Responsabilidad histórica
Esta colaboración del PNV se produce en un momento crucial en la configuración territorial del Estado español. Por lo tanto, no es un acuerdo puntual, no se trata de coincidencias coyunturales. Es un acuerdo básico en el proceso de configuración de la España del futuro. El PNV se alinea con la tesis mayoritaria de los españoles: España tiene derecho a veto para el futuro de Euskal Herria.
Para la ciudadanía que en un grado más o menos intenso hemos soñado con una Euskal Herria libre vivimos momentos políticos realmente cruciales. Diferentes a los que nos tocó vivir tras la muerte del dictador Franco, pero igual de importantes. Para nadie son tiempos indiferentes. Se estan construyendo los cimientos sobre los que vamos a pivotar muchos años. Y en consecuencia, no estar hoy a la altura de las circunstancias conlleva una grave responsabilidad histórica.
Y ha sido la audacia y la determinación del pueblo de Catalunya quien nos brinda la posibilidad de vivir nuevos y esperanzadores tiempos políticos, aunque nos vengan acompañados de negros nubarrones. Al igual que Euskal Herria ha sido el faro de una ruptura democrática no lograda durante muchos años, hoy nos marca el norte los y las bravas independentistas catalanas con un proceso imparable hacia el ejercicio del derecho a la autodeterminación. Nos están abriendo el camino.
Es evidente que ser pueblo libre significa mucho más que crear un estado, pero es seguro que sin esa condición no seremos libres. Porque la población vasca no podrá planificar su propia economía, no es posible recuperar el euskara, no podemos planificar con soberanía nuestras políticas sociales, es decir, no podemos ser dueños de nuestro futuro. La creación de un Estado Vasco no lo es todo, pero es la base imprescindible para una Euskal Herria libre y autogestionada.
Y precisamente en estos tiempos políticos tan cruciales, el PNV vuelve a ser el gran valedor de un Estado español corrupto, degenerado e inmerso en una crisis económica, política y moral sin precedentes. En otras encrucijadas hemos criticado la falta de audacia y valentía para enfrentarse al Estado español, pero en esta ocasión el partido de Urkullu y Ortuzar se ha convertido en el aliado y amigo de un partido que de manera premeditada crea tensión entre los vascos, sistemáticamente viola derechos humanos y aplica las políticas que más injusticia social crea en Europa. Es decir, hace suya la estrategia impositiva y antisocial del Estado.
Apoyan al PP no solamente para sacar adelante los presupuestos y poner techo a los gastos sociales, sino en temas tan importantes como en la privatización de los estibadores de todos los puertos del Estado español, y entre ellos, claro esta, los del puerto de Bilbo y Pasaia. Habla constantemente de transferir competencias estatutarias pero al mismo tiempo vota conjuntamente con el PP en favor del CETA, acuerdos comerciales que conlleva pérdida evidente de soberanía económica y política para nuestras instituciones. Y todavía más grave, parecen copiar de Mariano Rajoy la falta de estrategia para el sector industrial. Utiliza Kutxabank para aumentar el clientelismo partidista mientras abandona las industrias en manos de las multinacionales quienes van progresivamente desmantelando nuestro importante, y en muchos casos modélico, tejido industrial. También en esto parecemos copiar a la decadente España.
El fiscal general del Estado, siguiendo directrices evidentes de ese Gobierno del PP con el que el PNV se alinea, intenta desestabilizar la convivencia y crear tensión en la ciudadanía pidiendo penas escandalosas de 50 y 60 años de condena contra los jóvenes de Altsasu y marcando la misma dirección en el caso de los de Errenteria. Toda una estrategia, dirigida por la Guardia Civil y apoyada por el PP, que ahora recibe el espaldarazo del PNV en forma de estrecha colaboración. Que el PNV colabore en esas siniestras estrategias, resulta difícil de explicar y creo que nunca son aceptables las supuestas contrapartidas económicas por las que intentan justificar. Es evidente que una cosa es favorecer los intereses particulares del partido y otra apostar por el futuro de los hombres y mujeres de Euskal Herria. Todo lo contrario de lo que bien alto dijo en su día Ramón Labaien: «Lehenik aberria eta gero alderdia».
Y el dato más importante es que ésta colaboración del PNV se produce en un momento crucial en la configuración territorial del Estado español. Por lo tanto, no es un acuerdo puntual, no se trata de coincidencias coyunturales. Es un acuerdo básico en el proceso de configuración de la España del futuro. El PNV se alinea con la tesis mayoritaria de los españoles: España tiene derecho a veto para el futuro de Euskal Herria. El año 78 el Ejército impuso la división territorial entre Nafarroa y la Comunidad Autónoma Vascongada, y se le llamó democracia. El 2017 acepta que no podemos hacer nada sin el visto bueno de los partidos españoles. Divididos y sometidos «democráticamente».
Las buenas relaciones entre el PNV-PP no se pueden entender sin el «procés» catalán. Y en esas coordenadas, el alineamiento de la dirección del PNV adquiere especial gravedad e irresponsabilidad. Es una puñalada trapera. Así, bien recientemente, el domingo 16 de julio el propio Rajoy en Bilbao, definía como ejemplar la actitud de Urkullu y Ortuzar frente a la sinrazón de la rebeldía del pueblo catalán. De esa manera da alas a la actitud cerril española. Hablar de supuestas bilateralidades, que evidentemente sería ideal, pero que resulta de todo irreales porque no existe voluntad ninguna por parte española, da motivo a que el PP-PSOE intenten evitar de todas las maneras posibles un acto tan democrático como la celebración de un referéndum. Con la estrategia actual de la dirección del PNV no solamente se pone en solfa la vía política de la mayoría catalana sino que se apoya la actitud inmovilista del centralismo español, lo que constituye una grave equivocación para cualquier partido. Hablar de bilateralidad, cuando una parte no quiere, es aceptar la sumisión y dependencia como norma.
Vivimos en una coyuntura histórica en la que Euskal Herria podría jugar un papel fundamental en la configuración de otro modelo de Estado. Junto con Cataluña podríamos ser la gran palanca para lograr la imprescindible ruptura democrática, que posibilite que libremente decidamos nuestro futuro. Tanto en Cataluña como en Euskal Herria constituimos mayorías suficientes para dar pasos firmes hacia la soberanía. Pregunto a la dirección del PNV: ¿cuándo tendremos mejor momento para ejercer el derecho a la autodeterminación? Si planteamos de manera conjunta, el proceso sería imparable. Cuando en Cataluña entre la maquinaria represiva, entonces será más difícil. Y seguramente demasiado tarde.