Jesús Mª Aragón Samanes | Partido Carlista-EKA de Navarra

Aquí, el que no tiene un pero tiene un manzano

En un escrito aparecido el 19 de enero de 2017 en Diario de Noticias de Navarra, tomando como excusa un comunicado del Partido Carlista-EKA de Navarra, se hace una construcción artificiosa, para seguir con su erre que erre, sin intentar dar respuesta al par preguntas que en el escrito de EKA se hacían.

Aunque en la vida del día a día de la gente no tiene ninguna influencia, afortunadamente, la herida de la guerra civil entre 1936 y 1939 no está bien cerrada. Hubiese podido ayudar la formación de una «Comisión de la verdad», a la manera de otros países, para intentar asimilar y superar las consecuencias negativas, de la guerra en este caso, que hiciese claridad sobre las causas y las respectivas responsabilidades. No se hizo ni en la Dictadura, ni en la llamada Transición, ni en la Democracia formal, y no fue porque el Carlismo, o sea el Partido Carlista, se opusiese a ello. Esta falta, alimenta las generalizaciones, falsas de por sí, los prejuicios, y las obsesiones particulares.

Para comprender una situación social determinada, ayuda mucho echar un vistazo a la situación anterior.

Luego habla del Museo del Carlismo en Estella, y en él echa en falta lo principal, según ellos: la participación del Carlismo en la represión durante la guerra y después de ella. Pero no dice que el Museo, su guión y orientación, así como los nombramientos de los Consejos científico y asesor, los hizo el Gobierno de Navarra. El Partido Carlista ha aportado el contenido a dicho Museo, testigos y protagonistas de algunos aspectos de la Historia, con el fin de que sea mejor conocida la Historia del siglo XIX y XX en España, y aumente nuestro conocimiento intelectual así como el respeto a las personas, pues a la Historia hay que acercarse como a maestra de la vida, que es, y no como a discípula, que no es, de ninguna ideología.

Los firmantes del escrito del día 19 se dicen miembros del Ateneo Basilio Lacort, nombre de un golpista, como José Sanjurjo, como Emilio Mola, como Francisco Franco, como Tejero; pero como era liberal…, no pasa nada..., al parecer. También Esperanza Aguirre se dice liberal, y Granados, y Díaz Ferrán, y el PP. Porque a la actual situación de precariedad económica y laboral, así como de dependencia política y económica de terceros, nos ha traído el triunfo de las tesis liberales: la Ley de la selva. Si hubieran triunfado las tesis carlistas, Comunal y Autogestión del mismo, otro gallo nos cantaría.

Uno de los miembros de dicho Ateneo, se pregunta en otro escrito, aparecido en Gara  el 20-I-17, por qué hubo tantos muertos en Navarra, a pesar de las disposiciones en contra de la violencia por parte de las autoridades falangistas, carlistas y militares. Pues porque había una guerra, majo, y «a río revuelto, ganancia de pescadores»; una guerra revuelve mucho. Si no es capaz de entenderlo será mejor que lo deje y se dedique a otra cosa. Al menos no esconde la disposición expresa en contra de la violencia, en la retaguardia, hecha por los jefes carlistas, falangistas y militares, pero, en un alarde de objetividad se permite juzgar intenciones e interpretar torticeramente una acción de defensa de los paisanos de su pueblo (altos, bajos rubios, morenos, pelirrojos/as...) por parte del Alcalde de un pueblo de la Ribera, atribuyéndole, además, la consideración/acusación de asesinos a falangistas, carlistas, y guardia civil.

Otro escrito, aparecido el 21-I-17 en Diario de Noticias de Navarra sitúa «la verdad» del Carlismo en la represión en la que participó durante 1936-1939, calificando esa época de «trascendental en la Historia del Carlismo», y que por eso es esencial que figure en el Museo del Carlismo, a pesar de reconocer que el Carlismo abarca casi 200 años; también dice que no quiere parecer sectario ni rencoroso, pero se atreve a escribir que la verdad del Carlismo “se manifestó en esos 3 años de represión carlista”, y que si hubo personas de izquierdas asesinadas es porque, «entre otros, el Carlismo cumplió, desgraciadamente, su cometido».

¡Pues menos mal!, ¡tendremos que estarle agradecidos!; nada hombre, ¡a mandar!; ¡lo que vuecencia diga y mande, faltaría más! ¡Sus órdenes!

¡Alucinante!, ¡vivir para ver, oír, y leer!

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