Santiago González

Las cloacas interiores de Euskal Herria

Ahora, en nuestros días, parece que nos olvidamos de todo este siniestro pasado represivo que hemos sufrido, pero las alcantarillas, las cloacas, los desechos del Estado continúan ahí, dispuestos a actuar, espiando y preparados para lo que sea necesario.

Recientemente, con ocasión de los seguimientos policiales y la fabricación de informes falsos contra un conocido representante político, la prensa ha recuperado una antigua expresión que, en su día hizo furor, la de las cloacas o alcantarillas del estado, puesto que los ciudadanos de Euskal Herria todavía recordamos a Felipe González «El Estado de Derecho se defiende en los Tribunales y en los salones, pero también en las alcantarillas».

Eran años duros, en los que actuaba el GAL azul, el GAL verde, había concejales abertzales que desaparecían varios días, agresiones a jóvenes estudiantes por parte de grupos de «incontrolados», actuaciones policiales bajo la consigna de «tirar a matar».

Pues bien, ahora, en nuestros días, parece que nos olvidamos de todo este siniestro pasado represivo que hemos sufrido, pero las alcantarillas, las cloacas, los desechos del Estado continúan ahí, dispuestos a actuar, espiando y preparados para lo que sea necesario.

Los ciudadanos comunes, de a pie, tendemos a pensar que estas cosas no nos pueden afectar, que se trata de situaciones propias de los políticos o de los financieros con gran poder, pero resulta que, cuando se dio el proceso de la transición política, a la muerte del dictador, no hubo depuración de las Fuerzas de Seguridad del Estado, y, en su seno, anida el fascismo más extremo.

Recientemente la Fiscalía de la Audiencia Nacional inició una denuncia contra varias personas por haber participado de una concentración en la que se pidió que un preso vasco pudiese mantener un último contacto con su padre, que tenía una enfermedad terminal.

Pues bien, al hilo de estas investigaciones, hemos tenido acceso a distintos informes de la Brigada de Información del Cuerpo Nacional de Policía, en los que, por una parte, se realiza la vigilancia de las reuniones de determinados grupos políticos y determinadas organizaciones de apoyo a los presos, y, por otra parte, en un verdadero alarde de Maccarthismo a la española, se incluye toda una trayectoria, desde 2014, referente a distintas personas, indicando en qué concentraciones han participado, a qué charlas y conferencias han acudido, en qué reuniones de política han tomado parte, ahora nos han traído a las diligencias los historiales de vigilancia política de los últimos cuatro años de los investigados, personas sencillas que se han limitado a ejercer su derecho a la libertad de reunión y manifestación, han expresado sus ideas, sin cometer ningún delito.

Su actividad, en todas esas concentraciones y manifestaciones, supone el simple ejercicio de sus derechos políticos y libertades civiles, pero este historial político se quiere emplear para configurar un derecho penal de autor, lejos de los proclamados principios democráticos del Estado de Derecho.

Las cloacas, las alcantarillas no vigilan sólo a los altos representantes de según que fuerza política, vigilan a los ciudadanos comunes y corrientes y los colocan en listas según su ideología, para poder ejercer denuncias y acciones contra ellos, una vez establecido el objetivo y, tal vez, para poder actuar de otro modo si la situación lo permite.

Las cloacas no se quedan en Madrid, llegan a nuestra tierra y amenazan nuestra libertad, desde esta modesta tribuna este letrado exige el fin de los juicios a la libertad de expresión y el fin de esos siniestros seguimientos y archivos de participantes en las manifestaciones, señores agentes, sepan ustedes que yo mismo participo siempre que puedo en las manifestaciones y concentraciones del Movimiento por la Amnistía y contra la Represión y lo seguiré haciendo, también leo libros inconvenientes y me avergüenza enormemente el escaso nivel democrático que nos rodea, necesitamos y exigimos amnistía y libertad, amnistía ta askatasuna.

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