Esteban Guillén Lastra
Delegado del sindicato LAB de Osasunbidea

Salud mental, una crisis invisible en la Red de Salud Mental de Araba

Mañana, 10 de octubre, en el Día Mundial de la Salud Mental, no podemos permitir que la atención sobre uno de los problemas más graves que enfrentamos como sociedad se diluya en promesas vacías. Como señalaba con claridad Iñigo Errejón en su intervención en el Congreso de los Diputados de 2021, hablar de salud mental ya no es un tabú, es una necesidad urgente. Sus palabras, que resonaron en todo el hemiciclo, pusieron en evidencia el dolor y la angustia de miles de personas que, día a día, sufren en silencio. Errejón apelaba a que «no hace falta tener dinero o estatus para merecer una vida libre de sufrimiento». La red sanitaria, especialmente en el ámbito de la salud mental, no proporciona esa seguridad que la ciudadanía necesita, siendo las brechas entre lo que se necesita y lo que se ofrece en el sistema sanitario cada vez más profundas.

En Osakidetza, en la Red de Salud Mental de Araba, esta crisis es particularmente evidente. Las condiciones laborales de las operarias de servicio son objeto de críticas justificadas. No solo enfrentan una carga de trabajo excesiva, sino que realizan tareas que requieren una titulación especializada de la que carecen ni deberían estar asumiendo. Las dietas de los pacientes, un aspecto esencial en la recuperación y mantenimiento de la salud física y mental, no están siendo supervisadas por técnicos en dietética, lo que supone un riesgo para los usuarios y para las propias operarias de servicio que no quieren echarse a las espaldas unas tareas no exentas de riesgos para la salud de los pacientes. Hoy, en la Red de Salud Mental de Araba, el 86% de las dietas carecen de la supervisión de técnicos en dietética, en contraposición al resto de hospitales del herrialde, donde el 100% de las mismas son revisadas.

A este respecto, el nuevo consejero de Salud, en contestación a una serie de preguntas realizadas por la parlamentaria de EH Bildu, Rebeka Ubera, se despachaba con una respuesta donde poco menos que daba a entender que todo lo denunciado por las trabajadoras era fruto de la imaginación de las mismas. Así, el consejero hablaba de una situación controlada y adecuada a los estándares. Pero la realidad del día a día en el servicio es otra, las trabajadoras carecen de la presencia continuada en la cocina de encargadas, y es que no hay palabrería que pueda esconder la realidad: ni siquiera existe una triste báscula donde pesar las cantidades de unas dietas que deben ir medidas con precisión.

La dirección de Osakidetza parece no tener claro que la calidad del servicio a la ciudadanía va unida a las condiciones laborales, de tal forma que, si esta máxima hubiese sido atendida, la situación de Osakidetza hoy sería bien distinta, al punto de que quienes han llevado al Servicio Vasco de Salud al precipicio no se encontrarían en la necesidad de montar «Mesas por la Salud» con el lehendakari al frente en un forzado intento de lavado de imagen. Mal apunta la cosa; viendo la contestación dada por el consejero de Salud en lo referente a la Red de Salud Mental de Araba, las modificaciones serán más cosméticas que de calado.

Es imperativo que se reestructuren las condiciones laborales en la Red de Salud Mental de Araba, se refuercen las plantillas y se garantice que los técnicos cualificados supervisen las dietas de los usuarios. De lo contrario, no solo estaremos prolongando el riesgo de los pacientes, sino que también estaremos exponiendo a los trabajadores a condiciones insostenibles.

En definitiva, el Día Mundial de la Salud Mental es un recordatorio de que, más allá de las palabras, necesitamos acciones concretas. Como bien dijo Errejón, «hay que cuidar a los que cuidan», y esto incluye a las trabajadoras de Osakidetza que luchan por brindar un servicio de calidad. Hoy nuevamente asistiremos a una avalancha de mensajes en los medios de comunicación respecto de la importancia de la salud mental. Veremos a los responsables de Osakidetza, con su consejero al frente, sacando pecho de la magnífica gestión en este aspecto. Que nadie se equivoque: la realidad es muy distinta.

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