centro de gravedad se desplaza hacia la derecha, con un deslizamiento de la izquierda hacia el centro, del centro hacia la derecha y de la derecha hacia la extrema-derecha. La comparación de los resultados de las elecciones presidenciales de 1981 y 2012 y los sufragios obtenidos respectivamente por François Mitterrand y François Hollande dan cuenta de ello.

Como lo subrayan Le Bras y Todd en su libro titulado ‘Le mystère français’ (El misterio francés), en 1981, el espectro político estaba compuesto por cuatro familias políticas: la extrema-izquierda (básicamente el Partido Comunista Francés), la izquierda (el Partido Socialista), el centro (representado por la UDF) y la derecha (RPR). En 2012, se observa un desplazamiento hacia la derecha dado que las cuatro familias políticas son respectivamente la izquierda (PS), el centro (Modem y NC), la derecha (UMP) y la extrema-derecha (FN). La extrema-izquierda se ha debilitado notablemente mientras que la extrema-derecha se ha instalado duraderamente en el panorama político galo.

El fenómeno de derechización no es específico a Francia puesto que se produce en la mayoría de los países europeos. Las causas de ese desplazamiento hacia la derecha son parecidas: la implosión de la Unión soviética y el desacredito del comunismo; el enriquecimiento de las personas mayores cuyo peso demográfico aumenta con el alargamiento de la esperanza vital; las políticas sociales implementadas y la instauración del sistema de pensiones; la nueva estratificación educativa que ha fabricado unas sociedades donde se teme la desclasificación social; o la atomización del cuerpo social que reduce la capacidad de acción colectiva. Pero, la derechización del electorado ha variado notablemente en función de los países. En Italia, la derecha de Silvio Berlusconi se ha aproximado a la extrema-derecha de Gianfranco Fini y la izquierda ha hecho lo mismo con el centro italiano. En Reino Unido, los tories se han radicalizado y el nuevo laborismo se ha apropiado temáticas centristas. En los países de Europa del Sur, como España, Portugal o Grecia, la izquierda y la derecha se han orientado hacia el conservadurismo.

En el caso francés, los datos indican une tendencia de los partidos a buscar una ampliación de su electorado en su derecha. Así, la deriva de la UMP hacia la extrema-derecha (sobre todo a partir de las elecciones presidenciales de 2007) ha abierto un espacio en el centro que ha sido rápidamente ocupado por el PS, ya reforzado por la recuperación del electorado comunista y trotskista en plena delicuescencia. La irrupción del PS en el centro del panorama político ha creado cierta confusión en el centro-derecha, generando ciertas dudas en el Modem y una pérdida de visibilidad del Nuevo Centro frente a una UMP omnipotente. Mientras que los responsables políticos están descolocados por la derechización de la opinión pública, el electorado ha cambiado a su propio ritmo en un proceso largo y continuo. Como lo indican Le Bras y Todd, estas evoluciones permiten comprender a la vez el posicionamiento de François Hollande, la derechización del discurso del UMP y el auge electoral de Marine Le Pen. Asimismo, dan cuenta de la amplitud y virulencia de las movilizaciones contra el matrimonio homosexual que se inician en agosto de 2012, a pesar de que la nueva ley consiste en una ampliación de derechos a nuevos colectivos.

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