Josu Imanol Unanue Astoreka
Concejal de Bildu en Bermeo

Los errores en la lucha contra el sida

Ayer, como cada 1 de diciembre, se recordaban los estragos de la pandemia del Sida en todo el mundo. Un triste recuerdo para citar más de 25.000.000 de fallecidos y 40.000.000 de personas que vivimos con el VIH/Sida. Cada cual hace un balance interesado del momento, y pocos se atreven a citar esos errores que nos llevan a la situación actual, en que lamentamos lo que no supimos hacer desde el principio.

Desde el primer diagnóstico reconocido en 1981, los sectores más reaccionarios y conservadores de la sociedad, vieron en el VIH/Sida la oportunidad para castigar a los sectores minoritarios y más odiados históricamente. Así los homosexuales, los originarios de países en vías de desarrollo eternamente, los usuarios de drogas... fueron blanco de todas las iras e incluso los sectores religiosos de todo tipo de creencia no desaprovecharon la oportunidad para hablar de «vicio», «promiscuidad» y llegaron incluso a tildar falsamente al sida como el «Cáncer rosa» o el «castigo divino». Los más cautos debatieron eternamente sobre el origen del virus, como si un mono portador o una lombriz asesina nos importaran a la hora de respetar derechos o nos hiciera más o menos víctimas culpables.

Por eso, multitud de campañas preventivas se vieron ralentizadas cuando no paradas, como la famosa que potenciaba el uso del condón bajo el lema «Póntelo , Pónselo». Hubo incluso quienes se opusieron al intercambio de jeringuillas y, gracias a ello, los nuevos casos se dispararon.

De los seres humanos pobres, se puede decir que fuera de la continua retórica que hablaba de invertir algo de dinero en ellos y en los países de origen para la prevención, apenas se hizo nada y es por ello, por más que lo neguemos, que de los 40.000.000 de personas viviendo con el VIH/Sida la inmensa mayoría tiene su origen en dichos países olvidados, eran y son pobres incluso para tenerlos en cuenta.

Ningún avance, ni tratamiento eficaz se impuso a la locura de olvidar a los más necesitados por el VIH y sus consecuencias, que suponía que cualquier enfermedad relacionada con el sida, por insignificante que fuera, suponía en ocasiones la muerte anunciada. A la vez, nunca se dudó en hacer pruebas con fármacos con esas personas tan discriminadas. La hipocresía que envuelve al sida es la condición humana de la «solidaridad» eterna y limosnera, que condena a cada uno a asumir su condición, y la falta de oportunidades, así como el eterno lamento por los «afectados».

A los pocos que nos movimos en el movimiento ciudadano de lucha contra el sida se nos condicionó a veces a cambiar el mensaje hacia la «moderación», porque si no algunos se sentían dolidos. Esos mismos que año tras año de repetir políticas caducas y trasnochadas, solo se encargaron de poner lazos rojos un día al año y con gran esfuerzo.

Lazo rojo que comenzó en 1992 a llevarse como grito de quienes lo padecíamos y reclamábamos soluciones, recuerdo, no repetir errores, etc. Pero fue y es solo una moda, imitada en mil colores según convenga y que a nosotros nos ha supuesto que hoy en día el experto, el profesional nos desbanque del lugar que nos corresponde. ¿No son las mujeres quienes hablan el día de la mujer? ¿No son los enfermos de una u otra enfermedad quienes son reclamados en sus correspondientes «días»? Por tanto ¿dónde estamos las personas que vivimos con el VIH/Sida? Solo somos imágenes, fotos, recuerdos interpretables y sin embargo estamos, diariamente nos encontramos, porque aunque no vivamos una situación normalizada, os puedo jurar que existimos. Somos miles en Euskal Herria.

El drama de este día es hablar de gente «inexistente», es pensar que nosotros no aportamos nada, pero quien se enfrentó a una sociedad enferma fuimos nosotros y la gente que voluntariamente nos aportó fuerza y ganas.

Actualmente y cuando la banca y los poderosos capitalistas han provocado una inmensa crisis, que es cíclica, se están repitiendo errores del pasado. Hay quienes, como los del Gobierno de extrema derecha del PP, con la defensa del «copago» en las medicinas, la privatización de la sanidad o el no tener un tratamiento contra esta u otra enfermedad, están por tanto avocando a la muerte a personas afectadas.

El sida, una vez más, demuestra que la miseria humana existe y es incluso defendida. Mientras que a pocos se les ocurre pedir cuentas y razones a los que nos llevan al precipicio y desesperación, son muchos los que ven como culpables a quienes necesitan un tratamiento para vivir. Así de simple es el razonamiento fascista y de derechas.

Del sida y sus consecuencias en este breve periodo de tiempo, hay mucho que aprender pero la lección principal es suficiente para no repetirlo, algunos han pagado con su vida la actuación interesada de otros. Aun así y todo y aunque no se nos vea, se nos interprete, se comente quiénes somos y cómo vivimos sin conocernos, nosotros seguiremos apostando por la lucha para vivir dignamente en todo el mundo.

No es casualidad que sea un lazo rojo nuestro símbolo y haya sido el primero en conocerse. Representa lo que otros nunca asumirán, que desde la diversidad, nos une un pequeño virus que cambió en poco tiempo a todos nosotros.

Un beso y recuerdo a los que se nos fueron y a todos los que vivimos con el VIH/Sida.

Bilatu