José Luis García
Doctor en Psicología, especialista en Sexología, y autor del libro “Sexo, poder, religión y política”

Sexo, pornografía e inquisición (XXI)

Algunos niños españoles ya acceden a estas páginas a partir de los 8 años, sin ningún tipo de control, siendo una de sus fuentes principales de información y modelado de actitudes y conductas sexuales.

Los que me conocen y siguen mis artículos y publicaciones desde 1980 saben de mi pasión por el estudio, investigación de la sexualidad y en particular, de la aplicación de estos conocimientos a la prevención y promoción de la salud sexual, mediante programas profesionales y científicos de educación que, entre otros objetivos, pretenden que aquellas personas que así lo deseen, puedan disfrutar de su sexualidad de una manera libre, placentera y sin riesgos, porque eso es también salud.

En los últimos años, el estudio de la pornografía me ha cautivado por la dimensión extraordinaria de este fenómeno y por las implicaciones económicas, sociales o de salud que comporta en todo el mundo. Las consecuencias del consumo de porno violento por parte de nuestros menores y jóvenes me preocupan enormemente y ya he dicho, en estas mismas páginas, que estamos haciendo una generación de niños pornográficos de consecuencias imprevisibles.

Solo algunos datos para situar el problema. Algunos especialistas afirman que a diario se visitan más de 146 millones de páginas pornográficas, cifra que representa más del 30 por ciento de todo el tráfico en Internet. La palabra sexo es la más buscada en Internet. Respecto de los ingresos de la pornografía online a nivel mundial, se dice que superan los 100.000 millones de dólares al año. Existen 4.000.000 de portales de temática porno. Solo una de las plataformas más populares alberga 14.000.000 de vídeos gratuitos. Determinados vídeos en los que se viola y tortura a mujeres aniñadas, son de los más vistos en la red.

Algunos niños españoles ya acceden a estas páginas a partir de los 8 años, sin ningún tipo de control, siendo una de sus fuentes principales de información y modelado de actitudes y conductas sexuales. En estos sites pueden encontrarse con vídeos vomitivos que repugnan y son claramente delictivos. En muchos hogares españoles y en centros escolares no se habla nunca de estos temas, ni los progenitores sospechan lo más mínimo de la gravedad de todo ello.

Esto es lo que hay, nos guste o no, estemos de acuerdo o no. Mientras tanto, en España no se ha planteado un debate en profundidad sobre esta amenaza del consumo pornográfico, de sus efectos y de qué hacer al respecto. Se mira para otro lado. Y puedo asegurar que, en algunos casos, las consecuencias son devastadoras a nivel individual, en pareja y en la familia.

Todavía da miedo hablar de la pornografía. Sigue siendo tabú. Pero se consume hasta decir basta. Hay una enorme confusión en torno a lo que significa el porno y su relación con el erotismo o las conductas sexuales. Se mete todo en el mismo saco cuando hay una formidable diversidad. Un gran error que solo beneficia a la industria del porno. Claro.

He venido defendiendo desde hace muchos años la peligrosidad del porno violento, proponiendo su ilegalización y la necesidad de disponer de materiales audiovisuales de calidad que pudieran tener un uso terapéutico y educativo. Sin embargo, hay muchas personas y parejas que usan ciertas películas eróticas para masturbarse o aumentar su deseo y eso entra dentro de la normalidad. Prácticamente la totalidad de los chicos se han masturbado, se masturban y masturbaran usando materiales eróticos, le pese a quien le pese. ¿Mejor un vídeo erótico que otro violento? Ahí lo dejo.

Dado que estoy embarcado en un ambicioso proyecto de publicaciones sobre este tema, creí oportuno abrir este melón en tres redes sociales: LinkedIn, Twitter y Facebook, cada una de ellas con sus peculiaridades. Era consciente de lo que podría venírseme encima y, aun así, lo hice. Proponía 4 tipos de películas, con determinadas características definitorias y solicitaba a los internautas su calificación, de 0 a 10, en orden al grado de erotismo-pornografía.

Resultado: escasa participación y un predominio de la inquisición pura y dura en dos de esas redes. De una parte, interesados en la industria del porno y otros que sospechamos son consumidores del mismo, te increpan e insultan hasta decir basta. Con una cara dura increíble, te espetan que son defensores de la educación sexual y que la pornografía contribuye decisivamente en pro de una sociedad más libre en lo sexual. Progres de pacotilla y de parte.

Y, en paralelo, con una dureza inusitada e insultando sin ambages, personas vinculadas a ciertos movimientos sociales que no aceptan, bajo ningún concepto, cualesquiera tipo de representación sexual al que tildan inmediatamente de pornográfico. Curiosa coincidencia con las posiciones ideológicas de diferentes corrientes religiosas ultraconservadores y políticos de derecha y extrema derecha, que también ven porno.

La asociación que hace esta ideología entre feminicidio y la pornografía-prostitución-patriarcado es constante e inamovible, dejando claro que todo el porno es una manifestación más de la cultura del odio a las mujeres que promueven los hombres. El feminicidio no sería sino el último eslabón de la cadena de violencia hacia las mujeres. Por consiguiente, la lucha sin cuartel contra la pornografía y la prostitución es una condición sine qua non de la guerra contra el patriarcado.

Ni siquiera las películas eróticas tendrían, para ciertas personas de este grupo, algún tipo de aceptación, ya que es una grabación artificial, falsa, que instrumentaliza el cuerpo femenino.

Pues ya ven como está el patio. Si a uno se le ocurre proponer, desde un punto de vista estrictamente profesional, materiales audiovisuales de carácter sexual que pudieran utilizarse en la prevención y tratamiento de disfunciones y conductas sexuales patológicas. O incluso algunos orientados a programas de educación sexual como alternativa y contrapeso al aprendizaje del porno violento de nuestros niños y jóvenes –todo ello realizado en los estándares más exigentes de calidad, respeto y consentimiento– se le mete en el mismo saco que el vídeo donde se tortura a una mujer, violada por una máquina mientras se le dan descargas eléctricas y se echa cera caliente en su cuerpo, que es uno de los vídeos con mayores visitas en la red. Además, te amenazan por denunciarte por corrupción de menores.

¿Quién había dicho que la inquisición y el pensamiento único eran cosa del pasado?

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