Memoria, movimiento feminista y transición
La década que va de 1975 a 1985 marca, en general, el período de la transición de la dictadura franquista al régimen político actual. En estos diez años se producen un importante número de luchas y movilizaciones reivindicativas que anuncian, en buena medida, el potencial del movimiento feminista que está surgiendo. No solo se producen acciones y movilizaciones llenas de activismo, sino que se está gestando y organizando el movimiento feminista en Euskal Herria, que será un protagonista esencial en el itinerario de lucha contra los pilares de la dictadura franquista.
En este período transicional se produjo en nuestra sociedad un cambio enorme en la situación y en las condiciones de vida de las mujeres. ¿Era este cambio al que aspiraban aquellas feministas organizadas y las miles de mujeres que se movilizaron?
Hay muchos relatos melancólicos que se quedan en los suspiros de lo anhelado y lo perdido, merodeando por los rincones del desencanto. La mayoría del pensamiento hegemónico se conforma hoy con haber peleado por la igualdad entre hombres y mujeres, si bien reconoce que no se ha conseguido todo a lo que se aspiraba y que falta mucho para lograr la igualdad real. Asisten con pavor al fenómeno de que las brechas entre hombres y mujeres son cada vez más anchas y profundas. A la par, aparecen nuevas brechas entre las propias mujeres, motivadas por la racialización, la extranjería, las labores y actividades feminizadas, los trabajos de cuidados... y un largo etcétera.
Sanfermines 78: gogoan!, a través de las Jornadas "Memoria, movimiento feminista y transición", quiere entrar en estos planteamientos desde una perspectiva feminista, ahondando en el contexto político y social de la Transición, cubierta aún por tantos velos y silencios impuestos.
Además, muchas de las grandes cuestiones hoy pendientes y vigentes en la lucha antipatriarcal proceden de aquellos momentos, así como de los planteamientos que una política de transición tramposa y pactista para con los poderes franquistas que dejó arrinconadas en las cunetas de la desmemoria muchas reivindicaciones entonces planteadas. Se quiere señalar el protagonismo activo y militante del movimiento feminista de los 70, aquel que ya el año 1975, un mes después de morirse el dictador, celebraba a nivel estatal las primeras jornadas feministas y el año 1977 organizaba las Primeras Jornadas Feministas de Euskadi.
La particularidad y el peso de las organizaciones feministas (grupos, colectivos, asambleas, coordinadoras), donde se encuentran miles de mujeres de forma asamblearia, descentralizada, horizontal, activista y de debate, es una característica propia de este movimiento que inaugura una nueva forma de moverse, activarse y luchar. Todo ello no quita a su vez para que funcionen las alianzas con otros grupos, pues el programa radical de lucha contra la dictadura y sus intentos de perpetuarse, une a este movimiento con las organizaciones que se declaran antifascistas, soberanistas-nacionalistas, anticapitalistas, antimilitaristas y ecologistas. También son luchas antipatriarcales y por la liberación de las mujeres.
Dentro de las reivindicaciones de primera línea, el movimiento feminista empezó a agitar enseguida los temas de sexualidad y maternidad. Los roles impuestos a las mujeres dentro del patriarcado, marcado por la heterosexualidad obligatoria y el matrimonio monogámico indisoluble con el fin primordial de ejercer de esposa y madre, empezaron a saltar por los aires y a ser cuestionados desde muchas esquinas. Las consignas «¡Sexualidad no es maternidad!», «¡Anticonceptivos y aborto libre y gratuito, en la sanidad pública!», «¡El aborto es un derecho, no un delito!», «¡El amor también existe entre mujeres!», «¡Ama como quieras!» enmarcaron, entre otras, el programa reivindicativo.
Lo importante y novedoso de estos planteamientos, y sobre todo práctico, era que todo lo anterior pasaba de ser una reivindicación frente a las instituciones a ponerse en práctica en la vida cotidiana sin tener que pedir permiso a nadie. Los juicios y encarcelamientos por aborto, adulterio, ejercicio de la prostitución eran contestados masivamente y gracias a su empuje fue creándose una nueva legislación que contemplaba los derechos de las mujeres o que, si no los contemplaba como tales, por lo menos no constituían delito.
Podemos marcar el hito de la ley de 1985, cuando se modifica el Código Penal para despenalizar parcialmente la interrupción voluntaria del embarazo en tres supuestos. Todo ello fue después de la famosa sentencia de los juicios de Basauri, cuya lucha de solidaridad y denuncia supuso un gran paso en la cohesión y organización del movimiento feminista en Euskal Herria, y también en el Estado.
La represión de la que eran objeto las mujeres durante la dictadura y la transición fue especialmente dura y global. Hay que señalar que la represión de la que fueron víctimas muchas de ellas, por las vías policiales, judiciales y carcelarias, fue muy fuerte, en menor medida quizás que la de los varones, pero siempre de forma específica y con un componente sexualizado: violaciones, vejaciones, acosos, amenazas, forzamientos, robo de sus criaturas... Es por eso que, en el caso de las mujeres, debemos analizar con mayor detenimiento los mecanismos civiles, eclesiásticos, sociales, morales y educacionales que reprimían a la mujer de forma preventiva para su supuesta protección, apoyo y para que no se desviasen de las buenas costumbres...
De esto es de lo que estamos debatiendo en las jornadas "Memoria, movimiento feminista y transición" organizadas por Sanfermines 78: gogoan!, Y hablando de memoria, tendremos muy cerca a nuestra compañera Presen Zubillaga, con la que hicimos tanto camino juntas y quien por cierto, fue una de las impulsoras para realizar este debate. Presen, gogoan zaitugu!