Un Plan de Paz ‘sin’
Hace unos días se anunció en el marco del Plan de Paz de la Comunidad Autónoma Vasca que en los centros de formación se presentarán testimonios de víctimas de las diversas violencias de origen político.
El secretario de pacificación Jonan Fernández y la Consejera de educación Sra. Uriarte especificaron que acudirían a prestar su testimonio a los centros de enseñanza, además víctimas de ETA y de los grupos terroristas de la guerra sucia como BVE, GAL, Triple A, etc, las víctimas de los excesos policiales, a los que ya se reconocieron derechos en el Decreto 107/2012 y que ahora van a ser completados.
Se trata de un avance práctico en la consideración de víctima de la violencia de origen político a todas aquellas personas, que han sufrido por cualquiera de las violencias de motivación política sin excepción. La intención de esta iniciativa merece una valoración positiva.
En Navarra la situación se ha tornado en mucho más grave. Está vigente la denominada Ley Foral 9/2010 de ayuda a las víctimas del terrorismo. Esta ley establece en su artículo 1 de forma estricta que SOLAMENTE son víctimas quienes hayan sufrido la violencia de ETA. En el prólogo hay una referencia genérica y laxa a otros grupos terroristas de extrema derecha, pero es rigurosamente indiscutible que conforme al texto de dicha ley no tienen la consideración de víctimas las ocasionadas por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Conforme a la mencionada ley foral 9/2010 no son víctimas ni Mikel Zabaltza, ni Gladys del Estal, ni Germán Rodríguez, ni Mikel Arregui, ni Ángel Berroeta... Tampoco son víctimas conforme a dicha Ley Foral 9/2010 Naparra, Mikel Castillo, Basajaun, Biurrun, etc. Mucho menos Artajo, Asurmendi y otras personas. Tampoco tienen ningún reconocimiento en dicha ley los torturados y torturadas, los detenidos y encarceladas sin causa y muchas veces luego absueltos, los sentenciados con legislación y por tribunales de excepción, las víctimas de la dispersión como Karmele Solaguren, Sara Fernández, etc. Por supuesto tampoco se refiere a ninguna de las miles de víctimas del 36.
Hemos dicho más de una vez que Tomás Caballero es víctima de la violencia y Mikel Zabalza también; que German Rodríguez y José-Javier Múgica ambos son igualmente víctimas de la violencia; que Gladys del Estal es tan víctima como Casanova, etc, etc. Más aún; reiteramos que la dignidad inherente a la condición de víctima se basa precisamente en su condición de haber sufrido la violencia de forma injusta; sin causa y excusa. Por ello la desigualdad y la utilización de la imagen de víctimas para un determinado posicionamiento ideológico ó político constituyen una degradación de la figura de víctima.
En el caso de Navarra la necesidad de asentar el camino de convivencia con base en los principios humanos es más grave que en muchas otras partes, dado que siguen sin borrar las huellas del genocidio del 36. La convivencia no se construye de forma completa hasta que se toma en consideración el sufrimiento del antagonista político o ideológico. Las víctimas del cruel genocidio del 36 por cierto, han mantenido siempre una actitud ejemplar, alejada de más mínimo afán de venganza y empeñada siempre en valores de paz, democracia e igualdad.
Un plan de paz sensato y justo tiene que ser sin exclusiones, sin prejuicios o condiciones previas y sin fronteras. El apoyo a esta desafortunada ley foral 9/2010 no solo desautoriza sino que contamina letalmente a quienes le dieron su innecesario voto. ¿Cómo es posible que grupos, que se dicen de izquierda han contribuido a la promulgación y mantenimiento de una ley foral, que niega la condición de víctimas a cada uno de los mencionados?
Se ha intentado en un par de ocasiones corregir y dignificar esta ley foral de víctimas de Navarra, pero el intento ha sido obstruido siempre por el ‘yugo’ UPN-PSN, la cual ha contado paradógicamente con la innecesaria colaboración de PP, IU y Batzarre. ¿Por qué y para qué tal actitud, de quienes no son ni les necesitan en el ‘yugo’? Las justificaciones que se han dado no se corresponden con la realidad, pues se ha pretendido disimular, ocultar o simplemente falsear el alcance y el texto de la ley foral 9/2010.
Considero que el plan de paz del Gobierno Vasco en trámite contiene sustanciales déficits, pero reconozco que está en una dirección positiva y digna en comparación con la aberración, que está sucediendo en Navarra. Creo que el plan de paz debería ser sin exclusiones, sin condiciones previas y sin fronteras. Sin exclusiones, porque en eso consiste la igualdad; sin condiciones previas como el inexistente ‘suelo ético’, porque cada persona tiene su propia referencia ética, previa a la política; sin mugas, como no las tiene el aire.
Estamos en el umbral de un periodo de convivencia, que será estable y duradero. Nadie nos regalará la paz, pero la estamos ganando poco a poco, aunque sea venciendo obstáculos y con sufrimiento. Para ello es imprescindible que esta convivencia se base en la referencia de los derechos humanos, que son el único y emblemático común denominador ético. Y para ello es indispensable partir de reconocer el carácter de víctimas de quienes lo son de todas las las numerosísimas víctimas de la guerra sucia y de la acción policial…. La dignidad de Mikel, Gladys, Germán, Ángel, Mikel y tantos otros está tocando el picaporte del plan de paz. Navarra debe participar en el plan de paz ‘sin’ excepciones, ‘sin’ condiciones previas y ‘sin’ mugas.