Aitor Montes Lasarte
Médico

Pucherazo electoral

Por fin se ha hecho evidente la intención de manipular el censo electoral en Hego Euskal Herria (esta vez Navarra y Vascongadas unidas). Jorge Fernández, ministro de Interior, ha hecho pública su intención de cambiar la Ley Electoral para que puedan votar los «exiliados por la presión de ETA».

 La campaña ya venía de largo, promocionada desde medios de comunicación como «El Correo», «libertaddigital» y otros. Ya en enero proclamaba Antonio Basagoiti que «faltan más vascos que votos tiene Amaiur». El plan se venía gestando desde hace tiempo, de hecho, algunos lo reclaman desde 1996 y curiosamente no ha sido respondido por los abertzales. Ya es hora de que hagamos frente a la posibilidad de un futuro pucherazo electoral.

La violencia de ETA ha sido de muy reducida escala, insignificante si se compara con otros conflictos. Se habla de 850 víctimas (de una parte) en 50 años, menos que las víctimas por accidente de tráfico o laboral en un solo año, menos que las víctimas por violencia machista. Sería ridículo y una falta de respeto a las víctimas, a millones de víctimas, comparar el conflicto vasco en su etapa más reciente con otros de gran magnitud, como la guerra de la antigua Yugoslavia. En este sentido, es absolutamente imposible que ETA haya provocado el exilio de 150.000 vascos, ni siquiera de 45.000 o 60.000 como dice ahora el PP. Ni disponía de los medios o la capacidad para llevarlo a cabo, ni la voluntad de hacerlo.

No ha habido aquí un Srebrenica, apenas se le pueden comparar las atrocidades de Durango, Gernika o Elgeta (en defensa de la unidad de España), y en ningún caso las acciones de ETA. En Bosnia, una guerra atroz en la que murieron unas 100.000 personas, se habla de unos 300.000 refugiados. ¿Acaso un conflicto como el nuestro pudo tener el mismo efecto?

Las guerras y conflictos han sido una constante en Europa. Más de 10 millones de alemanes fueron expulsados de sus tierras tras la segunda guerra mundial. No tienen derecho ni a regresar ni a votar, y la cuestión ni siquiera se plantea, es un tabú. Kant era de Königsberg, ahora Kaliningrado (Rusia) y la capital cultural europea con Donostia es Wroclaw, antes Breslau. Günter Grass nació en Dantzig, ahora Gdansk, y de Chequia eran Rilke, Stifter, Kafka, que escribían en alemán. Para limpieza étnica reciente, la de Palestina. Los refugiados palestinos tampoco votarán, ni siquiera volverán a sus casas, y son millones. Plomo fundido. No quedan judíos en Galitzia, Volinia o Besarabia (perdón, ¿dónde?). Griegos, armenios, judíos, ucranianos, gitanos, mulsulmanes bosnios, kurdos, palestinos, polacos, alemanes... produce náuseas que algunos pretendan comparar la violencia de ETA con las limpiezas étnicas y genocidios que ha soportado Europa y su periferia en el último siglo.

No se puede incluir como exiliados a los miembros del ejército o las fuerzas de seguridad que han ejercido su labor en Euskal Herria. Ni a aquellos que vinieron a aportar su grano de arena, y ya jubilados, regresaron a sus hogares. Ni a los que se han marchado por las crisis, o por una mejor oferta de trabajo en otros lugares (futbolistas, actores y actrices, periodistas o presentadores de TV, por ejemplo). Si excluímos a todos estos, los que se han marchado por ETA serían unos pocos, como son pocas (menos de mil) las víctimas mortales.

Es completamente falso, y los propios medios que han impulsado la campaña se contradicen y se refutan a sí mismos con datos por ellos mismos publicados. Lean las hemerotecas.

Es simplemente una maniobra para legalizar un pucherazo electoral, como lo era el gerrymandering en Irlanda del Norte, que permitía el triunfo electoral unionista en zonas de mayoría católica y nacionalista, y que tanto contribuyó a iniciar un conflicto más sangriento que el nuestro. Es una herramienta para la imposición de una voluntad maniquea e injusta, para el sometimiento de un pueblo al que se le impide el derecho a decidir, el derecho a existir.

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