José Luis García
Doctor en Psicología, especialista en Sexología, y autor del libro “Sexo, poder, religión y política” en Navarra

Sexo y poder político: una cuestión de libertad y derechos sexuales (I)

Embarrarse en la polémica, que es una estrategia política perfectamente planificada de los conservadores para retrasar el proceso de normalización, lo único que está consiguiendo es que nuestros chicos y chicas, tanto de familias de derechas como de izquierdas, aprendan de internet y de las películas porno, los asuntos sexuales que tanto les interesan.

El poder y el sexo son dos grandes aspiraciones de la inmensa mayoría de los seres humanos. Casi todo el mundo anhela tener más sexo y tener mas poder. Cada cual en sus circunstancias. Por ello, el afán o búsqueda en su consecución, son dos importantes motivaciones de las conductas de mujeres y hombres. Por el poder y el sexo hay algunas personas que son capaces de involucrarse en las bajezas más impensables y sorprendentes. Ambos atraen sobremanera, provocan placer y satisfacción, transforman a las personas que lo detentan, generan adicción –ya que están implicadas estructuras y sustancias cerebrales– y tratan de perpetuarse. ¿Habría más empeños? Claro, hay otros muchos. Podríamos citar el dinero como otro motivo también importante, si bien los tres suelen ir, con no poca frecuencia, de la mano. O la paz, aunque esta es más espiritual y no genera tantas adhesiones, ni con tanta intensidad, en los tiempos convulsos que nos ha tocado vivir.

Viene esto a cuento de la última publicación de mi libro en el que abordamos justamente estas cuestiones, desde la perspectiva del poder político y religioso, y de las interesante y agradables presentaciones públicas, con sus correspondientes debates, y las entrevistas que he realizado con muy diferentes periodistas de los medios de comunicación. La prensa y los medios de comunicación, son el cuarto poder y el tratamiento que suelen dar a los temas sexuales revela, incluso en el enfoque de las preguntas formuladas, la gran diversidad de posiciones ideológicas que responden también a intereses de toda índole. En Navarra los medios toman posiciones explícitas y sin ningún pudor sobre, por ejemplo, la educación sexual y el aborto.

Lo cierto es que Navarra reúne unas características muy particulares, que no se encuentran en ninguna otra comunidad autónoma y que la confirman como una tierra de contrastes, a pesar de que tal afirmación nos pueda parecer un tópico. De momento disponemos de unos servicios de atención en salud sexual y reproductiva (los antiguos COFES) otrora envidiados y que fueron en los años 80 y 90 una referencia nacional e internacional indudable. Las actividades educativas externas, por ejemplo, fueron extraordinarias, evidenciando que el modelo funcionaba. Sin embargo, la derecha navarra ultraconservadora en estos asuntos, se encargó de dinamitarla.

No acabamos de entender por qué la izquierda no solo no los ha potenciado, porque esa era una obsesión de los partidos políticos de la derecha empeñados, en las cuatro últimas décadas, en controlarlas rigurosamente y hacer todo lo posible por que desaparecieran. Y al final, entre unos y otros lo han conseguido. El cuatripartito, en la práctica educativa y formativa externa, ha firmado su defunción contribuyendo a ello, sacando la educación sexual de los antiguos COFES, a otros servicios del Gobierno, que tampoco han promovido actuaciones comunitarias y formativas de relieve. Una pena, cuando lo deseable hubiera sido potenciarlos en esta legislatura, que ya acaba. El tiempo pasa con rapidez y como la derecha gane las elecciones, nos vamos a enterar de con quién nos jugamos los cuartos en los logros conseguidos en las libertades y los derechos sexuales.

Los partidos políticos que han llegado al Gobierno desde 1979, han modificado inmediatamente la estructura y funciones de los centros. Cada uno con sus planteamientos e intereses. Podrían haberlo hecho con Oftalmología, pero no, la diana eran los centros de salud sexual y reproductiva. Este es otro rasgo peculiar.

Navarra es, con mucho, la comunidad donde más broncas y polémicas ha habido por asuntos que conciernen a la educación sexual y al aborto. Aquí nos llevamos la medalla de oro. Otra característica muy nuestra.

Podríamos añadir la polarización política, la ausencia de posiciones de centro, lo que conlleva un enfrentamiento casi permanente en numerosas cuestiones, entre las que destacamos aquellas que tienen un componente emocional: inmigración, racismo… y el sexo. Cómo no, el sexo siempre aparece por doquier. ¿Por qué será? ¿Por qué el sexo le interesa a casi todo el mundo y, desde el plano educativo, abandonamos a niños y niñas, a los jóvenes, por ejemplo, a que se busquen la vida? ¿Dónde? En Internet y en la pornografía fundamentalmente.

Esta polarización política e ideológica se manifiesta también en el ámbito social y económico. Y ahí esta el fondo del asunto. Los poderosos, con sus privilegios de diferente naturaleza, no están dispuestos a perderlos ni compartirlos y luchan denodadamente contra los cambios que pudieran posibilitar no solo perder esas prerrogativas, sino también una mayor libertad de las personas y un mayor poder de influencia. Las personas más libres son más críticas y soportan menos las imposiciones y las injusticias. Que la izquierda tenga atribuciones en ese tipo decisiones, provoca dolor de estómago y no pocas cefaleas a sus contrarios.

Esta es, a nuestro juicio el fondo del asunto. Es una cuestión de poder y privilegios. Nada nuevo bajo el sol. Los avances sociales no han sido gratis. Son el resultado de luchas sin cuartel entre los grupos conservadores y los ilustrados y progresistas. A pesar de los logros conseguidos, las desigualdades siguen siendo una característica destacada de la sociedad actual. ¿Por qué la política no se ocupa de ellas y deja en paz al sexo?

Hemos dicho repetidas veces que hay que sacar la educación sexual del debate político, porque es una cuestión de salud. Los políticos tienen la obligación de ofrecer los recursos más adecuados para garantizar que todos los niños y niñas, los jóvenes, de Navarra reciban unos programas científicos y profesionales, por docentes bien cualificados y con una sensibilidad especial, a lo largo de todo el proceso educativo. Y punto.

Embarrarse en la polémica, que es una estrategia política perfectamente planificada de los conservadores para retrasar el proceso de normalización, lo único que está consiguiendo es que nuestros chicos y chicas, tanto de familias de derechas como de izquierdas, aprendan de internet y de las películas porno, los asuntos sexuales que tanto les interesan. Esa es la alternativa que le dejamos. Esto tiene y tendrá unas consecuencias en su salud sexual y reproductiva de las que nos lamentaremos cuando ya sea demasiado tarde. No sé cómo algunas personas se sorprenden de que las manadas y las agresiones sexuales, por ejemplo, proliferen de manera escandalosa. ¿Qué esperábamos?

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