Siguen castigando a Izar
Y luego se preguntan por qué perdemos la confianza en la justicia, en los jueces, en las instituciones... simplemente porque creemos que nunca la cumplen.
Hace unos días, el 2 de marzo, hizo un año de que Izar y su madre, Sara, no fueran separadas al cumplir Izar 3 años (edad en la que los niños tienen que abandonar el centro penitenciario en el que su madre está cumpliendo condena) por orden del juez D. José Luis Castro y después de haber sufrido una brutal agresión a manos de su padre que la mantuvo hospitalizada durante 40 días y a punto de perder la vida. El auto del juez dice textualmente en uno de sus párrafos: «La menor tiene que estar con su madre, punto referencial en su vida y en consecuencia atendiendo al interés superior de la menor, debe accederse al principio de flexibilidad, máxime en un caso tan excepcional como el que nos ocupa en que la situación de vulnerabilidad de la pequeña viene provocando por la bestial agresión sufrida» y dice otro párrafo: «Una separación sería contraria a la protección que todo menor necesita, máxime en circunstancias tan excepcionales y graves como la que nos ocupa» y además: «Dadas las excepcionales circunstancias que concurren en el presente caso, el presente Auto es Ejecutivo». Pues bien, efectivamente este auto fue ejecutivo, Izar y su madre fueron enviadas inmediatamente a un piso de la Fundación Padre Garralda en Madrid para madres con hijos. Hasta ahí bien, la decisión, en su momento, fue acertada para no separar a madre e hija.
En este momento y tras una enfermedad de Sara por la que ha tenido que estar hospitalizada y aislada por contagio, enfermedad que se produce, sin ningún tipo de duda, por las circunstancias de la propia cárcel, Izar ha tenido que reiniciar su vida en Donostia, con su familia, empezar la ikastola y una rutina diferente, pero con su madre cerca ya que aunque estuviera hospitalizada y bajo la supervisión de la cárcel, estaba aquí, con nosotros, cerca de su hija. Está claro que esto es posible; quiero decir, el estar en casa, el prorrogar permisos, etc.
Tras el periodo de contagio, una vez más el juez D. José Luis Castro decide que Sara tiene que volver a Madrid, pero ella misma opta por volver sola, sin Izar. Está totalmente incapacitada para cuidar de su hija, es obligada a trasladarse en una situación de salud totalmente precaria, hospitalizada y sin margen de tiempo. Aquí las decisiones del juez sí se tienen que cumplir de inmediato, en horas. Además Izar ha iniciado una rutina que ya no podemos romper.
Ante esta nueva situación, el mismo juez D. José Luis Castro, el 16 de febrero, hace más de un mes, acuerda mantener esta situación e insta a Instituciones Penitenciarias para que valore la posibilidad de acogida en un centro en Donostia de las mismas características que las que se encuentra en Madrid y cita el escaso tiempo que queda para el cumplimiento, el buen comportamiento de la interna, etc, etc., y que la condena pueda llevarse a cabo en el País Vasco.
Hasta el momento no tenemos noticias, ni de Instituciones Penitenciarias, ni del departamento de Paz y Convivencia del Gobierno Vasco, que parece que está mediando en el tema. La realidad es que Izar y Sara están separadas, después de 4 años de vivir juntas, sin separarse más que bastantes días en su hospitalización, lo cual dejó una profunda huella de abandono en la niña, nunca se han separado hasta ahora.
Y ahora hablo como la amona, una vez más. Izar vive con nosotros en este momento, sus aitonas, contando con los dedos los días que le quedan a su ama para venir a casa. Ella viene los fines de semana, eso si le dejan. Llega los viernes, según llega tiene que preparar a Izar para la despedida de los domingos, la deja aquí, hecha un mar de lágrimas y se vuelve otra vez. Empezamos de nuevo a contar los días que le quedan a su ama para volver a casa. Y entonces es cuando yo me pregunto, ¿para qué sirven las leyes? ¿Los autos del juez? ¿Dónde están los derechos humanos? ¿Y los derechos del menor? ¿Qué pretenden hacer con esta niña? ¿Por qué se empeñan en hacerle tanto daño? ¿Por qué unas veces los autos son ejecutivos y otras no? ¿Por qué nos ponen un azucarillo en la boca para luego quitárnoslo? Llevamos desde el mes de septiembre esperando esa autorización para venir al centro de Donostia dependiente de la Diputación de Gipuzkoa. Tienen una habitación para Sara y para Izar reservada desde esa fecha. ¿Piensan autorizarle el traslado a tres semanas del cumplimiento? ¿Pretenden hacer que Izar pase por otra adaptación?
No puedo callar esta terrible injusticia, necesito que se sepa. Yo no entiendo de leyes, ni de jurisprudencias, ni de cosas por el estilo, más que las que me ha tocado vivir, por lo tanto no sé a quién corresponde. Supongo que todos están en el mismo saco, juez, instituciones, Gobierno Vasco, por lo menos yo así lo veo. Nosotros hemos cumplido con todo lo que nos han pedido, discreción, paciencia ¿y a cambio de qué? ¿de promesas que no se cumplen? Pues que sepan que por mi parte son Vds. culpables del sufrimiento de Izar y de sus posibles consecuencias, son Vds. exactamente iguales al padre que pretendió matar a su hija para castigar a su pareja, que no les quepa duda. Y luego se preguntan por qué perdemos la confianza en la justicia, en los jueces, en las instituciones... simplemente porque creemos que nunca la cumplen. Les puedo asegurar que yo antes creía en la justicia, mis padres se ocuparon de ello. Ellos también creían, ¿qué pensarían ahora?
A nosotros ya no nos queda casi nada, aunque a Izar no se lo parece, pero lo superaremos, haremos que Izar se olvide de este año que le ha tocado vivir, gracias a Vds., que no se les olvide. Pero me queda una pregunta final para hacerles a todos Vds. señores gobernantes antes citados: ¿Pueden Vds. dormir bien por las noches sabiendo que una niña de 4 años no lo hace porque no puede dormir sin su madre?