José Luis García
Doctor en Psicología, especialista en Sexología y autor de numerosas publicaciones entre ellas del programa educativo «Tus hijos ven porno»

«¡No! ¡No quiero que me toques!» Una reflexión sobre el abuso sexual infantil

Internet ha supuesto un aumento considerable de los riesgos sexuales para los y niñas menores. Queda mucho por hacer, pero ello no es obstáculo para que decididamente impulsemos programas de prevención amplios y eficientes.

En diferentes publicaciones y artículos he hablado de esta gravísima realidad, de notorias consecuencias para la salud y la vida de los niños y niñas víctimas de este deleznable hecho, y que, según algunos medios, tiene conexiones mafiosas entre personalidades públicas y poderosas en muchos países del mundo.

El documental de Netflix "Asquerosamente rico", en el que se describe el caso Jeffrey Epstein y su implicación en diversos delitos de abusos a menores de edad, es solo un ejemplo de esta lacra. O películas como Spotlight donde se detalla la implicación de la Iglesia católica.

En rigor, teniendo en cuenta las circunstancias y las consecuencias que comporta esta experiencia, en lugar de abuso deberíamos hablar de violaciones o de agresiones sexuales graves. Prácticamente la totalidad de los agresores sexuales a menores son hombres.

Sin embargo, el tratamiento penal que se suele aplicar a estos casos, muy light para diferentes expertos, no hace sino dar alas a los pedófilos y pederastas que suelen moverse con total impunidad, llegando a proponer incluso la normalización de las relaciones sexuales entre adultos y niños.

Para la mayoría de los especialistas en este campo, los casos que se conocen parecen ser solo una ínfima parte de lo que ocurre en la realidad, aun así, se estima que al menos un 20% de niñas y un 10% de niños lo habrían sufrido.

Internet ha venido a complejizar este hecho. Según un documento de la Comisión Europea, los informes sobre estos abusos han aumentado de un millón en 2010, a casi diecisiete millones en 2019, con casi setenta millones de imágenes y vídeos incautados.

Hace unos días el Congreso de los Diputados aprobó la Ley de Protección a la Infancia frente a la Violencia. Pensamos que es una ley que puede sentar las bases –siempre que tenga la dotación presupuestaria necesaria– para una nueva manera de entender y atender, de modo integral, este dramático acontecimiento emocional por el que pasan un número insoportable de niños y niñas todos los años, la mayoría de los cuales nunca denunciarán y quedarán desatendidos psicológicamente.

Un reciente artículo señalaba que el maltrato en las primeras etapas de la vida es un factor de riesgo para las enfermedades mentales: adelanta su aparición y aumenta la gravedad de muchas de ellas. El efecto sobre los desórdenes del estado de ánimo, como la depresión y el trastorno bipolar, es particularmente importante. En el caso de los abusos sexuales, también la precocidad de la experiencia, está vinculada a una mayor afectación.

La importancia del secreto y la prevención

Quisiera referirme tan sólo a dos aspectos de este problema de honda complejidad: el secreto y la prevención.

El abuso sexual se desarrolla en secreto. Los violadores confían en que los y niñas menores estarán dispuestas a mantener un secreto y ese es un aspecto muy significativo para entender este inaceptable hecho y también una de las claves para prevenirlo. Los verdugos empiezan implicando a sus víctimas con secretos más o menos inocentes para continuar luego con secretos más relevantes.

Para desmantelar esta estrategia, tanto en la familia como en los centros escolares, es preciso hablar de qué es un secreto, que hay secretos adecuados y secretos no adecuados que causan daño. Poner ejemplos concretos y decirles que pueden confiar en ti o en adulto cercano.

Los chantajes y acosos que se suceden en muchas plataformas on line, y en diferentes webs y RRSS por las que transitan los menores, son bien conocidos, razón por la que hay que conversar largo y tendido acerca de no subir imágenes intimas e información personal, ni de quedar con desconocidos. No obstante, sabemos que los verdugos suelen estar cerca de sus víctimas.

Además, deben saber cuánto antes que su cuerpo es hermoso, que es suyo y que nadie debe tocarlo sin su consentimiento. Este conocimiento se debe transmitir desde muy pequeños, en el baño, por ejemplo, nombrando las diferentes partes de su cuerpo, enseñándoles su propiedad sobre ellas y cuáles no pueden permitir que nadie toque. Hemos desarrollado ejercicios muy sencillos y útiles sobre la prevención de esta conducta muy grave e inaceptable.

Somos conscientes de que la educación sexual adecuada, desde temprana edad, es uno de los escasos recursos disponibles para prevenirlos. Desde nuestra perspectiva, todos los niños y niñas deberían saber, cuanto antes, qué son los abusos sexuales quiénes los sufren, qué tipo de personas los cometen, circunstancias que suelen rodear estas experiencias, efectos de los abusos, tipos de secretos y pautas de conducta a seguir posteriores al abuso sexual
Nuestra postura, plasmada en el programa "No: ¡No quiero que me toques!", considera que hay que hablar alto y claro de los abusos, las veces que sea preciso.  El silencio y la ignorancia no solo no solucionan nada, sin que incrementan el riesgo de padecerlos.

Niñas y niños deben saber cuáles son las formas aceptables y no aceptables de caricias o toques corporales y a qué partes de su cuerpo solo ellos y niñas tienen acceso. Los y niñas menores necesitan saber claramente y distinguir entre su espacio íntimo y privado y el espacio público. Deben conocer su cuerpo de una manera positiva, valorarlo como un preciado tesoro.

Deben saber también que, si alguna vez ocurre, la confianza permitirá que lo cuenten. Hace falta que sepan lo que tiene que hacer en esos casos. Madres y padres, que los preparan en otras muchas áreas de la vida, tienen que hacerlo también en cuestiones sexuales escuchando sus opiniones y dejando abierta la puerta a cualquier comentario posterior, tranquilamente, sin asustarlos.

Internet ha supuesto un aumento considerable de los riesgos sexuales para los y niñas menores. Queda mucho por hacer, pero ello no es obstáculo para que decididamente impulsemos programas de prevención amplios y eficientes. En nuestro volumen II de "Tus hijos ven porno", analizamos este hecho, junto a las agresiones sexuales a mujeres y proponemos una metodología educativa para incorporar en la educación sexual en la familia y en los centros escolares. Ese es el único camino para prevenir estas lacras de manera eficiente.

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